domingo, 29 de julio de 2012

Nota informativa

Hola a todos.

Espero que el verano vaya genial, aunque con este calor no se puede. Pero aun así son vacaciones. 

Siento tardar tanto últimamente en subir, pero entre que llega al final del fic y que trabajo desde muy temprano pues me cuesta terminarlo. Quedan pocos capítulos ya y he decidido subirlos todos mas o menos seguidos y eso significa que antes tengo que terminar de escribirlos para poder hacerlo. El martes ya termino de trabajar así que espero poder terminarlo en esta semana y algo.

Gracias por entender la tardanza y por todos los comentarios y twitts de apoyo, sois lo mejor, así da gusto escribir.

Nos leemos pronto con lo que espero que sea un buen final.

Have a nice week! 





jueves, 5 de julio de 2012

Capítulo 19


La semana pasó sin grandes novedades. Era extraño que Danny no hubiera dado señales de vida después de esa noche. Eso no podía ser una buena señal, algo grande tenia que estar preparando.

A cada día que pasaba dormía peor y lo poco que dormía soñaba con él. Que me cantaba en la playa, en la luna o incluso en un iglú. Me estaba volviendo loca.
Cada momento que tenia libre me descubría recordando esas canciones, esos recuerdos que me hacían sonreír y llorar en la misma medida. Estaba confundida y empezaba a pensar si todo esto tenia sentido o si en lo más profundo de mi corazón sabía que tenia que darle otra oportunidad y dejar de lado el pasado. Pero mi parte racional me obligaba ha dejarle que terminara su historia. Tenia que llegar a entender que pasó con el trabajo de Nueva York. El porqué de todo aquello, el porqué de ese último año.

Un sobre blanco me llegó un jueves de julio camino a Boston. Mi nombre estaba escrito en la parte delantera. Lo abrí con cuidado de no estropearlo, aunque me temblaba tanto el pulso que no pude remediarlo y terminé arrancando medio sobre.

Saqué una cartulina de color dorado de su interior. No era normal que temblara tantísimo. Mientras la sacaba sentí unos cuantos pares de ojos observándome. Se me había olvidado por completo que compartíamos autobús con All Time Low. Nada bueno podía pasar con ellos cuatro y Kate.

Levanté la mirada y les vi observándome intentando contener la risa.
  •    Parecéis niños de colegio. – no me gustaba que me observaran.
  •    Y tu una drogadicta con un mono enorme. – dijo Alex.
  •    Bueno cuéntanos, ¿A dónde te va a llevar esta vez el idiota ese? – continuó Rian.

Una carcajada estalló al fondo del autobús.
  •    ¿Te lo has tirado ya o le tienes a pan y agua? – gritó Jack.
  •    Que raro Jack, ya tardabas. No, no me lo he tirado. – dije molesta.
  •    Dejadla en paz, al menos hasta que nos diga a donde va a llevarla. Eso parece una invitación importante. – interrumpió Kate.
  •    Sois los cinco iguales. – y volví a centrarme en la invitación.

Kate tenía razón, era una invitación a una gala benéfica que hacían ese mismo viernes en Boston. Recogían dinero para la leucemia infantil. Hijo de puta pensé. Me había dado donde más dolía.

Rebusqué en mi bolso mientras les escuchaba cuchichear al fondo.
  •    Beneficencia. Su mirada la delata. – decía Rian muy seguro de si mismo.
  •    Tiene razón. Jones sabe lo que hace. – continuaba Kate.
  •    Joder, es muy listo. Y fijo que esa noche pilla. – reía Jack.

Encontré el móvil y marqué. Tardó al menos un minuto en responder y a cada segundo que pasaba me ponía más y más nerviosa.
  •    ¿Si? – contestó al otro lado.
  •    Me ha llegado la invitación. ¿Tenemos que ir juntos? – sabía perfectamente la respuesta.
  •    No, puedes llevar una cita si quieres.

No entendía esa respuesta.
  •    ¿De verdad? – dije confundida.
  •    Pues claro que no Raquel. Te recojo el viernes a las 7 en tu hotel. – parecía molesto.
  •    ¿Nada más? ¿No me vas a decir como tengo que ir vestida ni nada? – me estaba poniendo nerviosa.
  •    No te preocupes por nada, piensa que eres una invitada a una velada de la Brigada de la vida y la muerte. Déjame ser tu Logan.
  •    ¿Por qué has visto las Gilmore sin mí? – estaba sorprendida.
  •    Ya sabes, es que no estábamos juntos. – y colgó el teléfono.

No sé que fue lo que más me descolocó de todo aquellos. La gala benéfica, que viera Las Chicas Gilmore o que dijera de esa forma que no estábamos juntos y me colgara dejándome con la palabra en la boca.

No tengo consciencia de los minutos sucesivos, solo recuerdo la necesidad de salir a tomar aire, una gran bofetada de calor me había cruzado la cara. Me levanté dispuesta a salir por la puerta del autobús, de forma automática y sin llegar a entender nada.

  •    Me voy a correr. – les dije mientras me acercaba a por el iPod.
  •    Rach, estamos en la carretera. No puedes salir a correr. – dijo Rian preocupado.
  •    Ah. Es verdad. Pues me voy a la cama. – dije sin detener mi lento paso.

Me metí en la cama y dormí durante todo el día. Llevaba semanas sin dormir de esa manera. Esa frase “Ya sabes, es que no estamos juntos.” Era como si toda la presión de las últimas semanas hubiera desaparecido. No estábamos juntos, no nos debíamos nada. Era como si toda ansiedad hubiera desaparecido sin más.

Llegamos a Boston la mañana siguiente y casi toda ella la pasamos de radio en radio. No me acordé de la gala hasta que llegamos al hotel y vi una gran caja encima de la cama. Estuve al menos 2 minutos observándola antes de ser capaz de acercarme a abrirla. Cogí la nota que estaba encima y leí.

Espero haber acertado con la talla, nunca te he tenido que comprar un vestido así. Los zapatos están en el armario.
Nos vemos a las 7.
D.
Pdt. Mira en la caja fuerte, tienes un regalo.

Al leerlo mi cerebro se colapso, demasiadas sorpresas que descubrir a la vez. Me acerqué y abrí la caja. Sonreí al ver el color del vestido. Era de color verde hierba, era precioso. Lo saqué con cuidado de la caja para verlo bien.

Vestido palabra de honor, encorsetado en la parte superior, con un cinturón de piedras brillantes que terminaba en una falda de gasa que llegaba hasta el suelo. No creo que hubiera visto un vestido tan bonito nunca, o al menos que fuera mio.

Corrí al armario a ver los zapatos, también de color verde, de raso y con una abertura en la parte delantera. No podía parar de sonreír, era todo demasiado bonito.
La caja fuerte vino a mi mente, se me había olvidado por completo. Aunque primero tenía que poder abrirla y para ello tenia que saber el código. Le escribí esperando que no tardara demasiado en contestar o me mataría la curiosidad.

Mientras esperaba el mensaje decidí llamar y pedir la tarde libre. Ese vestido exigía tarde en la peluquería. Cuando leí la contestación de Danny no podía creer lo que ponía.

Veamos si es verdad eso que dices sobre que las Gilmore es tu serie favorita. La contraseña es la misma que la habitación del pánico.

Nunca pensé que Danny me pudiera sorprender de ese modo después de ver todo lo que acababa de ver, pero ese mensaje me dejó helada. No porque no supiera la respuesta, sino porque no esperaba que él supiera formular una pregunta de ese estilo. No me agradaba la idea de Danny viendo las Gilmore y menos aun cuando yo era consciente de que las había visto. Se estaba apropiando de demasiadas cosas mías.

Me agaché para meter el código de seguridad. Marque 1-1-1-1, la misma contraseña de la habitación del pánico. Abrí lentamente la puertecita y saqué el estuche que había dentro. Lo que me faltaba, una joya. Una discreta gargantilla de oro blanco apareció cuando la abrí. Me sentí como una princesa justo antes de un baile, todos los detalles parecían sacados de un sueño.

Pasé toda la tarde en la peluquería, intentado encontrar el peinado y el maquillaje perfecto. Llegué al hotel con el tiempo justo para vestirme. Cuando sonó el teléfono de la habitación casi me da un infarto. No esperaba ninguna llamada por medio de ese teléfono, solamente estaba atenta a los pasos al otro lado de la puerta.

La llamada era para avisarme de que había un coche esperando abajo. Respiré repetidas veces antes de poder moverme hacia el ascensor, pero cuando las puertas del ascensor se abrieron y tuve que caminar hasta las puertas del hotel, sentí como mis piernas empezaban a temblar y se convertían en palitos de regaliz.

Pero lo que no se todavía es como pude aguantar al verle de pie a las puertas de la limusina. Llevaba un traje gris marengo, camisa blanca y corbata del mismo color de mi vestido. No recordaba haberle visto tan guapo nunca.
Me fui acercando lentamente y cuando estaba apunto de salir por la puerta, se dió cuenta de mi presencia. Nuestras miradas conectaron durante unos segundos y una sonrisa se instaló en sus labios. Esa forma de mirarme volvió a dejarme sin aliento. Pero al acercarme más a él todo empeoró, hacia tanto tiempo que no me miraba así, que sus ojos no tenían ese brillo. Me dieron ganas de llorar, no se porque, ni si era de tristeza o de felicidad, pero un montón de lagrimas se agolparon en mis ojos deseosas de salir.
  •    Woooow. Estás preciosa, eres una princesa. – estiró su mano, se acercó lentamente y depositó un dulce beso en mi mejilla.
  •    Gracias. – seguía intentando controlar mis lágrimas. – Tu también estas muy guapo. – y le dediqué una sonrisa sincera.
  •    Usted primero señorita, estoy deseando ver la cara de todos al vernos entrar. – dijo orgulloso.

Yo no pude hacer nada más que sonreír y meterme al coche. El viaje fue rápido y relajado. Cosa que se agradecía después de tanto tiempo sin estar del todo cómodos. Cuando la limusina se detuvo delante del edificio donde se iba a celebrar la cena benéfica, quedé impresionada de nuevo. Era un edificio majestuoso decorado con luces y flores para la ocasión. Me sentí muy afortunada.

Salimos del coche sin decir nada. Yo porque no podía y supongo que Danny no quería romper mi momento. Me detuve al llegar a la escalinata que conducía a la puerta.

  •    ¿Qué pasa? – preguntó Danny mientras buscaba una explicación lógica.
  •    No quiero caerme. – dije mirando las escaleras infernales.
  •    No te voy a dejar caer, estoy justo detrás de ti. – me tendió el brazo para que me agarrara a él.

Acepté ese gesto encantada y subimos la escalinata, yo concentrada de no caerme y él divertido con mi concentración. Cuando llegamos arriba del todo me dieron ganas de saltar como Rocky aunque no me pareció apropiado.

Entramos en un salón abarrotado de gente, todos ellos ataviados con preciosos trajes de noche. Era como estar en una boda. Recorrimos parte de la sala caminando lentamente. Nunca me había visto en una situación como esta, pero no podía sentirme más feliz.

  •    Esto te habrá costado una pasta. – dije mientras nos parábamos y cogíamos una copa de champan.
  •    Bueno, todo sea por los niños. – nuestras copas chocaron produciendo un leve tintineo.
  •    Al menos se sacará algo bueno de todo esto.
  •    Creo que hay muchas más cosas buenas que esto, aunque no te quito razón a eso. ¿Crees que vas a seguir siendo tan negativa mucho tiempo? – confesó.
  •    No estoy siendo negativa. – me justifiqué.
  •    Claro que no. Eres el alma de la fiesta cuando estás conmigo.
  •    Tampoco hace falta que seas tan cínico. Solo soy cautelosa, nada más. Sigo reiterando que si fuera negativa no haría nada de lo que llevo haciendo las últimas semanas.
  •    ¿Me tiene que consolar esa postura? – no le gustaba nada mi comportamiento.
  •    No realmente, pero es lo que te toca aguantar. Si de verdad crees en lo nuestro debes luchar por los dos, las cosas no las puedo borrar de una semana para otra, es algo más complicado. – mi tono fue más serio de lo que cabía esperar.

Acepto mis palabras porque sabía que por expresar todo lo que pensaba en ese momento no haría las cosas distintas, más bien al revés. Si me agobiaba sería peor. Pero iba a intentar por todos mis medios no discutir esa noche, se estaba esforzando tanto que me daba pena estropearlo con una pelea.

  •    ¿Crees que algún día lograré organizar algo así? – la pregunta salió sin ni siquiera darme cuenta.
  •    Estoy seguro de ello. Se que vas a lograr todo lo que te propongas. Mira donde has llegado desde que te mudaste a Londres. Eres la chica más maravillosa del mundo. – solo tuve que mirarle a los ojos para saber que sentía todas y cada una de las palabras que habían salido de su boca.
  •    Gracias. Aunque no eres objetivo, puede que solo lo digas para regalarme los oídos y que tu plan se cumpla. – dije divertida.
  •    Sabes que no es así. Puedo quererte y ser objetivo. ¿Pregúntame si creo que cantas bien? Verás si soy sincero o no.
  •    Recuérdamelo, tú nunca fuiste el majo de la banda ¿verdad? – le piqué.
  • Ambos reímos. Era agradable sentirse así de nuevo.
  •    No quiero romper este momento, pero debo hacer algo antes de que sirvan la cena.

El miedo se apoderó de mi durante unos segundos.
  •    Vas a cantar. – confirmé mis sospechas.
  •    Claro, ¿no creerías que te librarías? – me guiñó el ojo y se alejó.
  • Le seguí con la mirada a lo largo de la sala. Subió al escenario y se sentó en un precioso piano blanco. Se aclaró la voz y comenzó su discurso.
  •    Buenas noches. Quiero aprovechar este momento para agradecer a la organización que me deje tocar un par de canciones esta noche. – parecía nervioso, nunca le había visto así. - Mi presencia aquí esta noche se debe a la maravillosa mujer que me acompaña. Ella me ha enseñado que hay cosas más importantes que uno mismo y que las cosas pequeñas, las vivencias tiene mucha más importancia que las cosas materiales. Porque mirar las estrellas entre las montañas, desde la ventana de tu habitación sin ella, no tiene sentido.




Comenzó a tocar el piano. Esto si que no me lo esperaba. Todas las imágenes de Gales vinieron a mi mente. La primera vez que pisé ese lugar y sentí que podía tocar las estrellas con la punta de mis dedos.

I know you're somewhere out there
Somewhere far away
I want you back
I want you back

Esa semana fue maravillosa. Perfecta para completar álbumes de recuerdos y donde empezó a escribirse nuestra historia. Esa casa, esas vistas. Era el lugar perfecto para volver cada año y recordad toda esa felicidad que vivimos en nuestras primeras Navidades juntos.

Talking to the Moon
Try to get to You
In hopes you're on
the other side

Era nuestro lugar especial en el mundo. Donde guardar nuestros mayores secretos, donde poder respirar y disfrutar el uno del otro sin preocuparse por nada más que eso.

Me había comprado la casa esas mismas navidades. Me prometió que sería solo nuestra y lo cumplió a raja tabla. No cumplió lo de forever and always que me prometió nuestra primera noche allí o que si le dejaba mi corazón él lo cuidaría y nunca me haría daño. Eso en cambio no lo cumplió.

Cause when the
sun goes down
someone's talking back
Yeah
They're talking back

Lo más importante no lo cumplió.



No se en que momento hilo una canción con la otra, al igual que no se en que momento mi cerebro cambió los recuerdos felices por los tristes.

If you ever leave me, baby
Leave some morphine at my door
Cause it would take a whole lot of medication
To realize what we used to have, we don't have it anymore

Escuchar por medio de canciones, lo que Danny sintió en esos momentos, hacia que nuestra historia tomara una tercera dimensión. Como si al fin consiguiera el poder de Edward Cullen de leer la mente.

Cause there'll be no sunlight
If I lose you, baby
There'll be no clear skies
If I lose you, baby

Aunque muchas veces lo que deseamos no es tan perfecto como parece. ¿Por qué, que más da lo que sintiera él en ese momento? ¿O lo que sintiera yo? Las cosas ya no eran como esas navidades en Gales. Ya no sentía que podía tocar las estrellas con las puntas de mis dedos y no era porque no estuviera en esa casa, sino porque él no estaba a mi lado.

Yeah for you, I'll try, I'll try, I'll try, I'll try-y-y-y
I'll pick up these broken pieces 'til I'm bleedin'
If that'll make it right

Porque ya no era nuestro momento. Ese momento lo dejamos escapar ese mes de junio en ese pequeño apartamento londinense. Y por mucho que doliera o por muchos viajes que hiciéramos a Gales o incluso al pasado, no haría desaparecer ese hecho. Esa impotencia de haber querido ver la historia en directo y en 3D, cuando todos sabemos que la única forma de ver una historia en 3D es en diferido.

Danny terminó de tocar, tras recibir una gran cantidad de aplausos y cumplidos cuando bajó del escenario. Caminó hacia mí esperando que mi reacción hacia la actuación fuera buena. Se paró un metro delante mio y esperó a que fuera yo la que hablara.
  •    Me compraste la casa. – dije en un susurro de voz.
  •    Claro, tú me lo pediste. – estaba asustado.
  •    Yo no te pedí que me la compraras, te pedí que fuera solo nuestra. – le aclaré.
  •    Comprándola me aseguraba que eso se cumpliera.
  •    Pero ¿y si no funciona? ¿Y si no tenemos que estar juntos?
  •    Lo hará, funcionará. Estoy seguro. Lo estuve en ese momento y lo estoy ahora. – y solo tuve que volver a mirarle a los ojos para saber que decía la verdad.
  •    Lo siento. – volví a susurrar.
  •    No hace falta que pidas perdón, se que la cagué y que te hice mucho daño. Te voy a demostrar que te quiero y que merece la pena estar juntos. – me dedicó una sonrisa y continuó. – Ahora disfrutemos de la noche, que he pagado un pastón.

Me volvió a tender el brazo para que me agarrara a él. Esta vez tampoco me negué y caminamos hacia nuestra mesa. La cena fue deliciosa. Reímos y bebimos. Por primera vez desde que llegó Danny supe que estaba haciendo lo correcto. Nos lo merecíamos.

  •    Vamos a bailar. – dijo de repente.
  •    ¿Cómo? Entre mi vestido y todas las copas de vino que he tomado no creo que sea la mejor opción. – contesté entre risas.
  •    Por favor. Adoro esta canción. – suplicó.
  • Se levantó, hizo una reverencia delante mio y dijo.
  •    ¿Me concede este baile?



  •    Como me caiga será tu culpa. – dije levantándome de la silla.
  •    Tranquila, si no te dejé caer por las escaleras no lo haré ahora. – me cogió de la mano y me llevó hasta la pista de baile.

Tenía razón en la canción, era preciosa. Aunque no sabía bailar bien ese estilo de música.
  •    Estas tensa. Déjate llevar. – sus mirada penetrante se clavó en mi.

Puso su mano sobre la parte baja de mi espalda y me acercó hasta él. Sentí su respiración en mi cuello y su pecho rozaba el mio después de tanto tiempo. Intenté sepárame unos milímetros pero Danny negó con la cabeza volviendo a reducir la distancia entre nosotros.

Por primera vez en mese me dejé llevar, tanto física como psicológicamente. Puse la mente en blanco y dejé que él me llevara por la pista de baile al ritmo de la música. Recosté mi cabeza su hombro y volví a sentir el sonido de su corazón.

Era reconfortante volver a sentirle tan cerca, como si nada fuera mal entre nosotros. Como si fuera 2011 y no 2012.

Danny bajó lentamente su otro brazo, recorriendo mi espalda lentamente haciendo que un escalofrío la recorriera de arriba abajo. Colocó sus dos manos alrededor de mi cintura, volvía ha estar entre sus brazos. Así sentía que no me iba a escapar, un pequeño parpadeo de luz en una larga oscuridad.

Rodeé su cuello con mis brazos dejando nuestras caras a pocos milímetros de distancia. Sentí su respiración sobre mi rostro. Su mirada transmitía desafío, los míos curiosidad. Curiosidad por saber hasta donde podía llegar esto sin explotar.

Otro escalofrío recorrió mi espalda y un leve suspiro salió de mis labios. Danny sonrió levemente al darse cuenta de la reacción de mi cuerpo y volvió a reducir la distancia entre nuestros cuerpos. Nuestras frentes chocaron lentamente y esta vez fui yo quien sonrió levemente. Los labios de Danny se movieron lentamente. Estábamos tan cerca que podría haberle oído sin ni siquiera necesidad de que emitiera sonidos.
  •    Tienes los ojos más preciosos del mundo. – dijo en un susurro.

Era nuestro momento, algo entre nosotros dos. No pude contestarle con palabras, mis ojos lo decían todo.
  •    Te he echado tanto de menos. – confesé.

Y sus ojos se convirtieron en un lucero de esperanza. Brillaron como dos estrellas y sin poderse nos acercamos más.
  •    No te puedes imaginar cuanto llevo soñando escucharte decir eso. - Y rompió el único espacio que quedaba entre nuestros cuerpos.