lunes, 12 de noviembre de 2012

Capítulo Especial: Parte 3


Finalmente subo la tercera parte de estos capítulos especiales. Es muy largo, de ahí la tardanza. Espero que disfrutéis y espero que nos volvamos a leer pronto, aunque no se si pasará realmente. 

Mientras tanto, y por si os interesa, estamos comenzando un nuevo blog. http://stalkersgazette.blogspot.com.es/ Es de noticias y cosillas así. 

Gracias por todos los bonitos comentarios y un beso enorme. 


Después del verano que había pasado, era reconfortante tener algo de tiempo libre. Al menos eso pensé las primeras semanas. Pero después de mes y medio de vacaciones era algo que no veía tan genial como al principio. Y más cuando Danny llevaba tres semanas en Estados Unidos.

Sentía que no había grupos nuevos que publicitar, nada bueno en lo que trabajar. Pero sabia que no iba a aguantar mucho más así. Necesitaba trabajar.

Era sábado y como era normal, no tardamos mucho en levantarnos. Situación que se repetía cada fin de semana, pero con dos niños de 7 y 2 años no era algo de extrañar. Bajamos a desayunar entre risas y gritos de Kate intentado desarrollar frases que eran difíciles de comprender.

  •       Kate no grites que todavía ni he tomado café. – dijo Chris muy serio.
  •     Chris tu no tomas café. Además no hables así a tu hermana. – dije divertida.

Chris era un niño muy observador, imitaba y repetía cada uno de nuestros gestos, expresiones e incluso conversaciones completas.
  •       Tú se lo dices siempre a papa. – dijo algo molesto por mi reacción.
  •       Ya, pero es que tu padre es muy pesado por las mañanas, y yo si tomo café. ¿Qué quieres desayunar hoy? – dije cambiando de tema.
  •       ¿Café? – lo que realmente no le había gustado es que su comentario no me hubiera hecho toda la gracia que él esperaba.
  •       Si quieres puedes ponerle cacao a la leche hasta que esté del color de mi café. – y está vez sonreí exageradamente.

Me miró poco convencido y decidió dejar el tema de lado.
  •       Quiero cereales. – y expulsó un largo suspiro.
  •       ¿Tu bebé también quieres cereales a que si? – y Kate me sonrió y dijo que si con la cabeza.

Después de preparar los desayunos nos fuimos al salón. Desayunar sin televisión un fin de semana no tenia gracia. Y mientras desayunaban y veían unos dibujos típicos de sábado por la mañana, Chris hizo la pregunta clave sin ni siquiera darse tiempo a tragar.

  •        ¿Cuándo vuelve papa? – y la mitad de los cereales de su boca salieron disparados.
  •        Chris por favor no seas guarro. No va a volver nunca a este paso. – dije algo triste.
  •       ¿Nunca? – dijo asustado.
  •        Es broma. Mañana o el lunes creo que me dijo. – los vuelos transoceánicos eran complicados de cuantificar.
  •       Pues hay un coche ahí. – dijo señalando a la puerta de la calle.
  •       Es imposible que escuches algo así, la puerta está muy lejos. – dije sorprendida de lo que acababa de decir.

Él se encogió de hombros y siguió desayunando sin darle más importancia a todo aquello. Pocos minutos después la puerta principal se abrió. Y alguien habló al final del pasillo.
  •        Estoy en casa.

Chris sonrió con aire de superioridad. Me miró y salió corriendo a saludar a su padre.
  •        Kate, mira quien ha venido. Es papi. – y al escuchar la palabra papi sus ojos se abrieron de forma exagerada y comenzó a ponerse nerviosa. – Corre ve a decirle hola. – la levanté del sofá y la puse en el suelo.
  •        Daddy, daddy, daddy. – y salió corriendo a buscarle.

Seguí sus pasos hasta la puerta del salón y les observé desde allí. Era una bonita estampa verles a los tres dándose besos y hablando sin parar. Esperaba que no tuviera que irse al menos en unas semanas. Y unas ganas enormes de llorar me inundaron en ese momento.

  •        ¿Y mamá? – le preguntó a Kate mientras la sostenía en sus brazos.

Kate señaló hacia el salón y los ojos de Danny tomaron esa dirección. Cuando me vio allí de pie sonrió. Había echado de menos esa enorme sonrisa. Le saludé con la mano levemente y yo también sonreí.

  •         Chris coge esas bolsas y vamos al salón a ver vuestros regalos. ¿Quieres ver tu regalo, preciosa? – le preguntó a Kate dándole un sonoro beso.

Y Kate dio un pequeño grito de alegría. Cuando llegaron a mi lado, Danny dejó a Kate en el suelo y ella siguió a su hermano de camino al salón.
  •         ¿No piensas venir a saludarme? – preguntó Danny divertido.
  •         No quería interrumpiros.

Abrió sus brazos y no tardé más de unos segundos en sumergirme en su pecho. Y esas extrañas ganas de llorar volvieron y está vez no pude contenerme. Aunque estaba extrañada, no entendía porque estaba llorando.
  •         Oye. – Danny estaba igual de sorprendido que yo. – Pero no llores.
  •         No se porque lloro. Esto es raro. – dije mientras me separaba de él e intentaba volver a la normalidad. – Debo encontrar un trabajo pronto.
  •         Puede que haya encontrado algo para ti. – y su cara se tornó algo oscura.
  •         ¿Si? No me des falsas esperanzas. – no podía ser verdad.
  •         Si, ¿pero puedo tomar café antes de hablar de negocios? De donde yo vengo es muy de noche.
  •         Me gusta la idea del café.
  •         ¿Si te doy un beso vas a llorar también? – dijo tanteando el terreno.
  •         Creo que no, excepto que se te haya olvidado como hacerlo. – reí.
  •         No, he estado practicando por Estados Unidos. – y ese comentario no era gracioso a estas horas de la mañana después de tres semanas fuera.
  •         ¿Nadie te ha dicho que no eres nada gracioso?
  •         ¿No lo soy? Hoy no es mi día, mis abrazos te hacen llorar, me entero de que no soy gracioso, no se en que hora vivo.
  •         Deja de quejarte y vamos a por café. – deposité un dulce y rápido beso en sus labios y fui hacia la cocina.
  •         Vaya beso más pobre. – murmuró mientras me seguía hasta la cocina.

Cogí un par de tazas y las llené con café. Me alegraba tanto de que hubiera vuelto a casa. Y encima decía que traía trabajo para mí. Todo parecía volver a moverse hacia la dirección correcta.
  •         Cuéntame ¿Qué trabajo tienes para mí? – dije mientras le pasaba su traza de café.
  •         A ver no es mio, vamos no es para nosotros. Al concierto del otro día en Nueva York vino Niall Horan y nos comentó que él y los chicos estaban pensando en volver a juntarse. – dijo relajadamente mientras tomaba café.
  •         ¿Quién? – dije algo confundida.
  •         Raquel despierta, toma un trago de café anda. Niall, vuestros “bebes”, One Direction. ¿Los recuerdas?
  •         OMG. ¿Van a volver a juntarse? Eso si que sería un buen trabajo. – y un montón de ideas y antiguas noticias se juntaron en mi mente.
  •         Pues vuelve en un par de semanas a Inglaterra y ha dicho que le encantaría comer contigo y charlar sobre negocios. – dijo satisfecho.
  •         ¿Cómo voy a dejar de quererte si haces estas cosas tan bonitas por mí? – y estaba vez el beso fue algo más beso que el otro.

De la emoción comencé a bailar alrededor de la mesa de la cocina. Cogí mi café y di un gran sorbo.
  •         Sabía que te iba a gustar el reto. Ahora sal ahí y consigue el trabajo.

Tuve que parame y respirar un par de veces. Había comenzado a sentirme fatal. Y tras salir corriendo a vomitar, y mientras volvía a la cocina, las mismas cuentas y sentimientos encontrados corrían dentro de mi cerebro. Igual que ya había pasado dos veces anteriormente.
  •         ¿A dónde has ido? Me has dejado con la palabra en la boca. ¿Estás bien? – mi preocupación se había apoderado de mi cara.
  •         Depende si lo que acaba de pasar es porque estoy embarazada, si es así no mucho. – dije sin dar más rodeos al tema.
  •         ¿CÓMO? – Danny se levantó de la silla de un salto. - ¿Has vomitado?
  •         Aja.
  •         ¿Me puedo alegrar? – lo único que se movía era su boca. Estaba parado esperando una reacción por mi parte.
  •         No es seguro, puede que haya sido culpa del salto y no de una cosa creciendo dentro de mí. – aunque en mi interior sabía que la segunda opción era mucho más probable.
  •         No creo, las otras dos veces no falló. – y en sus ojos pude leer la felicidad contenida.
  •         ¿Por qué te alegras? Me haces sentirme una persona horrible. – y las ganas de llorar volvieron.

Él se acercó hasta mí y me abrazó.
  •         Tu también te alegras boba, solo es cosa de la sorpresa. De todos modos esperemos a confirmarlo y luego nos alegraremos. – y me mantuvo entre sus brazos hasta que mi corazón dejó de latir a tanta velocidad.
  •         Pero es que si estoy embarazada ya no tiene sentido empezar con un proyecto así. No van a querer trabajar conmigo joder. – había decidido no volver a separarme de sus brazos.
  •         Vamos a ver. – me separó de sus brazos rompiendo la fuerza que ejercía y me hizo mirarlo a los ojos. – Primero no creo que cuando te quedas embarazada dejes de pensar. Incluso hay días que parece que el cerebro del bebe lo utilizas tu también. Y ese proyecto es difícil de que salga bien, necesita mucho trabajo y bastante tiempo para hacerlo bien. Creo que te da tiempo a parir tres veces incluso. – sabía que tenia razón pero todo era complicado.
  •         Pero no es solo el embarazo Danny. – y comencé a caminar alrededor de toda la cocina. – Se supone que dentro de nueve meses habrá otra personita pequeña y preciosa aquí. Más un niño de 7 años y otra de 2. Es decir tres personitas a mi cargo, más todo el trabajo que conlleva. Vamos creo que incluso es mejor el tiempo del embarazo para trabajar. – estaba empezando a hiperventilar.
  •         ¿Puedes sentarte y calmarte por favor? Lo primero que voy a hacer es tirar el café de tu taza y prepararte un té. – mi cara no cambió mucho con el hecho de tirar café. – Y con tu permiso yo me voy a terminar el mio porque no puedo lidiar con esta situación sin café hoy.

Asentí con la cabeza y comencé a respirar. Puede que estuviera flipando un poco, demasiado. Y pasó algo que hizo que todo tomara otra dimensión. Kate entró corriendo a la cocina con el regalo que le había comprado su padre en la mano. Solo corría por la casa, paseándolo y gritando. Era tan bonita.
  •         Joder. Es que luego haces hijos muy bonitos. – suspiré.
  •         Si, se nos da bien hacer hijos. Y practicar para hacer hijos todavía mejor. – me pasó mi taza esta vez con té y se sentó enfrente mía.
  •         ¿Qué vamos a hacer? – no sabía realmente lo que necesitaba para volver a sentirme segura y no al borde de un precipicio.
  •         Pues ser felices. Todo va a salir bien. Tengamos otro bebe o no. Rach tenemos dinero para contratar ayuda. – eso no ayudaba.
  •         Pero los hijos no son cosas que dejar a otros para criar. – mi explicación no le había gustado. No me había explicado bien y Danny se había ofendido.
  •         Sabes que no me refiero a ese nivel. Pero somos dos.
  •         No es como si trabajaras en un banco.
  •         Raquel. Vale. Lo hemos hecho dos veces más. Este verano incluido. Dos niños pequeños y dos giras así que no seamos pesimistas. Encontraremos la solución. Tú siempre lo haces. – y me miró con esa mirada que hacia que todo volviera a tener sentido. Esa mirada de confianza y amor.
  •         Te quiero Danny.
  •         Lose, es que soy encantador, guapo, atractivo…
  •         No te pases majo, que me has dejado embarazada por tercera vez.
  •         Para que luego se metan con mi pene. – tumbó parte de torso sobre la mesa y se inclinó para besarme.

(…)

La mañana había sido tranquila, los niños estaban pasando el día con su abuela y Danny estaba recorriendo el país de radio en radio. Esa tarde tenía cita con el médico y había encontrado la acompañante perfecta para ir.

María estaba algo más embarazada que yo, un par de meses antes se había quedado embarazada y no creo que viviéramos de una forma muy normal esos meses. Los chicos viajaban mucho en ese momento y nosotras intentábamos ser la pareja de la otra a la hora de ir al médico, llorar porque una mosca se había empotrado contra la ventana o comer de forma desmesurada.

Llamaron a la puerta y cuando fui a abrir la vi algo inquieta.
  •         De verdad tengo una niñera algo limite, o espero que su estupidez sea a causa de eso. – dijo mientras caminaba hacia el salón.
  •         ¿Qué ha pasado? – me estaba preocupando.
  •         No va la idiota y mata una araña que había en la encimera. De verdad.

No pude hacer otra cosa que reír, este embarazo la estaba volviendo loca.
  •         ¿Te parece gracioso? ¿Nos vamos a tomar un café? ¿Te apetece?
  •         Oye no te pases, lo tuyo es cruel. Sabes que no puedo vivir sin el café. Y tu te estas volviendo loca, ¿qué esperas que haga? Es una araña y estaba en la encimera. No te preocupes por ella, sé que irá al cielo de las arañas.
  •         Dougie la hubiera cogido con cuidado y la hubiera sacado al jardín para que fuera con sus bebes arañas. – dijo melancólica.
  •         Es cierto, Doug tiene una cierta sensibilidad por los animales feos y asquerosos. ¿sus bebes arañas? ¿Quién eres, yo? – no era normal que María imaginase historias a una araña muerta.
  •         A lo mejor debemos dejar de ser amigas. – dijo muy seria.


Pero a mi me hizo reír de forma exagerada.
  •         María si te preocupa tanto despide a tu niñera. – dije intentando contener la risa.
  •         Que exagerada eres, ni que hubiera pegado a un perro. Solo era una araña. – si, se estaba volviendo loca.        
  • ¿Que te parece si nos vamos al medico y luego te invito a un no café? – era mejor dejar el tema de los animales por el momento.
  •         Vale no amiga. – me sonrió levemente y nos fuimos hacia la puerta del garaje.

El camino hasta el médico pasó entre risas y cantos. Y claro también entre alguna que otra discusión. Parecíamos dos niñas pequeñas discutiendo por cosas que no tenían sentido. Incluso a veces era difícil comportarse de forma normal en público, porque en esos momentos hablábamos en castellano y de verdad esperábamos que nadie llegara a comprender lo que nos decíamos la una a la otra. Fue sin lugar a dudas mi mejor embarazo.

Cuando me llamaron en la sala de espera para entrar en la consulta, me di cuenta que María no me estaba siguiendo.

  •         Vamos. ¿no quieres ser la primera en conocer a mi pequeño bebe pecoso? Seguro que no se sabe el sexo pero si veremos sus pecas. – bromeé.
  •         ¿Ya nos han llamado? Estaba distraída. – y se levanto de esa forma graciosa que se levantan las embarazadas en las películas, bueno, y en la vida real.
  •         Espero que no sigas dándole vueltas a lo de la araña Petra. – y volví a abrir la caja de Pandora. O más bien el Arca de Noel
  •         No, se me había olvidado hasta este momento. Y vamos no ayuda nada que dotes a la araña muerta de nombre. – y su cara cambio dando a entender que volvía a estar triste por la araña.

Pasamos sin darnos cuenta de que el ginecólogo era otro. No era mi ginecólogo de siempre.
  •         Buenas tardes. – dijo el guapo ginecólogo.
  •         Disculpe, parece que nos hemos confundido de consulta. El embarazo no nos sienta bien. – dije confundida.
  •         No, está bien, su médico ha tenido una urgencia y me ha pedido que me ocupe de sus pacientes por esta tarde. – y nos dedico una preciosa sonrisa.
  •         Ningún problema. – María se adelantó a cualquier respuesta por mi parte y se sentó en una de las sillas.

El aceptó con la cabeza y volvió a sonreír. No era una actitud adecuada para unas mujeres embarazadas con maridos de gira. Estuve a punto de coger algo de la mesa y tirárselo a la cara, pero no pude. Era tan guapo.

  •         ¿Puedo preguntarles si son pareja? – dijo algo contrariado.

María se quedó blanca y me miró. Realmente en ningún momento me hubiera imaginado nada parecido, y mira que mi cerebro llegaba a recrear situaciones difíciles de ser cumplidas.
  •         Eh… no. Cada una tiene un marido que ha sido el culpable de que ahora estemos aquí sentadas llevando un par de bebes dentro. Si fuéramos pareja solo una de nosotras estaríamos en esta situación ¿no cree? – para ser médico no era muy listo.
  •         No se puede creer lo que he llegado a ver. – de donde habría salido este tío y donde pasaba consulta.
  •         Nuestros maridos son músicos, están de gira. – y cuando terminó la frase se dio cuenta de lo que había dicho.

La miré esperando que me explicara con la mirada porque había dado esa información al doctor guapo. Pero ella estaba igual de sorprendida que yo.
  •         ¿Les conozco? – era un médico muy entrometido.
  •         No creo – me adelanté a contestar. – Hacen música de esa eclética, en países como Rumania, la antigua Europa del este. No se muy bien donde han ido esta vez.
  •         ¿Esta bromeando? ¿Quiere cambiar de tema?
  •         Principalmente. Quiero saber si el bebe va a ser igual de feo que su padre o se parece más a mi. – bromeé.

Pasamos a la zona de las ecografías y tras unas preguntas de rutina y ciertas revisiones básicas pudimos ver por primera a mi bebe en esa pequeña pantalla de horrible resolución. Y tras unos minutos el ginecólogo se dio cuenta de algo, algo en parte maravilloso y no tanto.

Salí de la consulta con ganas de llamar a Danny, vamos tenia que saberlo cuanto antes. Estaba demasiado acelerada para sentarme, conducir o cualquier otra acción que no fuera andar. Pero María no estaba por la labor de recorrerse medio Londres detrás mio.

Cogí el teléfono y le llamé.
  •         ¿Puedes hablar? – dije antes de que dijera nada. - ¿Nos escucha alguien?
  •         ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? – le había asustado.
  •         Gemelos. Son gemelos. Dos niños. – empezaba a hiperventilar.
  •         ¿GEMELOS? – gritó al otro lado del teléfono. – Voy a coger un avión ahora mismo. – parecía que ya no era la única atacada.
  •         Deja de decir tonterías, no voy a parir. Pero vamos a tener dos bebes, a la vez, iguales. Oh Dios mio… - y la ilusión se nubló por el verdadero dato. – Cuatro hijos.
  •         Que dices, es genial. Vestiremos a cada uno de una Selección, de parejas típicas del cine. Va a ser muy divertido. – y me hizo reír como la mayoría de las veces.
  •         Nuestras conversaciones no tienen sentido lo sabes ¿verdad?
  •         El sentido que nosotros le queramos dar. Enhorabuena mama. – y en ese momento odie su agenda más que nunca.


(…)

Sin darnos cuenta había llegado la navidad. Toda la casa se había convertido en una gran exposición de trastos navideños. Un árbol enorme, millones de luces. Había quedado precioso.

Esa mañana había quedado a tomar algo con lo que había sido una vez un fenómeno fan. Aquellos cinco chicos habían conseguido muchos discos de platino. Recuerdo como criticábamos a toda su organización y como inventábamos formas de hacerlo mejor que ellos. Lo solíamos hacer con todos los grupos. Bueno con los que tenían un equipo pésimo.

Danny seguía dando vueltas por el mundo, aunque dentro de un par de días volvería a casa y cogería unas merecidas vacaciones.

Mientras tanto yo intentaba conseguir el trabajo más arriesgado de mi vida hasta ese momento y no iba a dejarlo escapar tan fácilmente. Aunque esa mañana ya tenía planes desde hacía mucho tiempo, pero parecía que esa vez no iba a poder ser.

Llamaron un par de veces a la puerta hasta que abrí. Hacía unos cuantos meses que no nos veíamos y realmente me di cuenta que había algo distinto en su mirada. Creo que incluso estaba más guapo de lo normal.
  • -        Vaya… estás preciosa. – si, yo también había cambiado un poco en los últimos tres meses.
  • -        Solo estoy embarazada, no me haga la pelota. – y me acerqué a Ed y le abracé.

Ed era otro hijo más para mí, aunque ni por edad ni genética lo fuera. Le había conocido jugando al balón cuando tenía 11 años y desde ahí formó parte de mi vida. Aunque todo se hizo más formal cuando a los 15 y en plena adolescencia se vino a vivir con nosotros.

Le acogimos, le pagamos la universidad y después de muchos años se había convertido en un hombre adulto y era policía. Estaba muy orgullosa de él.
  • -        Antes de nada te quiero presentar a alguien. – y de repente apareció una chica a su lado. – Esta es Lauren, Lauren mi madre. O algo así. – y sonrió.
  • -        Encantada. – estaba sorprendida.
  • -        He escuchado hablar muchísimo de ti, es un placer. – dijo ella.
  • -        Vaya, me gustaría poder decir lo mismo, pero parece que a Ed se le olvidó decírmelo. – vaya, Ed tenía nueva novia.
  • -        Quería que la conocieras antes de hablarte de ella. Es una chica estupenda. – y parecía enamorado.
  • -        Anda pasar que hace mucho frio ahí y me voy a poner enferma. – era finales de diciembre y de verdad Londres no era la ciudad más calurosa en esa época del año.

Entramos hasta el salón donde estaban Chris y Kate jugando. Cuando Chris le vio salió corriendo a abrazarle. Para Chris si era su hermano mayor en todos los sentidos. Pero Kate no se inmutó hasta que Ed fue a saludarla. Ella le sonrió al reconocerle y pareció alegrarse.
  • -        ¿Y los perros? – preguntó sorprendido de que no hubieran salido a saludarle.
  • -        Están en el porche, es que hoy tengo una reunión aquí y no quería sorpresas ni perros corriendo detrás de desconocidos. – aunque posiblemente los perros les hubieran conocido tiempo atrás.
  • -        Nunca te han caído bien. – rio Ed aunque su cara intentaba ser seria.
  • -        Déjame en paz. Bueno cuéntame algo sobre tu chica. – a ver nunca hubiera comprado perros por mi cuenta, pero eran parte de mi familia.
  • -        ¿Has dicho que tienes una reunión hoy? – preguntó Ed confundido.
  • -        Si, ha habido un cambio de planes, no voy a poder ir hoy con vosotros. – me sentía muy culpable. Esto era una tradición familiar.
  • -        Ni D ni tú. Vaya reunión familiar. – parecía decepcionado.
  • -        ¿Cómo sabes que Danny no está? – estaba sorprendida.
  • -        Te recuerdo que tengo un calendario, que me envías cada mes informándome de cualquier concierto y evento que tiene. Y además me llamo hace poco.
  • -        Estuvimos hace poco viéndoles tocar y de verdad son geniales. – le completó Lauren. Aunque por la cara de Ed no había dicho algo que le gustara.
  • -        Aja… No voy a decir nada más. ¿Algún secreto más compartís tu padre y tú que deba saber? – iba a matar a Danny, había conocido a la novia y no me lo había contado.
  • -        No te pongas celosa, coincidió que estuvimos en Manchester y ellos también. Le pedí que no te lo contara, quería ser yo quien te diera la noticia. Además me dijo una cosa. – y su sonrisa se tornó a malvada. – Gemelos. ¿Cómo no me llamaste?
  • -        Porque te lo quería decir a la cara. – me defendí. – Si que has hablado con Danny últimamente.
  • -        No vamos a discutir. – zanjó el tema. Sabía lo que debía decir y no - ¿Qué reunión tienes que es tan importante como para romper tus propias tradiciones navideñas? – tenía curiosidad.
  • -        Es que era el único momento que tenían libre y necesito trabajar o me voy a volver loca. No se si recuerdas una boyband que salió de Factor X cuando tenias 12 años o así. Que estos les escribieron alguna que otra canción.
  • -        Vuestros hijos. – pues si, se acordaba.
  • -        Esos. Pues quieren volver, y Danny les ha dicho que yo estaría interesada en trabajar con ellos. – y lo saqué de mi como si algo me estuviera aplastando el pecho.
  • -        ¿Tus hijos? – y Lauren miró a todos los niños que había allí, incluido Ed y pareció descolocada.
  • -        Aquí donde la ves, allá por esa época – comenzó a relatar.
  • -        Lo sigo haciendo. – sabía lo que la iba a decir.
  • -        Bueno tiene la necesidad y costumbre de poner nombre, sobrenombre, mote a cualquier persona del mundo del espectáculo. Además de calificar a los hombres en tres grupos distintos. – y no supo si debía explicarle lo de los tres grupos el primer día.
  • -        Cuando este grupo se hizo famoso, mis amigas y yo, teníamos como veintitantos y ellos iban dirigidos a adolescentes. Nunca hemos sido muy fans de la música de boyband pero nos hacían mucha gracia, siempre fueron cinco chicos graciosos y con carisma. Así que les apodamos nuestros hijos, nuestros bebes. – y tuve que sonreír al recordar esos tiempos.
  • -        Lo peor es que coincidían en conciertos de McFly, en fiestas privadas. – Ed parecía algo avergonzado, pero era él el que había sacado el tema.
  • -        Claro, es que eran buenos amigos de nuestros novios. Pero ellos no sabían como les llamábamos. – intenté hacer memoria por si estaba mintiendo.
  • -        Vaya, parece que hayas tenido una vida muy interesante. – y me dio la sensación de que realmente la había encantado escuchar esa historia de locura.
  • -        Puede que cuando vayas conociendo a la familia cambies esa expresión por terror. No somos una familia muy normal. – mejor que estuviera preparada y no pensara que éramos una familia convencional.
  • -        Ya verás cuando las veas a las cinco juntas. Son una locura. – y me guiño el ojo.
  • -        María esta embarazada. – dije al acordarme. – La podrías llamar un día de estos.
  • -        Lo se. Me lo dijo Dougie cuando estuve viéndoles. Y hablé con ella hace unas semanas. – y en ese momento supo que le iba a caer una buena.
  • -        Iros a pasar el día a Londres y a cumplir tradiciones anda. Y espero que no tengáis planes para cenar porque os espero aquí. Bueno no es que vayamos a cenar aquí. Ya lo decidimos cuando volváis. – prefería no hablar del tema.

Después de preparar a los niños y convencer a Ed de que se llevara mi coche se fueron los cuatro a pasar el día por Londres. Era una ciudad preciosa en navidad.

Comencé a ponerme nerviosa poco después y mis hormonas no ayudaban absolutamente nada. Una hora después de quedarme sola llamaron a la puerta. Y creo que nunca había temblado tanto como esos segundos en los que tardé en recorrer el pasillo que llevaba a la puerta de la calle.

Cuando la abrí encontré a dos hombres ataviados de abrigos y gorros. Hacía mucho frío fuera. Había que decir que a lo largo de su carrera musical fueron siendo más y más guapos y los casi cuarenta les sentaban estupendamente. Sobre todo a Louis, que tenía los rasgos perfectos. Ambos con ojos azules y pelo claro, Louis mucho más que Niall. Le quedaba mejor el pelo oscuro, hacía mucho más llamativos sus ojos.

Ambos me saludaron con un dulce beso en la mejilla y pasaron al salón.
  • -        Vaya. ¿Louis te acuerdas cuando vinimos la primera vez a grabar aquí? Ha pasado tanto tiempo. – dijo Niall mientras analizaba todo de forma nostálgica.
  • -        Ha pasado mucho tiempo si. – le contestó Louis mucho más serio. Parecía que él recordaba algo más doloroso.
  • -        ¿Queréis un café, té? – ofrecí.
  • -        Algo que no te cueste, que no queremos hacer trabajar a una mujer embarazada. – puntualizo Louis. – Enhorabuena. – y me dedicó una de esas sonrisas llenas de cariño.
  • -        Por favor, no es nada, tampoco os he ofrecido una gran cena. Todavía es pronto. – bromeé.

Tras un par de negativas más conseguí ofrecerles algo caliente que tomar. La conversación no fue muy lejos, ya que llamaron a la puerta. Me disculpé y fui a abrir preguntándome quien sería.

Al verle allí con esa cara de enfadado no me lo pude creer. No esperaba a ninguno más del grupo. Esperaba que no solo viniera Niall, pero tampoco había preguntado quienes vendrían.

  • -        Harry. – estaba muy sorprendida.
  • -        Siento el retraso. – dijo al verme intentando cambiar su expresión. – Tuve un problema con las llaves de mi coche. Aunque lo normal es que no las hubiera tenido que necesitar. – él también depositó un beso en mi mejilla y le acompañe hasta donde estaban sus amigos.
  • -        ¿Harry? – dijo sorprendido Niall. – Pensaba que no venias. – y esta vez miró a Louis.
  • -        ¿Louis podemos hablar un momento por favor? – si, estaba enfadado con él.
  • -        Estamos en una reunión de trabajo. – y le miró desafiante, su mirada se mantuvo más de lo normal.
  • -        No me hagas decirlo delante de todo el mundo, aunque seguro que nos ha visto en situaciones mucho peores. – y tenía razón. Su relación siempre fue muy difícil.

Louis sabiendo que tenia razón y que las amenazas iban enserio se levantó y fue con Harry a la cocina.
  • -        Pensaba que ya no estaban juntos. – pregunté a Niall.
  • -        Han pasado mucho tiempo separados, pero nunca hubo algo que les hiciera romper, solo se separaron por sus trabajos y no se veían lo suficiente como para seguir juntos. Y tampoco era fácil para ellos todo lo que suponía su relación. ¿Fue una de tus amigas la que en una fiesta se acercó a Harry y le dijo: Hijo, no te preocupes, todo va a salir bien?

Y tuve que reírme. Si pasó eso una vez, pero es que era tan doloroso verles algunas veces. Siempre pensé que hacían la pareja más bonita del mundo. La conversación no duró más ya que Harry y Louis volvieron a unirse al grupo.
  • -        Perdónanos, esto no hubiera pasado si Louis me hubiera esperado esta mañana o no me hubiera escondido las llaves de mi coche. – y Harry se sentó al lado de Niall.

El cual le dio la mano en forma de saludo. Parecía el unificador de la pareja, les miró con algo de dolor y negó con la cabeza. Esto no era buena señal.
  • -        No hemos venido a discutir sobre si volvéis a acostaros o no ¿vale? – parecía avergonzado.
  • -        Aunque es importante saber si vuestra relación puede perjudicar a los negocios. – me colé en su discusión.
  • -        No creo que seamos un problema, somos Harry y Louis, si pudimos con novias falsas y todo aquello podremos con esto. – se notaba que iba a ver más de una noche como la anterior.
  • -        Pero no tenemos veinte años, salga o no con Louis … - Niall le interrumpió.
  • -        Que va a ser así en unos días.
  • -        Cállate Niall, no voy a mentir sobre ninguna de mis relaciones, sean mujeres u hombres.
  • -        ¿Ahora vas a salir con mujeres? – dijo algo molesto Louis.
  • -        A ver, obviamente no tenéis veinte años ni vais a vender a niñas que los tengan. Las cosas van a ser totalmente distintas, es como si todo lo demás no existiera. Aunque sabemos que está ahí. Por mi está bien que salgáis con quien queráis y lo contéis o no. Bueno hasta un punto, tampoco os voy a dejar hundiros. Sabéis a lo que me refiero.
  • -        Continua. – me animó Niall.
  • -        He tenido una idea, para comenzar a preparar vuestro regreso, para que la gente vuelva a saber de vosotros como un equipo.
  • -        Esto me va a gustar. – Louis parecía emocionado.
  • -        Deberíais publicar una biografía, contar todo lo que nadie espera, toda la verdad. – y la sorpresa apareció en sus caras. Intentado comprender la idea del todo.
  • -        Eso podría dejar a mucha gente con el culo al aire. – Harry fue el primero en comentar.
  • -        No hay mejor forma de volver que por la puerta grande.

domingo, 14 de octubre de 2012

Capítulo Especial: Parte 2


Me metí en la cama aquella noche pensando en el día que se acercaba. Sabía que no iba a dormir demasiado, pero me daba igual. Al día siguiente, Christopher cumpliría 5 años. No podría creer que ya fueran cinco. Una sonrisa boba se instaló en mis labios.

  • -     ¿En que piensas? – me preguntó Danny mientras se metía en la cama.
  • -   Mañana es su cumpleaños. – dije como una niña la noche antes de navidad.
  • -     Vaya, así que hoy no toca dormir. – parecía cansado.
  • -     Vamos hombre si dormiste la noche que di a luz. Cuando tú duermes no hay cosa que te haga despertar. Excepto los terremotos. – y tuve que morderme el labio para no reír.

Me miró con cara de pocos amigos, no le gustaba que me metiera con el en ese tema.
  • - Los terremotos dan miedo y punto. Te acabas de quedar sin sexo de celebración del cumpleaños de tu hijo. Además claro que dormí esa noche, no te puedes creer la semana que me diste, estuve toda la semana sin dormir bien.
  • -   Claro, ¿te crees que yo dormí bien? Estaba gorda como nunca en mi vida y tu hijo no dejaba de moverse. No se puede dormir así. Inténtalo tu gracioso. – había estado unos días fuera y había echado tanto de menos estas discusiones absurdas.
  • -   Vale, me pienso quedar embarazado para demostrarte como se duerme una semana antes de parir.
  • -   Ya, si total con que no haya un terremoto tú no tienes problemas. – y esta vez si que reí.

Suspiró y decidió que no quería seguir la conversación. Danny no se enfadaba por estas cosas pero sabía como dar por terminada una conversación. Se tumbó y se giró dándome la espalda. Y esos eran los momentos en los que me sentía mal y tenia que pedirle perdón. Sabía conseguir lo que quería. Me acerqué a él y le di un dulce beso en la mejilla
  • -     Lo siento amor, prometo no despertarte esta noche. Ten dulces sueños. – y volví a mi lado de la cama.

Danny se giró y me miró con una sonrisa en los labios.
  • -     Eres idiota.
  • -     Ya, pero es muy fácil manipularte. Ya que mañana Chris cumple 5 años ¿quieres que hagamos otro precioso bebe? – dijo acercándome a mi cuello y dándome un beso que hizo que se me erizara todo el bello del cuerpo.
  • -      Lo siento, es que estoy castigada sin sexo. Además hasta después del verano tengo muchísimo trabajo así que no quiero más bebes llorando por aquí. Suficiente con los dos que ya tengo. – y me miró con cara de pocos amigos. – No me mires con esa cara. Deja de hacerme sentir mal. Además eres tu el que me ha castigado sin sexo.

Y una sonrisa malvada se apoderó de la mayor parte de su cara.
  • -     Te odio. – no había marcha atrás.
  • -     Bueno en un par de minutos dejarás de hacerlo así que.
  • -     Pero nada de bebes, repíteselo incansablemente a tus amiguitos.
  • -     Nada de bebes. – rio mientras me besaba.

Sucedió horas después lo que ambos esperábamos. Como si mi cerebro tuviera un despertador incorporado, como ya había pasado hacía cinco años, volví a despertarme a las 5 de la mañana. Pero esta vez sonreí en vez de maldecir, como solía pasar si me despertaba a esas horas.
  • -     Danny, son las cinco, las cinco. – dije moviéndole lentamente.
  • -   Raquel déjame dormir. ¿Todos los años igual? – me contestó muy molesto.
  • -      Claro, sino no sería una tradición. Sigue durmiendo, yo ya me voy. – le di un suave beso en la frente y salí de la cama.
  • -     No lo dudes, excepto que haya un terremoto todo irá bien. No despiertes a nuestro hijo anda.
  • -        Ahora no, en un par de horas. Todavía quedan un par de horas para las contracciones.
  • -        Loca.


Y bajé las escaleras igual que hice cinco años atrás, esta vez sin estar embarazada. Pero algo más había cambiado en estos años. Esta vez no nevaba como pasó esa noche de enero. Abrí la ventana para comprobar el olor, pero nada se podía comparar con ese olor a nieve recién caída. Esta vez olía a tierra mojada. Cogí una manta y me enrolle en ella antes de sentarme a escuchar la lluvia caer. Era raro, lo sabía. Pero nunca me había preocupado de hacer las cosas de una forma convencional, y no iba a pasar después de tantos años de vida.

Fui hacia la cocina y puse agua a hervir. Esta vez sin hablarle a mi tripa, ya que eso si que hubiera sido raro. Sonreí con el hecho de estar despierta a las 5 de la mañana, preparando té. Sola. Pero sabía que si subía a la habitación no podría dormir. Ya sabéis, cosas de loca.

Cogí mi taza de té, la dejé sobre la mesa y fui a buscar los DVDs de las Chicas Gilmore. Esa noche en la que Chris nació estaba tan cansada de estar tan incomoda y no poder dormir que todo me hacia enfadar. Pero cuando vi la nieve algo cambió, como si una parte de mi supiera que había llegado el día. Y tuve la necesidad de ponerme a ver la serie. Sentarme y esperar. Me senté en ese sofá y me puse mis capítulos favoritos. Explicando a un bebe que ni siquiera había nacido todo lo que había que contar a alguien que no sabia nada de esa madre y esa hija.

Y así hice los siguientes años de mi vida. Me sentaba a las 5 de la mañana, con una caliente taza de té a ver la mejor serie de la historia mientras sentía el frio de enero en mi cara. Aunque algunos detalles cambiaron a lo largo de los años.

Sin darme apenas cuenta, comenzó a amanecer. De repente, sentí como Danny se sentaba a mi lado y temblaba del frio que hacia.
  • -        Esto no se puede aguantar, vamos a morir congelados. ¿Puedo cerrar la ventana por favor? – le sonreí y acepté con la cabeza.

Se levantó corriendo a cerrar la ventana y a encender la calefacción. Y luego sin aminorar su paso se sentó en el sofá y se cubrió con una manta.
  • -        No estaría bien que muriésemos el día de su cumpleaños.
  • -        ¿Qué haces aquí? – estaba sorprendida.
  • -        Tu móvil empezó ha sonar sin parar. En la pantalla ponía Cumple Chris. A las 7 de la mañana tu móvil te avisa que es el cumpleaños de tu hijo. Es normal, no solo la hora, sino que se te pueda olvidar el cumpleaños de tu hijo. – y dio un sorbo a su té.
  • -        Danny no soy normal, me he levantado a las 5 de la mañana a ver una serie del año 2000. No se porque te extrañas.
  • -        No me extraño, pero me ha despertado. Un miércoles a las 7 de la mañana. Cuando puedo dormir hasta las 8, siendo yo hasta casi las 9.
  • -        Dile a Tom que me de las gracias cuando te vea. Y ahora calla que veo la televisión. Encima que hago tiempo para no despertar a tu hijo.

Negó con la cabeza, todo aquello ya no tenia arreglo. Solo podía resignarse y esperar a que terminara el capitulo. Movió su culo por el sofá hasta acercarse lo suficiente para poder pasar su brazo por detrás de mi cabeza y recostarme sobre él. Le miré un par de segundos y le sonreí. Sabía que no entendía porque hacia algo así, pero también sabía que no iba a juzgar aquello. Solo me miraría y negaría con la cabeza un par de veces a lo largo del día.
  • -        Lo raro, dentro de toda esta locura de día, es que la alarma no te la pongas a las 5. – y otra vez más intentó encontrar sentido a algo que no tenia forma alguna de hacerse entender.
  • -        No quiero despertarte, es muy temprano. Es que se me ha olvidado arriba el móvil, no era mi intención. – me disculpé.
  • -        Me despiertas tú. Cada año me mueves y me dices: Danny son las cinco. Las cinco. Lo dices dos veces, ya sabes por si no me ha quedado claro que son las cinco y la loca de mi mujeres se va a levantar a congelarse mientras toma té y ve una serie de hace mil años.
  • -        Ya, es más divertido despertarte yo. ¿Qué gracia tendría que te despertara un despertador? Eso lo haces todas las mañanas. – y reí mientras me abrazaba a su brazo.
  • -        Me gusta este capitulo. Es gracioso. – dijo cambiando de tema. Ya se había cansado de intentar comprenderme.
  • -        Es de los mejores. – y aunque sabia que no aguantaría mucha viéndolo, ya que se quedaría dormido o se cansaría, me hizo sonreír de nuevo. - ¿Sabes? De vez en cuando me caes bien Jones.
  • -        Gracias guapa, a mi me pasa algo parecido. Ah se me olvidaba, el frio que me mata las ideas. Tu hijo esta en nuestra cama. A él también le has despertado.

Y eso que decía para que me sintiera culpable no hizo meya en mi. Sino todo lo contrario. Sin ni siquiera apagar la televisión subí corriendo las escaleras y llegue a la puerta de nuestra habitación. Me quedé allí parada, sintiendo un cosquilleo dentro de mí. Toqué mi vientre y me sentí feliz de verle allí tumbado, durmiendo tranquilamente. Todavía era muy pequeño para contarle la historia de esa noche, demasiado pequeño para pensar que su mama esta algo loca. Así que me tumbé a su lado y le vi dormir. Vi como su pequeñito pecho subía y bajaba lentamente y como de vez en cuando movía la nariz de forma extraña.

Y viéndole dormir me quedé yo también dormida. Hasta que Danny llegó.
  • -        Raquel, son las 8, las 8. – y me meneó igual que yo había hecho esa madrugada.
  • -        No voy a decirte nada feo porque hoy te he despertado dos veces, pero imagínate todo lo que mi mente está creando contra ti en este momento.

Pero su ataque no terminó ahí. Cogió, me abrazo y me besó durante al menos 20 segundos. Era más como si intentara ahogarme que besarme.
  • -        Dios Danny suéltame o te mato. Aiiii joder que pesado eres.
  • -        Pero si te has despertado hace 4 horas, no puedes sentirte como recién levantada. – le gustaba hacerme de rabiar.
  • -        Pero he vuelto a dormirme joder.

Y así comenzó la mañana del quinto cumpleaños de Chris, no muy distinta a las demás mañanas de un miércoles cualquiera. Trabajo, colegio y ensayo.
Pero esa tarde lo celebraríamos por todo lo alto, o al menos se intentaría. Pasé por el colegio a por Chris. Sus ojos brillaban de felicidad, se notaba que era su cumple y que hoy era el centro de atención.
  • -        Chris que te parece si vamos a ver a papa y les llevamos café a los chicos. Seguro que les gusta verte hoy. – miré por el retrovisor para ver su reacción.
  • -        ¿Pero luego no vamos a cenar todos juntos? – dijo preocupado.
  • -        Claro que si, era por verles tocar un rato. Pero si no te apetece vamos a casa.
  • -        Vale. – dijo sonriendo. - ¿Les puedo invitar yo a los cafés? – preguntó.
  • -        ¿Te has traído la cartera? – pregunté sabiendo la respuesta.
  • -        Oh no. – dijo algo decepcionado.
  • -        Si quieres podemos hacer una cosa, los pago yo y les decimos a todos que ha sido idea tuya. Ya sabes idea de cumpleaños. ¿Te parece buena idea?
  • -        Vale, si quieres luego te doy el dinero en cuanto lleguemos a casa.
  • -        No hace falta cariño. – era el niño más bonito jamás nacido. Al menos para mí.

Pasamos por el Starbucks antes de ir hasta el local de ensayo.

Cuando llegamos al local cogí las llaves y abrí la puerta. Antes de pasar me agaché para hablar con Chris.
  • -        Ahora Chris quiero que entres corriendo gritando Hoy es mi cumple, es mi cumple. ¿Vale?
  • -        Vale. – y volvió a sonreír como si fuera el día más feliz de su vida.

Y así hizo, comenzó a correr y gritar por el pasillo. La música que se escuchaba de fondo dejó de sonar y comenzaron a escucharse felicitaciones. Le seguí por el pasillo con la mirada, obviamente no iba a seguirle corriendo. Cuando llegué coloque las bebidas en la mesa y me quité el abrigo.
  • -        Christopher ¿hoy es tu cumpleaños? No me lo puedo creer. – y me acerqué a él y le abracé exageradamente.
  • -        Mamá, ya sabias que es mi cumple. Me felicitaste esta mañana y cuando me has recogido en el cole. – dijo algo molesto.
  • -        Es verdad, perdón. Corre cuéntales lo que les has traído de regalo de tu cumpleaños. Y quítate el abrigo antes.

Aceptó con la cabeza y se quitó el abrigo. Pero antes de decirles nada a los demás una pregunta le vino a la mente.
  • -        Oye mamita, si hoy es mi cumpleaños porqué doy yo regalos. Me tienen que dar los regalos a mí.
  • -        Si es cierto, pero tú eres un niño muy bueno y antes de recibir regalos les invitas a un café. Para que toquen mejor luego.
  • -        Vale. – me dio un beso y fue a donde estaba su padre. – Papa os he traído un café por mi cumpleaños. Ha sido mi idea. Los tiene mama ahí.

Y me hizo reír. Era como su padre, un bobo adorable.
  • -        ¿No nos has traído tarta? Vaya sorpresa de cumple. – se quejó Tom.

Chris me miró asustado. Preguntándome en la distancia porque no les habíamos traído tarta en vez de café, además a él le encantaba la tarta.
  • -        Chris no le hagas caso a tu tío, la tarta se la damos esta noche. Tom te voy a matar.
  • -        Solo era una broma de cumpleaños. Dame un abrazo enano. – y Tom se agachó a su altura para darle un gran abrazo. – Feliz cumpleaños sobrino.

Y la felicidad volvió a los ojos de Chris.
  • -        Tarta esta noche, te lo prometo. - le contesto mientras le devolvía el abrazo.

Y así se fueron acercando poco a poco todos a por sus cafés. Chris cogió su chocolate caliente con pequeñas nubes y se sentó con su familia a tomárselo.
  • -        Oye no es justo, tu tomas chocolate y nosotros café. No me parece bien. - se quejo Dougie.
  • -        Ya, es que hoy es mi cumple. - dijo el muy satisfecho.
  • -        Ah bueno si es por eso vale. - Dougie miro al horizonte e hizo un gesto con sus hombros.

Chris se encogió satisfecho y soltó una leve risita.
  • -        ¿Qué tal Rach? ¿Has estado hoy en el rodaje del Rey León? - soltó Harry de repente.
  • -        Jodido Harry. - y no pude hacer mas que reírme.

Londres sentaba fatal a mi pelo y con el día que llevaba hoy era normal que se metieran conmigo.
  • -        Jodido Harry. - repitió Chris de forma divertida.

Y una risa generalizada inundó el local, lo que hizo que Chris lo repetirá de nuevo.
  • -        Jodido Harry, jodido Harry. - aunque esta vez no causo la misma reacción.
  • -        CHRISTOPHER. No hables así de Harry. – le regañó su padre. – Pídele disculpas o te vas a quedar sin su regalo.
  • -        Perdón. Pero mami… - estaba confuso.
  • -        Tu mami tiene una boca muy grande. – y me miró con cara de pocos amigos.
  • -        Es verdad Chris yo también siento haber hablado así a tu tío. – miré a Harry intentando transmitirle que no sentía nada. – Y más cuando el pobre se va a quedar sin comer tarta esta noche.
  • -        ¿Por qué esta malo? – y un brillo de preocupación se coló en sus ojos.
  • -        Algo parecido. – le contesté sin dejar de mirarle.

Harry no dijo nada, solo se reía. Sabia que realmente no se iba a quedar sin tarta, tenia esa mirada penetrante que hacia que la gente soliera hacer lo que él quería.

El teléfono de Dougie comenzó a sonar, decidió contestarlo fuera de ese bullicio, era normal, no creo que hubiera escuchado gran cosa allí.

Nosotros continuamos charlando y tomando café. No pensaba quedarnos mucho tiempo más. Había mucho que preparar para esa tarde y además quería descansar un poco.

De repente mi estomago se revolvió por completo. Y tuve una necesidad extrema de vomitar. Sin decir nada, me levanté medio corriendo y me dirigí al cuarto de baño. Aunque estaba demasiado lejos y no iba a llegar. Dougie estaba a mi lado de nuevo. Me miró con cara preocupada y desconecto de la llamada.
  • -        Una basura, necesito un cubo algo. – dije buscando a mi alrededor.
  • -        Ahora te llamo. – colgó el teléfono y buscó conmigo.

Corrió hasta donde se encontraba el cubo de basura y me lo dio. Los segundos después fueron algo desagradables para detallarlos, no es necesario para que os lo imaginéis.

Pero en esos segundos, unos cuantos pensamientos vinieron a mi mente. Comencé a pensar y a contar mentalmente. Algo no iba bien. Y una pequeña bombilla se encendió.
  • -        Oh no. No, no, no. Ahora no. Dios mio. NO.
  • -        ¿No me digas que estas…? – pero no le dejé terminar la frase.
  • -        No. Ni lo digas. Puto Jones. Si la tiene enana como es posible que esté embarazada. No quiero. Anoche me prometió que nada de bebes joder.
  • -        Creo que lo de anoche no tiene nada que ver con tu embarazo. – rio Dougie.
  • -        ¿Te parece gracioso? ¿Vas a estar los próximos tres meses sin tomar café como forma de solidaridad? – me empezaba a poner nerviosa.
  • -        Venga tonta. – Dougie se acercó a mí y me abrazó dulcemente. – Piensa que esta vez al menos no lo sabrá todo el mundo a la vez que Danny. Enhorabuena.
  • -        ¿Enhorabuena por qué? – irrumpió Danny en la sala.
  • -        Nada. Por el cumpleaños de Chris. – cambié de tema.

Aunque no sabia muy bien porque no le había dicho la verdad. Puede que no estuviera embarazada y que solo fuera una mala digestión. Idiota pensé. Todos sabíamos que no.
  • -        Díselo anda. – se metió Dougie por medio cual Pepito grillo.
  • -        Decirme el qué. – Danny se estaba poniendo nervioso.
  • -        Puede… - suspiré. – que haya una pequeña posibilidad, de que esté embarazada. – decirlo en alto no sentaba bien del todo.
  • -        Creo que es un poco pronto para saberlo ¿no? – dijo quitándole importancia.
  • -        No por lo de anoche Danny. – y tuve que reir.
  • -        Ha vomitado café. – intervino Dougie otra vez.
  • -        ¿Pero a ti que te pasa hoy? Cállate ya. – le regañé.

Pero entonces los que faltaban entraron en la habitación también.
  • -        ¿Qué os pasa? ¿Y esas caras? – preguntó Tom.
  • -        Nada, Raquel ha vomitado el café. – contestó Dougie.
  • -        No me lo puedo creer. ¿Estás embarazada? – contestó rápidamente Harry con emoción.
  • -        Que poco emocionados os veo. Que vamos a ser tíos de nuevo. Alegrar esas caras. – y Tom estalló en felicidad absoluta.
  • -        Veamos. Todos sabemos que es muy probable que lo esté. Pero no es seguro. Así que hasta que un palito o un medico lo confirme nada de celebraciones. Por favor. Y menos hoy, que es la fiesta de Chris. – y respiré profundamente.

Y por primera vez desde que había entrado por la habitación miré a Danny a los ojos. Parecía contento aunque intentaba mostrarse impasible. Me sonrió tímidamente y me preguntó con la mirada si podía acercarse. Le devolví la sonrisa y acepté con la cabeza.

Y también por primera vez en los últimos minutos todo volvió a ir bien. O al menos en parte. Abrió sus brazos y esperó a que me acercara y me hundiera en su pecho.
  • -        Si quieres estaré encantado de dejar el café estos meses. – dijo mientras me aferraba a él.
  • -        No te preocupes, eso ya lo va a hacer Dougie. – dije divertida.
  • -        Oye, yo no he aceptado eso. – se quejó el afectado.
  • -        Shh. A callar. – le dije separándome unos milímetros de Danny.

Y sentí la risa de Danny a través de su pecho.
  • -        Antes de celebrarlo estemos seguros de esto. ¿vale? – dije mirándole de nuevo directamente a los ojos.
  • -        Vale. – y deposito un beso en mis labios.
  • -        Me voy a casa. Te veo en un rato amor. – me acerqué para besarle de nuevo aunque me paró.
  • -        No, me voy con vosotros. – confesó.
  • -        Pues comprar un test de embarazo antes de llegar a casa. – hoy Dougie me esta enfadando.
  • -        Y vosotros no contéis nada de momento. – dije amenazante.
  • -        Tarde. – contestó Tom.

Solo pude respirar dos veces y comenzar a caminar de camino al coche.
  • -        Nos vemos esta noche. No lleguéis tarde. – dije antes de salir de la habitación.