jueves, 30 de junio de 2011

Capítulo 46

Las semanas posteriores tuvieron de todo. Dougie ni me miraba a la cara, aunque gracias a dios no coincidíamos demasiado.

Con Danny todo era perfecto, aunque estaba afectado por lo de Dougie.

Y llegó la semana de mi cumpleaños. Tenía que volver a casa o al menos debía hacerlo. Había una parte de mí que no quería dejar a Danny solo. Así que fui retrasando lo de comprar los billetes. Sabía que al final terminaría volviendo y que además me iban a costar muchísimo.

Ese lunes vino Danny a verme, cosa que no esperaba.
  • Que sorpresa. ¿Qué haces aquí?

Dejó algo sobre la encimera sin decir nada. Alargué la mano para verlo. Era un billete para Madrid.
  • No me lo puedo creer. – dije sorprendida.
  • Es tu cumpleaños, debes ir a casa. – dijo serio.
  • Pero iba comprarlos yo, jope.
  • Tómalo como un regalo de cumpleaños. – dijo sonriendo.
  • ¿Vienes conmigo? – pregunte aun sabiendo la respuesta.
  • No, ojala pudiera. Están las cosas muy jodidas por aquí. Y no pongas esa cara, no te vas a quedar aquí porque estén jodidas. No voy a permitir que sacrifiques tu cumpleaños por nosotros. Y no es tema abierto a discusión. Te vas a casa y al siguiente fin de semana lo celebramos aquí.
  • Gracias, aunque…

No me dejó terminar de hablar.
  • Aunque nada. – repitió serio.
  • Déjame acabar por favor. Aunque me hubiera gustado que estuvieras conmigo, te voy a echar de menos.

Danny sonrió satisfecho por esa contestación.

La semana pasó rapidísimo y cuando quise darme cuenta ya estaba en Madrid. Sentaba bien volver a casa, al menos durante unos pocos días. Muchos menos de los que yo esperaba.

María y Laura se acercaron a buscarme al aeropuerto. En el coche nuevo de Laura, un Fiat 500 rojo precioso.

  • Pero como puede ser tan bonito tu coche. – dije perpleja.
  • Como su dueña. – dijo Laura. – No es bromita.
  • Es genial.
  • Del mismo color de tu sangre cuando te aruño Laura. – dijo María mientras le enseñaba las uñas.
  • Que vuelve andado eh putita. Ahora yo también tengo el poder.

Fuimos a tomar algo y a ponernos al día. Me contaron novedades y me dijeron que iba a ser un gran fin de semana. Había toda clase de divertimentos preparados. Y así era, tenía la agenda más que apretada.

El viernes por la noche cenamos los cinco tranquilamente. Aproveche para confirmarles mi relación con Danny, no fliparon tanto como era de esperar. Después de navidades, era de esperar.

Manuel seguía de exámenes hasta el día siguiente, ya no le quedaba nada para terminar. Así que no hablamos nada esa noche.

El sábado por la mañana tocó comida familiar. Hasta mi tío pasó a tomar tarta. Todo era tranquilo en casa, hasta que llego el huracán. María y Laura llegaron locas perdidas. Iban de arriba abajo. Metían en la maleta, sacaban.

Me mandaron a la ducha, comprobaron mi depilación, me peinaron, maquillaron. Parecía mi boda más que mi cumpleaños.

A las 9 de la noche salimos de casa. Lauri, María, Manuel y yo. Todos guapísimos. No supe hasta el último momento a donde me llevaban. Nuestro bar. OMG pensé.

No había vuelto desde nochevieja, desde aquella noche fatal. Me acordé de Danny. Era muy raro que no supiera nada de él y más siendo la hora que era. Desde el viernes cuando me dejó en el aeropuerto nada. Pensé lo peor. ¿Habría pasado algo?
  • Una cosita chicas. ¿Hay alguna noticia sobre McFly de esta mañana?
  • No, ninguna novedad destacable. Y aun menos si tú no te has enterado. – dijo María extrañada.
  • ¿Qué pasa? – preguntó Manuel preocupado.
  • Nada, espero que nada. – dije sin entender lo que estaba pasando.
  • ¿No te ha llamado todavía? – preguntó Lauri.
  • No, no sé nada de él desde el viernes cuando me acercó al aeropuerto. Y las cosas por casa no están bien. – dije sin saber si debía contar nada.

María comprendió a que me refería.
  • Estaba bien esta mañana, hablé con él. En su línea, ya sabes.
  • Deberíamos hablar sobre eso tú y yo.
  • Si, pero hoy no, es tu día. Sé que llevas unas semanas, bueno todos. Parte de obligarte a venir es que pases tu cumpleaños tranquila, sin preocupaciones de ningún tipo. Además se lo prometí a Danny.
  • Esas cosas prefiero no saberlas. No soy yo la que está mal. – dije enfadad. – Sino podemos hablar porque le has prometido cosas, prefiero vivir en la ignorancia y pensar que es cosa tuya. Porque no puedes ni imaginar que es verle tirando en la cama llorando y ver en sus ojos que realmente siente que nada tiene sentido. O ver los ojos de Danny cuando le ve tan mal y ver su tristeza e impotencia. O ver como se le caen las lágrimas por ello. Y un montón de mierda que no me atrevo ni a decir porque no es un hermano de mi novio, es el puto bajista de un conocidísimo grupo de música. Y puede, solo puede, que necesite hablar con las únicas personas con las que puedo ser totalmente sincera. Sin ahorrar detalles, sin ocultar la mierda. – hice una pausa. – No os podéis creer lo bien que sienta esto.
  • Solo intenta cuidarte y que disfrutes del día. – sonrió María.
  • No necesito que me cuide, se hacerlo sola. Además yo estoy bien.
  • Pues no lo parecía hace un rato. – dijo Manuel.
  • Es que esto es una soberana mierda. Si la situación en si lo es, que sean famosos lo hace horrible. No puedo hablar con nadie. Los únicos en los que confió sois vosotros. Y estáis muy lejos. Es decir, una mierda. – me empezaba a frustrar.
  • No llores Rach por favor. – dijo Laura.
  • No he dicho que no vayamos a hablarlo, solo que no creo que sea el momento. Y esto no tiene nada que ver con Danny. Es un tema que nos va a llevar su tiempo, así que antes de tu fiesta de cumpleaños no vale. – dijo algo preocupada.
  • Vale, entonces antes de irme tenemos una conversación pendiente. – dije.
  • Bueno, espero que hablemos algo más que en una conversación. – rió María.

Pero algo brilló en sus ojos, algo que no me gustó. Me ocultaba algo, sabía algo. Me empezaba a preocupar. Imaginé lo peor.

Cuando entramos en el bar no creía todo lo que habían preparado. Era genial. Había cosas para comer, todo estaba lleno de globos y había una pequeña mesa de regalos.

No había mucha gente, y notaba la falta de algún que otro amigo, pero bueno, supongo que es lo que tocaba. Vivía en Londres.

En cambio me sorprendió ver a otros. Mis niñas de nochevieja, Bárbara, algún amigo de la universidad de María y Manuel.

Abracé a todo el mundo y agradecí que vinieran. Cuando llegue a Bárbara la abrace muy fuerte, no me podía creer que la volviera a ver. Hablamos durante una hora al menos.

Me acerqué a la barra a pedir unas copas. Todavía no había saludado a Dani. Había que reconocer que el tío era muy atractivo. Me guiñó un ojo y me llamó para que entrara al almacén.

  • Feliz cumpleaños. – dijo mientras me daba un abrazo.
  • Muchas gracias. – dije sonriendo. – Tenías que haber venido a la fiesta como invitado, no como camarero.

A qué coño venia ese comentario Raquel.
  • Bueno, al menos estoy aquí. Y todos sabemos que cuando bebes terminas aquí dentro sirviendo copas.
  • Es una tradición. Bueno, solo si estás tú en la barra.
  • Como me iba a perder una ocasión para que pasara algo así.

Y sin entender muy bien cómo, sonó Fallin in love.
  • No me lo puedo creer, puta canción. ¿Otra vez María?
  • ¿Quién sino? Es McFly.
  • Algún día recuérdame que te cuente toda la historia sobre McFly.
  • Ya sabes dónde encontrarme. – me dio un beso en la mejilla y volvió a la barra.

Salí fuera y vi a María en la puerta con cara de desaprobación.
  • Solo me estaba felicitando mal pensada.
  • Vaya, y suena Fallin in Love. Podría decirse que es la canción de tu y otro Dani. Y no ese que la compuso.
  • Tu puta culpa. Anda que no habrá más suyas que puedas poner. Además has hecho que me acuerde de él. Eres consciente de que no me ha felicitado ¿verdad? – puse cara de pena.

No sé por qué me extrañaba, mi cumpleaños sin algún desplante o algún amigo que defraudara no era un cumpleaños completo.
  • Bueno ahora hablamos del tema. – dijo ignorando mis palabras.- Vete fuera que Manuel necesita tu ayuda con un regalo.
  • ¿Mi ayuda? – pregunté extrañada.
  • Si, corre anda, que pesa mucho.
  • Blanda.

La hice caso y salí del bar. Mire a todos los lados y no vi a mi hermano por ninguna parte. Que extraño. De repente alguien silbó al final de la calle.
  • OMG – dije sin creer lo que veían mis ojos – Esto ya supera la ficción. No es posible. – susurré.

Me pidió que me acercara. Todavía seguía en estado de shock.
Actué de forma instintiva. Me quité los zapatos, los tiré a la acera y salí corriendo a abrazarle. No nos dijimos nada, solo nos besamos durante unos minutos.
  • No te puedes ni imaginar lo preocupada que estaba. – dije mientras me apartaba el pelo de la cara.
  • ¿Por qué? – dijo Danny divertido.
  • Porque no sabía nada de ti desde el viernes y hoy es mi cumpleaños.
  • Pensabas que se me había olvidado.
  • No, pensaba que había pasado algo grave en Londres.
  • Durante esta noche el rubio no existe. Está durmiendo en su cama y soñando con tetas. – dijo muy serio. Luego cambio la expresión y dijo. – Feliz cumpleaños. – y me besó.
  • ¿Tú eres mi sorpresa? – pregunté.
  • No, yo soy parte de una gran sorpresa, pero quedan demasiadas cosas que descubrir.

Me emocioné con esas palabras, no estaba acostumbrada a este tipo de cosas. Solía ser yo la que organizaba esta clase de sorpresas. Luego mi cumpleaños se resumía en 3 buenas amigas tomando algo en el bar de siempre.

Con el tiempo te acostumbras a ello, a disfrutar de los pequeños detalles, de aquellas personas que te sorprenden de vez en cuando.

Parecía que este año había cambiado mi suerte. Danny me observaba divertido ante mi embobamiento.
  • ¿No me vas a llevar dentro y a tratarme como novio objeto? – dijo riendo.
  • Dios ¿eres mi novio? – dije muy alto.

Me mantuvo la mirada y empecé a reír.
  • Entonces ¿Puedo utilizarte estas diciendo? – dije como si lo anterior no hubiera sucedido.
  • Hasta que volvamos a Londres soy tu fiel esclavo.

Me froté las manos como hacia el señor Burms en los Simpson y caí en el hecho de volver a Londres juntos.
  • ¿Te quedas hasta el miércoles? – dije feliz.
  • Algo así. Tiempo al tiempo. ¿Por qué me miras así? – preguntó curioso.
  • No suelo estar a este lado, ser la sorprendida. Pero desde que te conozco solo estoy a ese lado. Tendré que ponerme las pilas.
  • No es necesario princesa, ya llegará tu momento. Ahora disfrutemos de la noche.

Me cogió de la mano y volvimos dentro del bar. Danny saludó a todo el mundo. Le presenté a los que no le conocían y me salté a propósito a mi querido barman. Aunque debía presentarlos. O puede que no.

María y él se saludaron con un abrazo emotivo, sus miradas transmitían hermanad y algo de dolor. Estuvieron hablando un rato y supe de que era. No era nada justo que ellos pudieran hablar sobre el tema y yo no.

Me mosquee un poco, normal iba un poco bebida, así que me senté en la barra y me puse a charlar con Dani y como no, a beber chupitos.

Esta escena me recordó el pasado, tantos y tantos momentos vividos en esa barra. Lo extraño era que no me hubiera subido nunca a bailar, aunque se lo hubiéramos propuesto a Dani y él a nosotras un millón de veces.

No sé cuánto tardó en llegar, ni cuánto tiempo estuve en la barra pero Danny se acercó un rato después y se sentó a mi lado.
  • ¿Qué haces aquí sola? – me preguntó.
  • No lo estoy, estoy celebrándolo con mi querido barman. – dije guiñándole un ojo.- No os he presentado. Dani este es mi novio, Danny. Danny, este es Dani mi camarero favorito. Dios no es posible tanto Dani en una frase, anda que llamaros igual.
  • Dani el camarero. – repitió Jones con retintín. – Encantado.

Y se dieron la mano educadamente.
  • Te recomiendo que no la des más tequila o terminará subida en la barra en un rato.
  • Ya te digo yo que va bien. Se cuando debe parar. Todavía no se ha subido a ese banco, así que no hay de que preocuparse. – dijo sonriendo.
  • Vaya, parece que lo tienes todo controlado. Ya que no me necesitáis para nada, me iré a tomar un poco el aire. – se levantó mosqueado y salió del bar.
  • Parece algo jodido. – dijo sin entender el por qué.
  • Ya, puede que sea por lo que pasó en Nochevieja.
  • ¿Es el él chico? – preguntó.
  • Si, es él. – dije avergonzada.
  • Tanto tiempo y tiene que pasar cuando tienes novio.
  • Hombre, cuando paso, lo mío con Danny era una simple amistad con derecho. Pero bueno, tengo que ir a ver qué le pasa. – me disculpé con la mirada.

Salí a buscarle. Estaba sentado en un pivote enfrente del bar, fumándose un cigarro.
  • No te enfades tonto. Solo estaba charlando con él y recordando viejos...
  • Rollos de almacén ¿quizás? - dijo mosqueado.
  • Que gilipolleces dices. Hablábamos de ti. De lo guapo, maravilloso y de tu culo perfecto.
  • Así no lo solucionas maja.
  • ¿Pero qué coño tengo que solucionar? Si no he hecho nada. Estas celoso y sin motivos de peso.
  • No, he visto cómo te mira. No estoy celoso sin motivo.
  • Si yo tuviera que estar celosa por todas las tías que te miran como Dani lo hace, no habría días en el año para discutir.
  • La diferencia es que ellas no son competencia, ni accesibles. O no lo soy yo para ellas. En cambio en este caso si lo es, y lo ha sido.
  • Vamos a ver, si me perdonaste por ello ahora no vale hacerme chantaje emocional. Sabes lo que pasó, deberías saber que no había vuelto desde ese día y aún más importante. NO FUI YO QUIEN ELIGIÓ EL SITIO. Mierda que yo te quiero a ti subnormal. No me puedo creer que tengas inseguridades en este tema.
  • Ya sabes lo que dicen, mi pene es pequeño.
  • Yo me preocuparía del tamaño minúsculo de tu cerebro. ¿Cuándo le he visto yo el rabo a Dani anormal? Voy dentro, primero porque te estás comportando como un niño pequeño. Segundo porque al final te llevas una buena bofetada. Y tercero porque eres imbécil.
  • Joder como me has puesto en un minuto. – dijo riéndose.
  • Y ahora te ríes. Primero te picas y me cabreas y ahora te ríes. – había veces que me ponía de los nervios. – Que te compres un mono y le cantes ricura.
  • ¿Perdona? – dijo divertido.
  • Si, una canción de los McFly españoles, deberías escucharla. A no, que no la entiendes. Así que me voy a mi fiesta estúpido y mal criado Jones. – me dirigí de nuevo hacia el bar.
  • Rancia espérame. – dijo levantándose y llegando hasta mí.
  • A mí no me llames así eh moreno. – contesté enfadada.
  • No te enfades princesa. – dijo cogiéndome por la cintura y acercándome a él.
  • Claro que me enfado y mucho. No me gusta nada todo esto. Primero llegas y te pones a hablar con María del tema tabú y cuando vienes a verme y a estar conmigo te pones celoso.
  • Pero solo es tema tabú para ti. – dijo muy serio.
  • Cosa que me toca los huevos. Necesito hablarlo con ella. Dougie la cuenta muchas cosas, y hay que decir que la última vez que hablé con él le puse fino.
  • Se lo merecía.
  • Está claro, pero tenemos…
  • Nada, no tenemos nada que hacer. Sé que es duro pero le toca a él buscar o pedirnos ayuda. Hasta que no se dé cuenta de las cosas no podemos hacer nada más. Se que no vas a dejar de preocuparte pero aunque te duela que lo hagamos tabú entiéndeme, no sabes lo que me duele verte jodida por él y por mí en este tema, me siento demasiado culpable de que cargues con algo así. Vale que Doug es mi hermano pero siento que no debería ser tu problema. Y como sé que eso no va a pasar y que te vas a involucrar, cosa que hace que cada día te quiera más, déjame quitarte esa preocupación este fin de semana. Solo por esta noche. – dijo dedicándome una sonrisa al final.

Asentí con la cabeza y volvimos al bar. Sacaron la tarta, bailamos, brindamos y reímos demasiado. Sentaba muy bien a decir verdad. A eso de las 6 de la mañana, Danny me susurró al oído.

  • Deberíamos irnos. Quedan algunas sorpresas fuera de aquí.

Nos despedimos de los amigos, aunque la despedida de las chicas era como si me volviera para Londres y no nos viéramos más en mucho tiempo. Que tendría planeado.

Nos montamos en el coche.
  • ¿En qué hotel estas? – pregunté.
  • En ninguno.
  • ¿Y sabe mi familia que te quedas en casa? – porque no me enteraba de nada.
  • No vamos a tu casa.
  • Vale, ya no pregunto más. ¿Quieres que conduzca yo?
  • Si, porque como no has bebido nada.
  • Mierda es verdad. Jo estoy un poco borracha creo.
  • Si – rió Danny.- No vomites en el coche, que es de alquiler. Aunque… bueno vomita si quieres.
  • No lo voy a hacer tranquilo. No estoy tan mal. Eso solo me pasó una vez, por el cumpleaños de María y fue porque no cené y me sentó fatal.

No recuerdo que me contestó Danny. Cuando me desperté ya era de día y estábamos en una gasolinera en medio de la nada.

Me bajé y pregunté al hombre que echaba gasolina.
  • Disculpe, ¿podría decirme dónde estamos?
  • ¿Está bien? ¿Ese hombre la ha hecho algo? – preguntó preocupado.
  • Por dios claro que estoy bien, es mi novio. Es que me quedé dormida después de una fiesta por mi cumpleaños y no sé dónde me lleva.
  • ¿Pero es inglés? – dijo extrañado.
  • Si, es inglés. Pero no se qué importancia tiene eso. Es mera curiosidad.
  • En la provincia de León.
  • Me quedé paralizada. No era posible.
  • No puede ser. Sabe, creo que voy a tener que casar con él.
  • Usted es un poco joven para pensar en algo así. – dijo convencido de sus palabras.
  • Hombre, en un futuro. – dije sin parar de sonreír.

Analizando ahora esta conversación era demasiado absurda y surrealista. Pero yo era feliz y tiritaba de frio. Alguien me abrazó por detrás.
  • Te vas a congelar. – dijo besándome en el cuello.
  • Traerás ropa de abrigo ¿verdad? Esta zona es muy fría.
  • ¿Ya sabes a dónde te llevo? – dijo un poco decepcionado.
  • Bueno, se dónde estamos. Lo demás son suposiciones. Pero si es lo que creo… - no tenía más que decir.

Me di la vuelta y le besé. Una y otra vez.

martes, 28 de junio de 2011

Capítulo 45

Cuando Danny volvió de dejar a Ed, Tom y Dougie ya llevaban un par de cervezas. No bajaron el ritmo, y Danny les igualo rápidamente.

Ligaron, rieron y bailaron. Nada fuera de lo normal. Dougie fue el primero en cansarse de tanta atención y se acercó a la barra a pedir otra copa. Iba demasiado borracho y empezaba a desvariar.

  • Otra copa. – me dijo con un tono algo agresivo.
  • Dougie, creo que por hoy es suficiente. – conteste seria.
  • No creo que me interese tu opinión, esto es un puto bar y quiero otra copa. – dijo subiendo el tono de voz.
  • Y a mí me la toca que me grites, no te pienso poner otra copa y punto. – dije igualando su tono de voz.
  • Te crees que porque compartas la cama con Danny voy a tener en cuenta tu opinión. Que ilusa. Eres un simple polvo más en la interminable lista. Sino fíjate, ya está buscando sustituta. – dijo con odio en sus ojos.

Claro que me dolió ese comentario.
  • De verdad debes recurrir a eso. No te voy a dejar beber. Digas lo que digas. Puede que sea un polvo más, pero este polvo tiene los huevos bien puestos. Así que rubito que te jodan.

Dougie se puso nervioso, se levantó y dio una patada a una banqueta. Danny nos vio y se acercó.
  • Que me pases una cerveza joder. – dijo gritando de verdad.
  • Dougie tío deja de gritar. – dijo Danny.
  • No me sale de los huevos. Dile a la puta de tu novia que me dé una cerveza.
  • Que has dicho Dougie. – dijo Danny muy serio y cerrando el puño.
  • Eh Danny, déjale. – dije saliendo de la barra y poniéndome entre ellos.
  • Dougie no pagues tu mierda con los demás. Nosotros no tenemos la culpa de que ella no te quiera.

Y ahí se abrió la caja de pandora.
  • Eres un hijo de puta Danny, ya veo lo que te preocupas por tus amigos, 7 años juntos para esto. ¿Quieres decirme algo más antes de que te parta la cara?
  • ¿PERO QUE COÑO OS PASA A LOS DOS? – les grité. – Nos vamos a casa. Ahora mismo y juro que el próximo que hable o se insulte terminará con la cara roja.
  • ¿Desde cuando eres parte del grupo? – preguntó el rubio.
  • Yo no juego en tu liga nenita, así que coge tus cosas que nos vamos. – dije muy enfadada.

Avisé a Joe de todo, le dije que tenía que llevarlos a casa antes de que terminaran pegándose. Lo que necesitaba Dougie ahora mismo, la prensa encima por una pelea con Danny.

Dejamos a Tom allí, parecía muy a gusto al lado de la morena. Llevaban hablando toda la noche.

Nos llevamos el coche de Danny, ya volvería a por el mío en algún momento. Cuando aparqué Dougie no tardó más de dos segundo en salir corriendo del coche. Fue directo a vomitar, cosa que no era de extrañar, había bebido demasiado.

Danny salió del coche lentamente. Parecía triste, tenía la mirada perdida. Estaba preocupado.

Me acerque a su lado y le cogí de la mano. Me miró y sonrió con tristeza.
  • ¿Qué te pasa mi niño? – dije dedicándole una sonrisa.
  • Nada. – dijo mientras me acercaba a él y me arropaba entre sus brazos.

Claro que le pasaba algo, no podía verle así.
  • Te pido disculpas en nombre de Dougie por cómo te ha tratado esta noche.
  • No tienes que pedir disculpas, primero porque no has sido tú el que ha dicho nada y segundo porque ni siquiera a Dougie se lo tomo en cuenta. Esta borracho y roto por dentro. Y cuando te pasa eso, dañas a las personas que no deberías. No te preocupes por mí, se defenderme.
  • Eso no lo dudo. Estoy preocupado por Dougie. – dijo con lágrimas en sus ojos.
  • Lo sé. Vamos dentro anda. Que tú también vas fino.

Entramos y Danny fue directo al sofá. Se tumbó y me llamo para que me tumbara con él. Me acerqué y me senté en un huequito que quedaba a la altura de la cintura. Le rocé la cara y toqué su pelo mientras sonreía. Él tenía los ojos cerrados. Una canción apareció en mi cabeza. http://www.youtube.com/watch?v=cYy1mEoXaQw Así me sentía a su lado. Así me hacía sentir día a día.

  • Vente a dormir aquí conmigo. – dijo sin ni siquiera abrir los ojos.
  • Ahora vengo a por ti y subimos arriba a dormir. Voy a ver qué hace Dougie y a meterle en la cama.

Me acerqué y le di un beso antes de irme. Lo que vi en el baño no me gustó un pelo. Abrí la puerta lentamente, solo esperaba que no le pillara en una situación embarazosa. Pero cuando le vi, desee verle desnudo y no drogándose. Me quedé bloqueada, no sabía qué hacer. No se podía estar metiendo una raya. Bueno que cojones, claro que se la podía meter, era lo más normal en estos momentos.

Entré y di un portazo para que fuera consciente que había alguien detrás suya.
  • ¿Qué cojones haces rubio? – dije.
  • Lo que me sale de los huevos. – dijo volviéndose a mirarme.
  • Dougie no lo hagas, por favor.
  • Todavía no te has dado cuenta de que no encajas aquí. Que eres una tía del montón. – dijo mientras se levantaba y mirándome a los ojos con odio.

Esto empezaba a mosquearme, a ser demasiado personal. Miré al wc, le miré a él y corrí hacia la taza. Tiré la raya que tenía preparada, cogí la bolsa y la tiré por el retrete. Antes de que llegara a cogerla tiré de la cadena.
  • Hija de puta, ¿Qué haces? Eres subnormal, no eres consciente de lo que cuesta eso. – empezaba a tensarse.
  • Qué más da, si tú eres rico. ¿Verdad?
  • ¿Quién cojones te crees que eres? – dijo acortando la distancia.
  • Pues la única que parece tener huevos para dejarte las cosas claras.
  • A si, vaya… - me empujó contra la pareced y cerró el puño.
  • Que Dougie, ¿ahora me vas a pegar? ¿Por eso te dejó? ¿O fue porque te empezabas a drogar? – dije muy seria.

Se puso muy nervioso y empezó a tirar todo lo que tenía a mano. Gritaba y destrozaba todo lo que encontraba a su paso.

Con el ruido Danny se despertó y subió corriendo. Se quedó paralizado. Yo también lo estaba y las lágrimas corrían por mis mejillas.
Le ignoró y me abrazó.

  • ¿Te ha hecho algo? – dijo preocupado.
  • No, estoy bien. Las lágrimas son por verle así. No está bien. – dije preocupada.
  • Ya ha llegado tu salvador. Qué suerte. Oye Danny, ¿ya le has contado alguna de nuestras historias de cuando nos metíamos coca? Es que creo que no le va a gustar esa faceta tuya.
  • Tu eres subnormal Dug – dijo enfadado. – Lo mejor que puedes hacer es meterte a dormir. Ya hablaremos mañana, y es una orden. No quiero terminar partiéndote la cara.
  • Al final haréis buena pareja y todo. Lo mejor de todo esto es que yo no recordaré casi nada de este bonito encuentro. – y salió del baño sin mirar atrás.

Cuando escuché como se cerraba su puerta decidí salir yo también. Estaba paralizada. Sentía que Danny me seguía, pero no tenía fuerzas para hablarle o para esperarle.

Llegué a la habitación como un robot. Me cambié de ropa, me puse algo de Danny y me metí en la cama. Cuando Danny se acostó unos minutos después y me tumbe encima suya reaccione y comencé a llorar.

No compartimos ninguna palabra esa noche. Nos quedamos dormidos en algún momento, aunque mi sueño no duró demasiado.

A mitad de la noche me desperté sobresaltada. Me acerque a la cocina a beber algo de agua cuando le escuché sollozar en su habitación. Sin poder remediarlo me acerqué a ver qué tal estaba.

Me asomé, estaba tumbado en la cama y lloraba. Entré y me tumbé a su lado. Abrazándole por detrás.

  • No puedes seguir así. Te estás matando.
  • No creo que a nadie le importe ya.
  • No digas tonterías, hay mucha gente que se preocupa por ti, demasiada. Tienes a un pecoso muerto de la preocupación.
  • Durmiendo, ya veo lo importante que soy.
  • Está borracho es todo. Tienes que dormir Dougie, mañana las cosas se verán de otra manera.

Aceptó sin decir nada, aunque todavía caía alguna lágrima por sus mejillas. Tenía la mirada cansada y triste. Me acerqué, le di un beso en la cabeza y le susurré al oído.
  • Recuerda que esta puta va a estar a tu lado para lo que necesites.
  • Y este idiota con la boca demasiado grande no tendrá vida para agradecértelo.
  • Agradécemelo poniéndote bueno.

Y salí de la habitación un poco más tranquila.

A la mañana siguiente cuando me desperté Danny estaba a mi lado totalmente dormido. Decidí bajar a desayunar, me moría de hambre.

Mientras bajaba por las escaleras llamaron a la puerta. Era Tom.

  • Buenos días. – dijo con una sonrisa y enseñando una bolsa llena de muffins.
  • Buenos días, vaya parece que uno terminó bien la noche. – dije mientras le invitaba a entrar.
  • No me puedo quejar. ¿Estos siguen dormidos?
  • Danny si, Dougie no sé. Supongo que sí. Aunque podría estar despierto en cualquier parte de esta inmensa casa.
  • ¿Qué pasó anoche para que os fuerais tan rápido? – preguntó con tono preocupado.
  • Dougie, no está bien. Deberíais hablar con él y hacer algo. No puede seguir así o se va a convertir en algo muy serio.
  • Ya lo sé, pero es difícil, se nos escapa de las manos. Hemos intentado todo y no funciona.

Mientras hablábamos Danny apareció en la cocina.
  • Anda si estás tú aquí. Menos mal, creía que me había vuelto loco y que había imaginado que alguien llamaba a la puerta.
  • Pues no, aquí estoy para buscar al niño y traeros desayuno.
  • El antiguo matrimonio separado y la nueva novia años más joven, todos desayunando en la cocina. Pues su pequeño niño tiene problemas.
  • ¿Qué ha hecho ahora? – preguntó Danny algo mosqueado.
  • Nada nuevo, pero teníais que haberle visto anoche en el baño. Me rompe verle así, tenéis que hacer algo. No sé el que pero no puede seguir así.
  • Tratándote como te trato anoche no sé cómo te preocupas así de él. No se lo merece. – dijo Danny muy serio.
  • Puede ser, pero me afecta personalmente su estado de ánimo, te tenías que haber visto tú anoche. Esto os está afectando a todos en mayor o menor medida.
  • Bueno, lo que nos faltaba, Danny se ha echado una novia y se cree que ya tiene licencia para ser la madre de todos. – dijo Dougie mientras entraba en la cocina.
  • Tío no seas mal educado, que estas en mi casa. Así que ya puedes respetar a mi novia si no quieres que te eche a patadas.
  • Como no. Pues tu novia tiene algo que me pertenece, así que por favor novia de Danny, te agradecería que me lo dieras. – dijo Dougie mirándome.
  • Pues lo siento amigo de mi novio, pero eso ahora pertenece al agua del wáter. ¿No te acuerdas? – dije con una sonrisa y manteniendo su mirada.
  • De verdad, ya podías haber seguido con tus novias mises y algo estúpidas. ¿Tú sabes lo que cuesta eso? Me debes 200 libras maja. – dijo agresivo.
  • No entiendo nada de esta puta conversación. ¿Por qué te debe 200 libras Dougie? – preguntó Tom.
  • Vaya, si no se lo has contado. – dijo Dougie mirándome.
  • No pensaba hacerlo. – dije muy seria.
  • ¿Qué tomaste anoche Dougie? – preguntó Danny enfadado y se dio cuenta de algo.
  • Ahora no vengas a preocuparte por mi Danny, llevas un mes que pasas de mi culo, no vengas ahora de padre preocupado. – contesto y salió de la cocina.

Me había mosqueado tanto que salí corriendo detrás de él.
  • Tu subnormal, ya me has enfadado, cuando cojones piensas poner remedio y comportarte como una persona adulta.
  • Tu chica de verdad, no tienes ni puta idea de nada.
  • ¿De que no tengo ni puta idea? ¿De cómo se siente uno cuando le rompen el corazón? Vamos tío, no eres el primero ni último que se sentirá así en este mundo.
  • ¿No te enseñaron a ser sensible con las personas?
  • ¿Sensible? En menos de 24 horas me has puesto de puta para arriba, no creo que deba tener ningún tipo de consideración contigo. Pero sabes algo, no eres el único que está sufriendo ante esta situación así que me puedes poner de puta y de lo que te salga de los huevos. Así no vas a quitarte el dolor que sientes y drogándote menos. Si no eres capaz de superarlo tú solo busca ayuda, pero vamos que ya has encontrado a tu grano del culo, porque cuando una persona a la que quiero está jodida por tu comportamiento se hace algo personal. Y puedo llegar a ser un grano de los que duelen. Plantéate que vas a hacer con tu vida, y deja de tratarnos como si fuéramos mierda. – y me fui hacia la habitación sin olvidarme de dar un portazo.

Estaba muy enfadada y frustrada. Y todos sabemos lo que pasa cuando me enfado y me frustro, lloro. Cuando me pasa eso lloro y mucho.

Subí corriendo las escaleras, haciéndome daño en los pies de lo fuerte que pisaba. Entré en la habitación dando otro portazo y me tumbé en la cama mientras no paraba de llorar. Estuve así al menos 5 minutos.

Cuando se me pasó un poco el berrinche me metí en la ducha, necesitaba relajarme. Como se puede ser tan nenaza pensaba. Yo sabía por lo que estaba pasando, yo había sentido eso por una persona. Eso que sientes que es la persona que debe estar a tu lado para siempre. Que te ves con hijos y planeas la boda.

Había sentido ese dolor absoluto cuando una bofetada te despierta de ese sueño y te ves sola. Sola en la cama, sola en la iglesia delante de tus amigos, sola y sin hijos. Cuando crees que nada va a poder apagar ese dolor, cuando nada tiene sentido y estas perdido en la oscuridad. Esos días en los que duele por igual verle que estar sin él. En el que hasta un hola es un brillo de esperanza aunque tú sepas, en lo más profundo de tu corazón, que es mentira, que ya nunca habrá un futuro, un nosotros.

Pero un día te levantas y el dolor ha disminuido. Puedes verle, hablarle sin esperar que te diga cuanto te quiere o que te echa de menos. Llega un momento que todo pasa. Que un rayo de luz aparece en tu oscuridad. Pero hay que ser fuerte para llegar y esperar ese momento.

Y me daba rabia que Dougie no pudiera con ello, tenía todo de su lado para sobrepasar el momento, muchísimo más de lo que yo tenía a mi lado en ese momento. Mis dos mejores amigas eran sus hermanas. Quien puede reponerse a algo así.

Y como pasa cuando me concentro en algo y le doy vuelta a las cosas, el tiempo pasó sin darme cuenta. Llegó Danny y me sacó de mi ensimismamiento.

  • Ya se han ido a casa. – dijo Danny con tono serio y con cara de pena.
  • No sabía que decirle, no tenía palabras.
  • ¿Estás bien?
  • Sí, es que no sé que decirte.
  • No tienes que decir nada, solo quiero que estés bien.
  • Yo estoy bien. – dije sin estar muy convencida.
  • No estás bien, vamos, hay pocas veces que no sepas que decir. Siempre sabes que decir. Incluso ahí abajo sabias que decir.
  • No, ahí abajo he perdido los nervios, le he gritado.
  • Has hecho lo que tenías que hacer, lo que ninguno se atrevía a decir. ¿Qué estaba tomando anoche?
  • ¿No os lo ha dicho él?
  • No, tampoco se lo hemos preguntado. Hemos estado hablando un poco. Pero estaba a la defensiva.
  • Normal, yo también lo estaría.
  • ¿Lo tiraste?
  • Sí.
  • Gracias. Por todo lo de anoche. Por estar a mi lado en general.
  • No tienes nada que agradecer. – dije mientras salía de la ducha y me ponía su albornoz. – Es lo que se hace por las personas a las que se quiere, estar a su lado incondicionalmente.
  • ¿Acabas de decirme que me quieres? – dijo sorprendido y con los ojos muy abiertos.
  • Si, acabo de decirte que te quiero. Porque te quiero.

Danny sonrió satisfecho. Sus ojos tristes cambiaron, empezaron a brillar de otra manera.
  • Solo te pido una cosa, esta vez no quiero terminar como Dougie, no puedo terminar como Dougie. – dije mientras caía una lágrima.

Danny se acercó, limpio la lágrima de mi mejilla y me sonrió.
  • Tranquila, no voy a dejar que eso pase, porque yo también te quiero, te quiero con locura.

http://www.youtube.com/watch?v=g0_b89d9vBI

lunes, 27 de junio de 2011

Capítulo 44

Esos días hubo mucho movimiento sobre el tema, aunque Danny no había dicho nada al respecto. Así que todo eran habladurías y rumores. En los que yo no salía muy bien parada. Aunque claro, era una estrella del Rock, que vas a esperar.

Todo tomó otra dimensión cuando una mañana, mientras tomaba el café en la universidad, me llegó un mail de twitter donde me avisaba de que Danny Jones me comenzaba a seguir.

Solo pude sonreír y meterme a verlo. Me quedé helada al ver que también me había escrito.

@dannymcfly I miss U.

La historia tomó otra dimensión a partir de ese momento.

De ese día tengo que destacar ciertos detalles que me sorprendieron tanto para bien como para mal. A veces pecaba de ingenuidad, demasiada.

Henry se acercó esa semana a saludar. Hacía mucho que no hablaba con él. Todos sabíamos que estaba enamorado de Amy, cosa que no era de extrañar, era demasiado guapa.

Se acercó cuando solo quedábamos Amy y yo.

  • Hola chicas. ¿Qué tal? – dijo con una sonrisa demasiado grande.
  • Muy bien. – contesto Amy amablemente.
  • Ya me he enterado de lo tuyo Rachel. – dijo guiñándome un ojo.
  • Y que es lo mío Henry. – contesté guiñándole el ojo yo también.
  • Pues que sales con Danny Jones. Que suerte. Ya tienes contactos para cualquier cosa. ¿Cómo lo has conseguido? ¿Muchos conciertos?
  • Ese comentario me enfadó muchísimo.
  • Esta de coña ¿verdad? ¿Quieres algo más? – dije muy seria.
  • Ya podrías repartir entradas Vips a tus amigos.
  • Sabes lo mejor de todo, que si daré entradas a mis amigos, vamos será el propio Danny. Pero si quieres venir, yo que tu compraría las entradas. Sino creo que te vas a quedar en casa.
  • Eres una amargada. Por eso no pasó nada entre nosotros. – dijo mientras se iba dejándome con la palabra en la boca.
  • Hijo de puta. Sujétame que le mato. – dije muy enfadada.
  • Sabías que podían pasar cosas así. La envidia es muy mala. Y ya sabes, esto acaba de empezar.
  • Ya. Pero la próxima vez que me lo cruce le pienso doblar la cara de un bofetón.
  • No lo hagas sin mí por favor. – rió Amy.


Esa tarde, ya en casa, mientras que esperaba a que Danny volviera de su viaje a Paris y países de alrededores; me llegaron dos mensajes que me dejaron helada. Me sentí afortunada. La primera en escribir fue Laura.

Rach, no te puedes creer lo que está pasando, Jones tiene nueva novia. Pero esto no acaba aquí. Yo seguiré luchando por conquistarle pase lo que pase y cueste lo que cueste.
Me alegro de que todo saliera bien. Espero verte por tu cumpleaños, porque como no vengas SANGRE. No es bromita. Love U.

No pude parar de reírme. Esta niña era maravillosa, tenía unos puntos que me mataban.

Bárbara también me escribió pero no tenía nada que ver. Y ella sí que me sorprendió.

Casi no os he hablado de Bárbara. Todavía sigo sorprendida de lo rápido que se hizo fundamental en mi vida. Era demasiado parecida a mí, pero a la vez me complementaba en muchos aspectos.

Juntas éramos como una jarra de limonada, dulce pero con un regustillo amargo. Sin apenas conocernos, éramos capaces de hablar de todo. Política, religión, futbol, cine, música, literatura. Sueños por cumplir, sobre todo sueños por cumplir, sueños que no estaban tan alejados los unos de los otros.

Era una chica imaginativa, con carácter, con las ideas claras y metas por cumplir. Daba la sensación de ser más dura y arisca de lo que realmente era. Y si eras importante en su vida, si la importabas, estaba ahí para ti, incondicionalmente.

Tenía tanto talento, tanto que contar. Lo plasmaba en historias maravillosas. ¿Qué si triunfó como escritora? Si leéis esta historia se podría decir que si lo hizo.

El mensaje que me mandó esa tarde me sorprendió, pero realmente lo agradecí. No comentó nada sobre lo mío con Jones, cosa rara en cualquier conversación esos días. Parecía que lo único que importaba era mi relación.

En cambio Bárbara me escribió para contarme una locura.

Tú, tienes que escuchar The Juice, un grupo inglés. Pero vamos a escucharlo de una forma distinta, un experimento. Leo un Fic genial de McFly… si lo sé, pero es lo que hay. Bueno en la historia la protagonista escucha a McFly sin saber cómo son o quiénes son. Haciendo importar solamente su música. Así que tenemos que probarlo, y ese grupo tiene buena pinta. ¿Qué te parece? Mi amiga Cris también lo hará con nosotras. Besos amor.

Me encantó la idea. Era genial. Cuando abrí el correo y les escuche me encantaron.

Así fueron pasando las semanas. Intentaba no meterme demasiado en twitter. Danny estaba liadísimo con el trabajo y nuestra relación era casi una relación a distancia. Pero cuando volvía casi no nos separábamos.

Una de esas mañanas, en las que Danny trabajaba y en la universidad no pasaba demasiado, decidí acercarme a tomar té con la tutora de Eduardo.

Tenía que hacer algo por él. Aunque Danny tenía razón, no sabía de dónde iba a sacar el tiempo.

La llamé para avisarla de que iba y me dijo que no había problema. Cuando llegué me hizo entrar y me sirvió té. Era una casa grande, pero vivían tantos que no daba para mucho. Ed era el más pequeño. No dejé que me contara nada de su familia, no quería empezar a actuar movida por la pena. Daba igual su pasado.

Me dijo que lo peor allí eran los fines de semana. No tenía nada que hacer, ella estaba demasiado ocupada y sus hermanos eran demasiado mayores.

Era el plan perfecto. Una vez a la semana, ya fuera el sábado o el domingo, le llevaría a pasar la tarde por ahí. Iríamos al cine, a montar en globo o a hacer alguna locura.

La idea le encantó a Louise, así que no dudó en quedar para ese mismo fin de semana.

Cuando conducía a buscarle ese sábado, justo después de almorzar, un teléfono empezó a sonar en mi coche. Lo que hizo que me tuviera que parar a buscarlo.

Era el móvil de Danny, llamaban desde el estudio.
  • Si.- contesté.
  • Hola. ¿Quién eres y porque tienes mi móvil?
  • Pues tengo tu móvil porque no puedes mantener el pene dentro de tus pantalones hasta llegar a casa.

Una carcajada se escuchó al otro lado del teléfono.
  • Necesito que me lo acerques por favor. – dijo sin parar de reír.
  • Haberlo pensado antes.
  • No me pude resistir, hacía mucho que no te veía.
  • Dos días Danny, habían pasado dos días sin vernos.
  • Pues lo que decía, mucho.
  • Eres un liante. En un rato te lo llevo.
  • Gracias amor. Te recompensaré.
  • Más te vale Jones.

Seguí mi camino hasta casa de Ed. Lo que tenía planeado para la tarde parecía que no iba a llegar a buen puerto.

Durante los primeros 10 minutos no hablamos nada, hasta que supongo que se aburrió demasiado o empezó a confiar en mí.

  • ¿A dónde vamos?
  • Buena pregunta esa. Pues en principio a llevarle el móvil a mi novio. Luego… ¿te gusta la música?
  • Si, toco la guitarra.
  • Pues entonces vamos al sitio adecuado. Espero que nos dejen quedarnos.

Cuando entramos en el edificio y les vimos. No podía creer lo que estaban haciendo. Eran demasiado buenos para mi salud mental.

Hacían carreras en las cajas de los instrumentos, dos iban dentro y otros dos empujaban. Flones contra Pudd.

  • Sentémonos a ver el espectáculo.
  • ¿Quién es tu novio? – preguntó curioso.
  • El de la camiseta marinera.
  • ¿No sabe que estamos aquí?
  • No, están demasiado concentrados. ¿Quieres que apostemos?
  • ¿Podemos? – dijo emocionado.
  • Pues claro, seguro que ellos lo han hecho. Apostamos 50 por Pudd. – dije subiendo el tono de voz.

Todos se giraron y rieron cuando me reconocieron. Todos menos Danny.
  • No me lo creo. – dijo serio.
  • Ah ni tu novia cree en ti. – dijo Harry con cara de burla.
  • Danny ¿Tu novia tiene un hijo negro? – preguntó Dougie.
  • A ver Danny, es que Harry es más fuerte y Dougie pesa menos, es solamente eso. Y Dougie, no es mi hijo.
  • Ya verás nena. Me vas a tener que pagar 50 libras en cerveza esta noche a Tom y a mí.
  • Hecho nena, además esta noche trabajo. Que comience el juego.

Mientras se preparaban Ed me preguntó.
  • ¿En que trabajan?
  • Son músicos. Tienen un grupo.
  • ¿De verdad? – sus ojos brillaron de otra forma cuando lo preguntó.
  • Si, cuando terminen de hacer el payaso, les digo que te enseñen todo esto.
  • ¿Qué toca cada uno? – dijo con una sonrisa partida.
  • El moreno y musculoso es Harry, toca la batería. El rubito de pelo largo, Dougie, es bajista. Luego está Danny.
  • Tu novio. – afirmó.
  • Si, toca la guitarra y canta. Igual que Tom, que es el que queda, el rubio de pelo corto.
  • Como mola.
  • Eso piensan ellos.
  • ¿Tú no? – pregunto con ojos de desaprobación.
  • Realmente yo también lo pienso. Pero no se lo digas. Sobre todo a Danny, luego se pone tonto.

Sonrió y se quedó mirándoles fijamente. Les miraba con admiración y sin ni siquiera hablar con ellos.

Empezó la carrera y nos emocionamos mucho.

  • Vamos Harry no me haga quedar mal. – dije gritando. – Como no vas a ganar a Jones, has comparado su brazo con el tuyo. Vamos hombre.

Y sin saber cómo, Flones ganó la carrera. No me lo podía creer. Iba a ser una noche muy larga gracias a esto.

  • Creo que mi chica me debe dinero. – dijo acercándose lentamente hacia mí.
  • Habíamos quedado que os invitaba a cerveza ¿no?
  • Tíos ¿tenéis planes esta noche? – preguntó mirando a los chicos.
  • Yo ceno en casa de los padres de Izz. – dijo Harry.
  • Bueno tío, pues tendremos que seguir la fiesta sin ti. Te vas a perder una gran noche. – dijo sin dejar de mirarme.
  • No me impresionas mirándome así.
  • No, y si hago esto.- dijo acercándose.

Me cogió por la cintura y me besó.
  • Deja de hacer el tonto. – dije cuando nos separamos.
  • Te encanta que haga el tonto. – y volvió a besarme.

Cuando se comportaba así me dejaba fuera de juego. Pero Ed no dejaba de mirarnos. Eso hizo que me diera vergüenza y me aparté de él.
  • Danny, te presento a Eduardo. Ed.
  • Hola Ed. Tío tienes enamorada a mi chica, ¿debería preocuparme por la competencia? – le preguntó muy serio Danny.
  • No tío, prometo no entrometerme. – dijo Ed también serio.

Danny le observo durante unos minutos y luego alargó su mano.
  • Me caes bien, encantado soy Danny.
  • Yo soy Ed. Tú también molas.
  • ¿Quieres que te enseñe todo esto? – dijo Danny sonriendo.

Ed solo pudo afirmar con la cabeza. Danny le volvió a sonreír y le señaló hacia donde tenían que ir.

Y así me quedé sola en medio del pasillo. Que divertido, lo que empezó como una tarde divertida, se convirtió en una tarde sola en un pasillo.

No tuve mucho tiempo para aburrirme, mi teléfono empezó a sonar. Era Joe, necesitaba mi ayuda un rato antes en el bar. Se le había puesto una camarera enferma y quería que entrara cuanto antes.

Busqué a los chicos para decirles que tenía que irme, debía llevar a Ed a casa antes de entrar a trabajar. Sino no tendría como llevarle más tarde.

  • Chicos, siento romper la diversión pero me ha llamado Joe y necesita que entre antes, así que hay que volver a casa antes de tiempo. Lo siento.
  • ¿Y si le llevo yo? – preguntó Danny.
  • Si le llevas tú ¿cuándo? – pregunté sorprendida.
  • Qué te parece si estamos aquí un rato, vamos a cenar al bar y luego le acerco yo.
  • Por favor. – dijo Ed mirándome a los ojos.
  • Vamos hombre, lo que me faltaba. – dije al mirarles a los dos. Tenían la misma mirada de súplica.
  • Va a decir que sí, no se puede resistir a una mirada como esa. – le dijo Danny a Ed.
  • Así no ayudas Danny. – dije mosqueada.
  • Venga, tonta, si sabes que te encanta la idea.
  • Vale. Os veo a las 7 en el bar. Puntuales Jones.
  • A sus órdenes mi capitán. – dijo Danny sonriendo.

Nos separamos y me fui al bar. Cuando llegaron a cenar, los 4, parecían amigos de toda la vida. Como si Ed fuera uno más del grupo.

Cenaron, rieron y luego Danny acercó a Ed. Se despidió con un abrazo. Era un niño demasiado tierno. Era genial.

Esa noche en cambio fue dura, especialmente dura. Hubo momentos en los que no me reconocí, pero era lo que tenía que hacer. Nunca llevé bien lo de ver sufrir a la gente que quería y no poder hacer nada.