martes, 9 de agosto de 2011

Capítulo 59

El verano empezaba a llegar a Londres, bueno el tipo de verano que puede tener Inglaterra. Adoraba este país, su clima me fascinaba. No soportaba el calor y aun cuando hacia bueno aquí, hacia fresco.

Sin darnos cuenta había llegado Junio, y con ello los exámenes. No tenía casi tiempo para nada.

Danny viajó a Sur América un par de semanas, lo que me vino muy bien para poder concentrarme en los estudios. Siempre encontraba cosas con las que distraerme en vez de estudiar, y Danny era sin duda una de ellas.

Una tarde mientras preparaba mi examen de contabilidad recibí una llamada. Era raro, ya que no me solía llamar al móvil nunca. Era la mierda de vivir en otro país.

  • Hola, me estás llamando. – dije sorprendida.

Lo siguiente que escuche fue un grito, un grito de alegría.
  • No me dejes sorda por favor. – reí.
  • Raquel no te puedes creer lo que me ha pasado. Sé que no es de buena educación hacer lo que voy a hacer, ya que tú competías también por lo mismo. Pero estoy tan feliz que tengo que contártelo. – dijo Laura sin apenas respirar.
  • Vale, pues tranquilízate y cuéntame que ha pasado. – la curiosidad iba a matarme de un momento a otro.
  • Me han concedido la beca. La beca de Liverpool. Me la han dado.

No podía creérmelo, me alegraba muchísimo por ella. En ese momento pensé en lo que significaba eso para mí, no había conseguido la beca. Aunque me alegré tanto de que Laura lo consiguiera, al fin y al cabo, yo vivía en Londres.

  • No me lo creo. ¿Lo has conseguido? Joder ¿dónde te vas? – estaba emocionada por ella.
  • A Praga, joder, a un hotel que está desarrollando un proyecto de energías renovables muy fuerte.
  • Enhorabuena, me alegro tanto. Tenemos que celebrarlo. Resérvate un par de semanas este verano, porque tenemos que celebrarlo en Londres. Además ya te habrá contado María que se viene todo el verano a trabajar donde Joe. – se presentaba un gran verano.

O al menos eso parecía en ese momento, la realidad distaba mucho de esa felicidad.
  • Me parece perfecto. ¿Tu estas bien? Sabes que esto supone que no tienes beca. – dijo algo preocupada y con culpabilidad.
  • A ver, ya sabes que me apetecía mucho esa oportunidad, pero primero te lo mereces, mucho. Y segundo, con Danny las cosas van muy bien y la beca supone irme un año. Disfruta por mí.
  • Estas sin novio ¿No? – se sentía más aliviada después de esta conversación.
  • Si, ya sabes, vamos seguramente tú sabrás más cosas de ellos que yo.
  • No creo. A mí todavía no me ha llamado Danny por Skype. – rió.
  • Todavía. – repetí.
  • Ya sabes, nunca se pierde esa esperanza.

Las semanas fueron pasando y la universidad llegó a su fin. No me podía creer que el primer año de universidad en Londres llegara a su fin. Como había pasado el tiempo, recordaba como si fuera ayer el día que llegue llena de miedos y esperanzas.

La noche de mi último examen del año, se presentó con una gran fiesta en una de las discotecas más punteras de Londres. Habíamos quedado todos, hacia demasiado tiempo que no salíamos.

Pasé media tarde durmiendo, lo necesitaba de verdad, tenía sueño acumulado. Cuando desperté de mi enorme siesta y mientras me preparaba para salir me llamó Danny.

  • Le habla el contestador de … - empecé a decir.
  • No cuela, no tienes contestador. – contestó Danny rápidamente.
  • Podría tenerlo y tú no saberlo. – le reté.
  • Claro que sí pero no es así. ¿Qué tal tu examen? – hizo la pregunta.
  • Creo que bien, pero nunca se sabe. Pero da igual, ya estoy oficialmente de vacaciones, es decir party hard.
  • Borracha.
  • Deja de decir esas cosas, no soy una borracha. – dije ofendida.
  • ¿A dónde vas de fiesta? – preguntó curioso.
  • A Koko. Lo celebramos por todo lo alto o más. – estaba emocionada.
  • ¿Me vas a invitar? O todavía te da vergüenza salir conmigo.
  • Bueno, vente si quieres, pero no sé si te voy a hacer mucho caso. Es la noche de despedida. – no estaba bien que viniera.
  • No quieres que vaya. – me había pillado.
  • No es que no quiera que vengas, a ver, si vienes primero no voy a estar pendiente de ti, me apetece despedirme y disfrutar con ellos. Y segundo, me quitarías todo el protagonismo. Vamos eres Danny Jones, a quien le va a importar Rach si sale Jones con ellos.
  • ¿De verdad piensas eso? – no estaba de acuerdo con ello.
  • No lo pienso, es así. – estaba convencido de ello.
  • Vale, no voy, aunque me muero por verte. – ese tono me mataba.
  • Si quieres mañana te dejo que me saques a cenar. – dije contenta.
  • ¿Yo a ti? Osea que te invito a cenar ¿no? – rió.
  • Claro, para eso eres rico.

Me desperté a la mañana siguiente sobresaltada por una pesadilla. Mi cabeza iba a estallar. No recordaba casi nada de esa noche. Comprobé que estuviera en mi casa y en mi cama. Todo parecía en orden en ese sentido.

Había alguien tumbado a mi lado, no podía ser verdad, que habría pasado esa noche. Repetí dentro de mí una y otra vez: que sea Danny, que sea Danny. Levanté lentamente la sabana para comprobarlo. Estaba demasiado oscuro para confirmarlo, comencé a recorrer el cuerpo desnudo con la mirada hasta llegar a su espalda. Cuando vi el tatuaje respiré. Era Danny.

De verdad no recordaba nada de lo que había pasado esa noche, no era normal lo mío y el tequila. Qué bonito culo tenia, lleno de pequitas. ¿Cómo habría terminado Danny en casa? Me levanté sin hacer ruido para que no se despertara, tampoco sabía si habría dormido mucho o no. Solo esperaba que no le hubiera llamado a las tantas de la mañana muy borracha para que me trajera a casa.

Eso me recordó esa fiesta tan horrible, esa fiesta de la que me salvó. Después de eso fue difícil no querer conocerle.

Me puse a preparar el desayuno, bueno, a preparar café. Puse la música, no muy alto para que no se despertara. Mientras se hacia el café y yo fregaba sonó una canción que hacia siglos que no escuchaba. Me hizo sonreír y recordar aquellos días en los que amaba a los Jonas Brothers por encima de cualquier cosa. Time for me to fly, era la canción. Tan antigua que ese disco era un disco de coleccionista, no se vendía en tiendas, problemas con la discográfica.

Me puse a bailar, era gracioso escuchar a Nick cantar con esa voz de niña. Danny estuvo unos minutos observando mi baile, sonreía.

  • ¿Por qué escuchas a cantantes que no les ha cambiado la voz? – dijo apoyado en la pared.
  • Oye deja a Nick Jonas en paz, era muy pequeño en esa época.
  • ¿Esos son los Jonas? No puede ser. – dijo realmente sorprendido.
  • Si, en su primer CD, ese que nadie conoce realmente. Cuando tenían 300 fans y no 300 mil.
  • Quizás debería presentarte a los Jonas alguna vez. Son unos tíos geniales y tú parece que tienes una cierta obsesión por ellos.
  • Ahora ya no, pero la tuve. Ves, de eso no me quejaré. Cuando llegue ese momento diré vale, me pondré guapa e iré a conquistar a Joe. – se me iluminaron los ojos.
  • Puto Joe, un rompecorazones.
  • Lo sé, ¿Por qué hablamos de Joe Jonas?
  • No sé, de que quieres hablar. – dijo encogiendo los hombros.
  • Me gustaría saber porque estás aquí, que no es que no me alegre de verte, pero … - no me dejó terminar la frase.
  • No te acuerdas de nada.
  • ¿Te desperté para que me salvaras? – dije con miedo a la respuesta.
  • No, me llamaste pero no estaba dormido, estaba de fiesta con los chicos. – dijo con la sonrisa partida.
  • ¿Y te llame para que vinieras a buscarme y traerme a casa? – intenté descubrir la verdad.
  • Si, entre otras cosas. La llamada fue mucho más sugerente. Hay cosas que no entendí porque empezaste a hablarme en español. Sobre un cartel y yo. – tenia cara de burla.
  • Vale, prefiero no saberlo. – dije avergonzada.
  • Tranquila, no se lo contaré a nadie, y a mí ya me tienes acostumbrado. – dijo divertido. – Me tengo que ir, que tengo trabajo. Esta noche te recojo a las 7 ¿te parece?

Le sonreí y acepté con la cabeza. Salió un rato después y yo me quedé tomando un café. No sabía cuanto iba a durar despierta, no parecía que mucho.
Me quede recogiendo la pocilga de casa que tenía, no era normal. Tenía escusa, era época de exámenes pero ya era hora de recoger y empezar a pensar que iba a pasar con mi verano. Mientras limpiaba y escuchaba música llamaron por teléfono.

  • Buenos días, ¿podría hablar con Raquel Iniesta por favor? – dijeron al otro lado del teléfono.
  • Si soy yo. – quien sería.
  • Mire le llamo desde Universal, sé que tiene otras ofertas allí en Londres pero quería hablar con usted antes de buscar a otra persona.

Me quede paralizada, me estaba llamando Universal, pero no entendía nada, era como si ya hubiera declinado la oferta.

  • Perdone, estoy un poco perdida. Vamos no entiendo nada. – mi corazón bombeaba demasiado rápido.
  • ¿No le ha contado nada el señor Danny Jones? – preguntó sorprendido.
  • No, creo que esa información se le ha olvidado. – puto Danny.
  • Bueno el otro día la llame para ofrecerla un puesto de becaria aquí en Nueva York … - no podía ser verdad lo que me estaba diciendo – pero no pude localizarla, según me dijo el señor Jones estaba haciendo un examen. Además de eso me dijo que tenía otras ofertas allí en Londres y que no estaba interesada en el trabajo.
  • ¿Todo eso le dijo el señor Jones? – porque había contestado a mi teléfono y había dicho esas mentiras.
  • Sí, yo personalmente no le conozco, pero aquí en Universal se ha trabajado con ellos, por ello la vuelvo a llamar, en otro caso hubiéramos cubierto el puesto con otra persona.

Seguía sin entender nada de lo que me estaba diciendo, había algo que no cuadraba.
  • No ha hablado Daniel con usted ¿verdad? – parecía que tenía esperanza.
  • No, parece que se le ha olvidado ese detalle. ¿Me podría explicar en qué consiste el empleo?

Y así hizo, becaria en Nueva York, en el departamento publicitario, de una nueva cantante americana. Un sueño hecho realidad.

  • Pero claro entendemos que al tener posibilidades de trabajar en Londres no esté interesada en viaja a Nueva York. – dijo con algo de decepción en la voz.
  • Si le soy sincera, me deja helada, no tenía ni idea de que tuviera trabajo en Londres, creo que hay más de una cosa que el señor Jones olvidó contarme.
  • ¿Me está diciendo que entonces hay posibilidades de que venga a Nueva York?
  • Tendría que hablar con él antes de darle una contestación sincera. – tenía que tener una conversación muy seria con Danny antes de comprometerme con algo así.
  • Claro, la comprendo. – dijo con esperanza.
  • ¿Le importaría si le llamara mañana cuando tenga claro todo el asunto de Londre?
  • Claro, de verdad nos gustaría mucho contar con usted este verano.
  • Muchísimas gracias por todo.

Todo esto me había dejado sin palabras, vale que Danny era un poco despistado, pero no era normal que no me hubiera dicho nada de la llamada o de ese trabajo secreto en Londres.

Estuve toda la tarde dando vueltas a la cabeza, imaginando posibles escusas o recreando conversaciones de lo que podía llegar a pasar, nada importante. Que equivocada estaba. Dejé recogida toda la casa, me duche y me preparé para ir a cenar.

Danny llegó algo más tarde de lo esperado, llamó a la puerta y me saludó con un largo beso. Mucho trabajo ese día, por eso se había retrasado. No sabía cómo preguntarle por el tema, algo en mi corazón me decía que había algo que no me iba a gustar. ( http://www.youtube.com/watch?v=mE7iwX6EfVk )

  • Oye Danny, antes de ir a cenar tenemos que hablar sobre algo. – dije desde el umbral de mi habitación.

Danny se había acomodado en el sofá.
  • ¿Tiene que ser ahora? Me muero de hambre. – dijo algo desilusionado.
  • Tu siempre tienes hambre, es un estado permanente en ti, pero si necesito que me expliques algo antes de irnos a cenar, que si no le voy a estar dando vueltas toda la noche. – y me senté a su lado en el sofá.

Se irguió y cambió el semblante.
  • ¿Qué ha pasado? – se había preocupado.
  • Hoy he recibido una llamada muy extraña, bueno era normal pero lo que me ha dicho es algo raro, como si me perdiera una parte de la historia, porque tenemos una conversación pendiente. Me han llamado de Universal para ofrecerme trabajo. – dije más rápido de lo que hubiera esperado.
  • A eso. – dijo sin más.
  • Sí, eso. Pero no solo eso, el hombre que me llamó afirma que no me interesa el trabajo y que además ya tengo uno parecido o al menos otro en Londres. – intenté descifrar su cara.
  • Tienes trabajo en Londres, en el bar de Joe. – dijo serio casi sin mirarme a los ojos.
  • ¿De verdad me estás comparando el trabajo que me ofrecen en Nueva York con lo que hago en el bar de Joe? ¿Por qué no sabía nada de esa llamada? – empezaba a mosquearme como se estaba comportando.
  • No creo que debas aceptar ese empleo. – dijo respirando un par de veces entre palabra y palabra.
  • ¿De verdad no me iba a contar que me habían ofrecido un puesto de becaria en Nueva York porque suponías que estaba bien trabajando en el bar de Joe? – esto debía de ser una broma de mal gusto.
  • No, pensaba hablar con Tommy para ver si podías trabajar para nosotros. – dijo intentando zanjar el tema, como si hubiera algo que no quisiera contarme.
  • ¿Qué te estás callando Danny? – dije sin subir el tono de voz pero muy seria.
  • Mira, yo entiendo que eso de New York deslumbra, la grandeza, que te gusta mucho la música pero veo que no estás preparada para meterte en un mundo como este. Está muy bien soñar con llegar a trabajar en una banda, pero la realidad es que no sabes nada de música. Tener a los Jonas Brothers todo el día en el iPod no vale. Al menos si estas en casa…

No le dejé terminar, pero que estaba diciendo.
  • Para el carro, ¿Qué huevos me estas contando? ¿Primero quien huevos eres tú para decidir por mi si quiero o no quiero un trabajo? – empecé a respirar aceleradamente.
  • Tu novio, que además es músico y conoce un poco el mercado. – dijo cortante.
  • Muy bien majo, ya veo la confianza que depositas en mí, te recuerdo que yo estudio Marketing que es por lo que me quieren contratar en Nueva York, no sé hasta qué punto tengo que saber más música que lo que ya se. Y además no quiero que me des trabajo, y menos en tu grupo, que está todo hecho. No me gusta nada esto Danny, no está bien lo que estás haciendo. – empezaba a frustrarme la situación.
  • Este mundo no es fácil Raquel, no es como vender unas galletas y lo siento si soy duro, pero no es tu lugar, no en Nueva York. Lo que haces en el bar está muy bien. – dijo cruzándose de brazos y mirándome por primera vez al os ojos.
  • Pero pero pero…. No creo que esté escuchando todo esto de tu boca, ¿esto es por qué no quieres que me vaya a Nueva York? Lo siento pero no comprendo nada, es como si fueras otra persona ahora mismo. – estaba confundida.

Se levantó y caminó hasta la pared, tenía algo que le daba vueltas en la cabeza pero no me decía.
  • Espero que esto no sea por celos a que me vaya o algo parecido. – dije a ver si acertaba.
  • No vayas por ahí, si no te gusta lo que te digo no intentes encontrar un sentido, lo que te digo es lo que hay, es lo que siento. – comenzaba a ponerse nervioso.
  • ¿TE ESTAS DANDO CUENTA COMO ME ESTAS TRATANDO? ¿Desde cuándo hablas así a las personas que se supone que quieres? Pareces otra persona joder. – las lágrimas se agolparon en mis ojos.
  • No te metas en se jardín, ¿sabes qué cantidad de tías buenas saldrían conmigo con el simple hecho de chasquear mis dedos? Y tías que seguro que me darían la mitad de quebraderos de cabeza de los que me das tú.
  • Pero quien cojones te crees que eres, puto niñato de mierda. ¿Qué cojones te pasa en la cabeza? ¿A qué viene este comportamiento? – me habían enfadado demasiado.
  • Puede que no confíe en ti tanto tiempo fuera, en Nueva York. Compartiendo horas y horas con músicos americanos.
  • Claro que sí, porque yo tengo un problema con el sexo, no puedo contenerme y ser fiel. Pues me voy a ir a Nueva York Daniel, te guste o no.
  • No sería la primera vez. Ya veo que te da igual lo que opine. - ese comentario me hirió en lo más profundo de mi corazón.
  • Ya sabes, si soy dura lo siento, es lo que hay. Total no confías en mí, qué más da que me quede o que me vaya. – una pequeña lágrima llena de rabia recorrió mi mejilla.

Se dio la vuelta instintivamente y dio una patada a uno de los taburetes de la cocina.
  • Si te vas no hay vuelta atrás, si te vas me dejas. Esto se termina. – dijo amenazante.
  • No Danny, esto lo has terminado tú, diciendo las cosas que me has dicho sin venir a cuento, sin darme opción a explicarte porque es tan importante para mi ese trabajo o tu apoyo. Pero bueno supongo que ya hemos durado más de lo que todo el mundo esperaba. Total como bien dices solo soy una tía del montón con aspiraciones falsas a un mundo que no me pertenece. Y con facilidad para la infidelidad. Ahora vete de mí puta casa antes de que te rompa la cara, ya que no me faltan ganas.
  • ¿Estas dispuesta a sacrificarme por un trabajo? – dijo muy serio.
  • Después de tus palabras sí, me has roto el corazón Danny, has cogido un martillo y me lo has destrozado, pero supongo que está bien, ya lo dije cuando vine a Londres, era yo por encima del mundo, por primera vez en la vida, yo y nadie más. – las lágrimas siguieron cayendo por mis mejillas, una tras otra.

En sus ojos se veía decepción, furia y algo de dolor. Como habíamos llegado a esto después de todo lo que nos queríamos. ¿Habría sido eso una fantasía? Casi no podía respirar, algo dentro de mi había estallado. Danny me miró por última vez, sacó sus llaves del bolsillo y las dejó en la mesita de al lado de la puerta. Salió dando un portazo, y ese portazo me asustó y me hizo deslizarme por el suelo sin poder parar de llorar.

Unos minutos después conseguí levantarme, me sequé mis lágrimas con las mangas de la chaqueta. Comencé a meter todas sus cosas en una caja y los recuerdos en otra. Una suya y otra mía.

La suya la dejé al lado de la puerta, la otra la guardé en el armario, junto con la guitarra. Me metí en el ordenador e hice lo mismo. Lo guardé todo en un pen-drive, borre sus discos del iPod y cuando estaba todo, cogí la caja de Danny y me fui al bar.

Cuando Joe me vio con la caja se sorprendió.
  • ¿Has matado a alguien? – dijo de broma.
  • No, más bien al revés. Son las cosas de Danny. Se ha terminado, necesito que le lleves la caja y recojas mis cosas. – dije de forma autómata y sin pensar en mis palabras.
  • ¿Perdona? ¿Cómo que te ha dejado? ¿Qué ha pasado? – Joe intentaba encontrar sentido a todo lo que le decía.
  • Me han ofrecido trabajo este verano en Nueva York.
  • Es genial. ¿En una discográfica? Sigo sin entender lo de Danny. – dijo sorprendido.
  • Danny sabía lo del trabajo y no me lo dijo, y tras soltarme un montón de mierda y yo decirle que me iba a ir a Nueva York me ha dejado. – dije tranquila aunque las imágenes se agolpaban haciendo demasiado daño.
  • Este tío es subnormal. – dijo enfadado. - ¿Qué tal estás? ¿Qué vas a hacer?
  • Irme a Nueva York y guardar las cosas en cajas, a ver cuánto aguantan dentro. Danny Jones ha muerto para mí.

lunes, 8 de agosto de 2011

Capítulo 58

Hola a todos. Os escribo para deciros que este capítulo es el penúltimo, y que mañana publicaré el último. No se la hora concreta pero supongo que a media tarde podría estar. Espero que os guste y que no sea muy dura la espera hasta Octubre. Avisaré antes cuando voy a empezar a subir de nuevo, espero poder subir algún adelanto antes de octubre. Gracias por todo el apoyo y por todos los comentarios.


La espera en la cola fue divertida, ver a las chicas histéricas, llenas de pintura en la cara con sus nombres, cantando y bailando sus canciones.

A eso de media tarde me llamó Danny, sonreí y contesté al teléfono.
  • Hola amor. – dije feliz.
  • Uiiiii, cuanto jaleo. ¿Ya estás de fiesta sin mí? – dijo subiendo el tono de voz.
  • Claro que sí, tomando unos vinos con los colegas. – solo esperaba que fuera de broma.
  • Oye pues espérame, bajo en un minuto. ¿Dónde me esperas? – dijo ansioso.

No podía ser cierto que se lo creyera.
  • Bueno, creo que si te unes a mí ahora mismo, no tocas hoy. La cola está llena de locas amantes de tu cuerpo. – dije convencida de ello.

Se escuchaban muchas barbaridades en esos minutos previos. Eran niñas, niñas de 13 o 14 años, no podían pensar así o imaginar esas cosas con un tío de 25 años. Bueno si, para que engañarnos, pero cuando ese tío es tu novio, es más raro aun.
  • No me extraña, soy tan perfecto. Que le vamos a hacer, tengo que vivir con ello. – estaba convencido de ello.
  • Todavía me pregunto porque me gustas, o mejor aún si creerán tus fans que eres un creído. Mira acabo de encontrar un trabajo para este rato, haré una encuesta.
  • Si quieres ponerte celosa pues hazlo, total solo tiene palabras bonitas para mí. – de verdad era un poco así.
  • ¿Eso crees? Vale, probemos. Voy a coger una fan al azar, de aquí de la cola. – se la iba a liar.
  • De acuerdo. Estoy contigo, pero si luego no te gusta lo que escuchas no te enfades ¿vale rubia?
  • Tranquilo amor, mira por aquí pasa una chica que parece maja.

Me acerque lentamente a Bárbara y hablé en español.
  • Hola perdona, fan anónima de McFly y specially Danny Jones´Fan. Me gustaría hacerte una pregunta. What do you think about Danny?

Bárbara no entendía nada de lo que estaba pasando. Me miró con cara de asco, Danny al otro lado del teléfono tenía un ataque de risa. La puse al día a Bárbara hablando mucho más bajito y mucho más rápido.
  • Hazte un poco la tonta, en plan que no te crees que es él al teléfono. A ver si le bajo un poco los humos porque se cree un Dios.
  • Vale. ¿Quieres que le diga lo que pienso de él? – preguntó divertida.
  • Yes, of course it´s Danny Jones. – dije al teléfono. – Si, pero sobre su persona, no en plan me encanta tu voz. Es un flipado.
  • I CAN´T BELIVE IT. IT´S DANNY JONES. – gritó al lado del teléfono.
  • Muy bien loca, que se entere todo el mundo que está al teléfono. – estábamos trastornadas.
  • Perdón. – dijo sin parar de reír. – Pásame el teléfono que le vacile un rato.

Se lo pasé, respiró un par de veces para no reírse y se metió en su papel. Puso voz de pito y habló en inglés.
  • OMG no puedo creerlo, me muero. ¿De verdad eres Danny Jones? – parecía nerviosa de verdad.
  • Sí, soy yo. ¿Cómo te llamas? – preguntó pausadamente.
  • Sofía, me llamo Sofía. – dijo conteniendo la risa.
  • Un placer, no hace falta que haga caso a esa chica, está loca. – contestó Danny.
  • No si me da igual, un placer. – y cambio su tono de voz. – Eres un creído, pesado y algo tonto. ¿Sirve?

Se alejó el teléfono de la boca para que no la escuchara reírse
  • Pásame a la idiota de mi novia por favor. – dijo serio.

Bárbara alargó el brazo y me dio el móvil.
  • ¿Querías hablar conmigo? – pregunté casi riendo.
  • Eres muy tonta, pero mucho. – estaba algo mosqueado.
  • Error soy genial.
  • No, estas en el mundo porque tiene que haber de todo. – rió él ahora.
  • Oye, no me copies. Invéntate tus propias expresiones. – dije haciéndome la ofendida.
  • Nunca esa frase tuvo tanto sentido. – continuo riéndose de mí. – Te llamaba porque además de no saber de ti en todo el día…
  • No puedes vivir si mi ejem… - le interrumpí.
  • ¿Me dejas hablar pesada? – dijo ofendido.
  • Ok.
  • Vale, pues que está aquí Manuel, bueno y también Derek. ¿Vais a entrar en algún momento? – preguntó al fin.
  • Eh no. Aquí las locas de mis amigas, si esas que están en el mundo para darte de comer, llevan durmiendo desde el martes en la calle.
  • ¿Están locas? – dijo sorprendido.
  • Eh respétalas que son las que te dan de comer. – defendí su honor.
  • Bueno, ellas ya no. – puntualizó.
  • A ver, este concierto lo han pagado ellas. Pero no es este el caso, lo que te estaba diciendo…
  • Pesada. – volvió a interrumpirme.
  • VALE YA, ¿te das cuenta que somos dos putos pesados? Bueno pues que no vamos a entrar con ellos, vamos a ver el concierto en las primeras filas. Entraremos en la cola Pionner.
  • Vale, pues pasarlo muy bien princesa. – parecía de acuerdo con la idea.
  • Necesito saber si me van a dejar pasar por esa cola con mi pase VIP sin carnet de SC ni entrada. – pregunté con temor.
  • ¿Me preguntas a mí? Yo que sé. Yo canto Raquel, ya está.
  • Tú eres TON-TO. Va, no sirves ni para cagar. – reía por no llorar.
  • Gracias, da gusto tenerte como novia. ¿Alguna cosa más sobre mí?
  • No, creo que te he dicho todo lo que sentía. – dije divertida.
  • ¿Algo bonito para despedirte? – preguntó curioso.
  • No, gracias. Estoy bien.
  • Imbécil. – estaba molesto.

Me entró la risa. No podía hablarle así y que no me entrara.
  • Bobito no te enfades. Si yo te quiero mucho. – la voz era de una niña pequeña y dulce.
  • Estás muy loca. Te cuelgo princesa. – le había sacado una sonrisa.
  • Adiós, espero que te lo pases muy bien en el escenario pecoso precioso. – continué con el mismo tono.
  • Adiós cariño. No bebas eh, que no quiero ver cómo te sacan del concierto.

Debo decir que si alguien lee esta historia alguna vez, cosa que no tengo yo todas conmigo, no debe pensar que era una borracha, pero no iba a contar aquí los días que nos quedábamos en casa comiendo pizza y viendo una peli.

Llegó la hora de entrar al recinto, no tuve problema en entrar, aunque más de una me miró con cara de pocos amigos. Incluso los de seguridad se preguntaban porque una tía con un pase como ese estaría allí con todo el mundo.

Corrimos de forma pausada y cogimos una tercera fila. Una maravilla volver a ver un concierto desde esa perspectiva. Pero no todo fue así de perfecto cuando empezó el concierto.

No recuerdo minutos más horribles que esos, no tengo recuerdo de la actuación, solo podía estar atenta a no morir aplastada. Cuando subieron al escenario, las niñas con ansia de tenerles aún más cerca, empezaron a empujar contra la valla. No aguantamos más de cuatro canciones, eso era inhumano. Así que una por una fueron sacándonos del mogollón.

Danny parecía preocupado desde arriba del escenario y que nosotras saliéramos ayudadas por los de seguridad no ayudo a su preocupación. Al irme me despedí con un corazón y le guiñé el ojo. Esperaba que eso sirviera para que se relajara, ya que había empezado el concierto con una cara que lo decía todo. No le gustaba lo que estaba viendo ahí abajo.

El concierto mejoró considerablemente en cuanto salimos de ese centro mortal. Volvimos a vivir todas y cada una de las canciones, lo que decían y no decían sus letras. Saltamos y dimos vueltas sobre nosotras mismas, tanto que casi caemos mareadas.

Era impresionante llegar a tener tanta energía en sus conciertos, era una sensación de grandeza y confianza. Sobre todo de unión entre las 5. Nos mirábamos y nos reíamos juntas de sus tonterías en el escenario o de la forma que cantaban una canción. Fueron lo más grande que tuvimos las 5 en común, algo que nos transmitía cariño y buen rollo.

Tocaron una canción que nos hacía estremecer, nunca había visto llorar tanto a Mery en público como en ese momento. Esa canción la entró directa al corazón, más bien la llegó cuando la unió a nosotras, cuando esas palabras significaban un forever and always. Cuando pasara lo que pasara, o estuviéramos donde estuviéramos, esa canción nos uniría y nos recordaría que teníamos a gente a nuestro lado cuidando de nosotras. Y de verdad ayudaba a seguir adelante. De verdad que sí.

Cuando terminó el concierto salimos a que las chicas fumaran antes de entrar a saludar a los chicos. Pero todo se complicó en una fracción de segundo.

Ana e Iris que también habían tenido que salir del mogollón, vieron el concierto con nosotras. Ver a Iris cantar y bailar sus canciones no tenía precio, era maravilloso. Salimos con ellas a fumar, no iban a tardar en irse, vivían muy lejos de allí.

Íbamos las siete hacia la salida cuando de repente una puerta se abrió sin más delante nuestra. Con tan mala suerte de que Iris se chocó con ella y se rompió la nariz.

Lo primera reacción fue reírnos, no esperábamos que fuera nada, sino una puerta que nos asusta y como mucho hace que tropieces. Pero no, empezó a sangrar e Iris comenzó a decir un montón de insultos seguidos.
  • Joder, me muero. Estoy sangrando me cago en la puta. – decía Iris.
  • Dios, eso está roto. – dijo Bárbara.

Y si claro que estaba roto, se le había hinchado y sangraba.
  • Nos vamos al hospital. – dije convencida de ello.
  • Pero y ¿vuestro viaje a Barcelona? – dijo Ana.

Nos miramos las cinco, sabíamos lo que teníamos que hacer. Además no era que no los fuéramos a ver más.
  • Se suspende el viaje a Barcelona, por lo menos de momento. – dijo María.
  • DIOS ME VOY A QUEDAR COMO VOLDEMORT, SIN NARIZ. – gritó Iris.

Una carcajada general nos inundó. No podía ser verdad ese comentario.
  • Deja de decir tonterías. – la tranquilizo Cris. – Venga vamos a llevarte al hospital.
  • No cabemos todas en el coche. – apuntó Laura.
  • No pasa nada, ir vosotras cinco, Cris y yo iremos en taxi. – dijo Bárbara.
  • Yo prefiero no ver sangre. – afirmó María.
  • Vale, pues vamos las tres en taxi. ¿Sabrás llegar? – me preguntó Bárbara.
  • Sí, creo que me apañaré.

Nos montamos en el coche y nos preparamos para salir. No quedaba mucha gasolina, lo que me faltaba. Solo esperaba que no nos dejara tirados.
  • ¿Estás bien Iris? – la preguntaba Ana.
  • Me duele muchísimo. De verdad mucha gracias pero podíamos haber ido en taxi. Os tenéis que ir.
  • Vamos a ver, primero no es el primer concierto que vemos, vamos solo en dos días les hemos visto dos veces. Luego el pecoso se penca aquí a la amiga, le tiene muy visto, puede vivir unos días sin verle. Además este año ya hemos estado en un montón de conciertos suyos. Liverpool, Londres. – dijo Laura dándose la vuelta. – En la ducha… bueno eso solo una de nosotras, pero oye cuenta.

Iris rió y agradeció ese gesto. Nos tenía mucho cariño y eso ayudo a que su cariño fuera incondicional. La demostramos cosas que no esperaba de ninguna de nosotras.

  • Laura por favor, escríbele a Danny y dile que vamos de camino al hospital, que una amiga se ha roto la nariz y que la hemos acercado en el coche. Que en cuanto pueda le llamo, que voy conduciendo. – la dicté.
  • Ohhh, ¿solo le puedo escribir eso? – dijo compungida.
  • No, escríbele lo que quieras, pero no le preocupes.

Lo acepto con mucha alegría, era una loca, me encantaba.
  • ¿Lo vas a firmar con tu nombre? – pregunté aunque sabía que la respuesta era no.
  • ¿Qué gracia tiene eso? Dime. Ninguna. – dije poniendo cara de burla.

Se mantuvo un rato en silencio, escribiendo y borrando. Cuando terminó dejó el teléfono en la guantera y miró hacia atrás a ver qué tal estaba Iris. Parecía que no sangraba tanto.

Llegamos al hospital y las demás ya estaban allí. Tardaron más de lo esperado en atenderla. Mientras esperaba a que salieran, a buscar a Iris, llamé a Danny.

  • ¿Estáis todas bien? – parecía preocupado.
  • Si, tranquilo, solo fue una puerta que ha roto la nariz a una de las amigas de María y Laura. – le tranquilice.
  • ¿Ya está bien? – dijo algo más tranquilo.
  • Bueno, estamos esperando a que la atiendan, pero vamos no es nada grave. A ver si se la arreglan, que la duele un montón.
  • Bueno, nosotros salimos ya para Barcelona. ¿Nos veremos allí? – preguntó con poca esperanza en la voz.
  • No creo cariño. Mira qué hora es, supongo que ya nos vemos en casa el martes. – había una parte de mí que quería estar con él en ese momento.
  • ¿Cuándo vuelas a Londres? – asumió que no había nada que hacer.
  • El martes a primera hora.
  • Mándame la hora y voy a buscarte. Y te invito a desayunar unos waffles en mi casa. – dijo con voz sensual.
  • Vaya, suena delicioso. Tener cuidado en la carretera y canta igual que hoy señor Jones.
  • Vale mi niña, te llamo mañana para que sepas que estamos bien. Te quiero.
  • Buenas noches Daniel, yo también te quiero.

domingo, 7 de agosto de 2011

Capítulo 57

Nos despertamos a la vez, no era posible esa sincronización. Habíamos vuelto al hotel cuando terminó de amanecer, estábamos agotados. Nos quedamos tumbados sin movernos durante al menos 10 minutos. Mi pie le recorría su pierna lentamente una y otra vez, mientras, Danny me sonreía. En momentos como esos, el mundo se paraba, y solo importaban nuestros suspiros, las miradas, esos pequeños escalofríos o corrientes eléctricas que recorrían mi espalda sin parar.

Nos levantamos y bajamos a desayunar. No teníamos noticias de los demás. Según horario debían haber llegado ya.

Estaban todos desayunando cuando entramos al comedor. Saludaron con un soso buenos días. El panorama era gracioso, o eso me lo parecía a mí.

Al fondo, al lado de los huevos, estaban María y Dougie hablando. El llevaba gafas de sol y bebía un vaso de zumo. Le explicaba algo que no parecía agradarle demasiado, en cambio ella parecía emocionada. En ese momento llegó Derek y la abrazó por detrás. Dougie sonrió educadamente y se alejó. María parecía incomoda con las muestras de cariño. Nunca fue muy cariñosa en ese sentido.

Dougie volvió a la mesa con los demás. Harry estaba demacrado, tenía unas ojeras enormes. Laura parecía igual de destrozada, tenía apoyada la cabeza sobre su brazo y ni siquiera desayunaba. A su otro lado, Cris, removía el café una y otra vez. De vez en cuando sonreía recordando momentos de esa noche, algo divertido que no recordaba anteriormente por culpa del alcohol. Tom sí que desayunaba, más bien engullía cereales, parecía muy hambriento. A su lado Bárbara, medio recostada en la mesa, no dejaba de mirar al infinito como si estuviera esperando algo.

Dougie llegó a la mesa con dos tazas de café, una para él y otra para Bárbara. La chica de ojos claros le dedicó una tímida sonrisa y se lo agradeció con una mirada. Dougie a cambio le dedico una gran sonrisa y se sentó a su lado.

Había algo extraño en esa mesa.

Nos acercamos lentamente, esperando reacciones, pero no parecían darse cuenta de nuestra presencia.

  • Buenos días chicos. – dijo Danny demasiado alto.
  • Como vuelvas a hablar así de alto voy a matarte Jones. – dijo Bárbara con mala cara.
  • Joder, sí que dio de si la noche cabrones. La última vez que voy con coche a veros. – dije divertida.
  • No lo sabes tú bien, quiero morirme. – me respondió Cris.
  • Pues vosotros deberíais subir a dormir un rato hasta la hora de comer al menos. – les dijo Danny.
  • Y vosotras ir a casa a descansar. Si queréis os llevo y luego quedamos a comer las 5. – ofrecí.

Todos estuvieron de acuerdo con las propuestas. Terminamos de desayunar y nos despedimos de los chicos. Danny también se quedó en el hotel durmiendo, había sido una noche larga, necesitaba descansar para poder aguantar otros dos conciertos más.

Acerque a las chicas a sus casa, con Laura tuve que pelear un poco porque no quería que la llevara, aunque no tuvo otra opción.

Quedé con Manuel hasta la hora que había quedado con las chicas a comer, tenía que aprovechar los pequeños momentos que pasaba en España.

Siempre pensaré que abandoné a Manuel cuando decidí ir a Londres a estudiar, como si al alejarme le dejase tirado, pero llegó un momento que había poca gente por la que luchar o por la que quedarse.

Pero él era mi hermano, aquella persona que estaba a mi lado hiciera lo que hiciera. Estaba cuando la cagaba con las notas, cuando me obsesionaba con series, actores o músicos y no era fácil en esos momentos. Estaba en los peores momentos y también en los mejores. Pero en el último año las cosas habían cambiado, cosa normal. No me gustaba, aunque no había una solución. No había mucho que hacer.

Cuando volvíamos a juntarnos parecía que todo volvía a ser como siempre fue. Como si continuáramos viviendo puerta con puerta o discutiendo por el volumen de la música que el otro escuchaba. Esos momentos me hacían sonreír cuando estaba sola en casa, me daban fuerzas para seguir.

Se extrañó esa mañana cuando le llamé para quedar. Asumía que nos veríamos es noche en el concierto, pero no antes. Era bonito ver la relación que tenía con Danny. Quedamos por nuestro barrio, tomamos algo, reímos y nos pusimos al día. En esos momentos se hacía raro el no vivir juntos, ni siquiera cerca. Mi año fue muy surrealista, y no parecía que fuera a parar de serlo.

Había quedado con las chicas en Vistalegre, tenían amigas haciendo cola y querían pasar a saludar antes de entrar al concierto.

La comida fue un poco rara, esa noche habían pasado cosas que no llegaba a comprender y que tardé en saber. Seguían cansadas, Bárbara estaba afónica e intentaba no hablar mucho para conservar algo de voz para el concierto. Cris y Laura en cambio estaban un tanto hiperactivas, demasiado emocionadas por el concierto y las fiestas nocturnas. No recordaban todo lo que pasó esa noche, bebieron demasiado. María estaba en su pompa, supuse que algo había pasado con Derek pero no estaba muy habladora.

Estaba muerta de curiosidad, había algo que me hacía desconfiar, como si intuyera que las cosas no eran tan normales como decían. Era raro.

Supuse que para ellas más aún. Para mi primero fue Danny, un inglés sexy y luego se convirtió en Danny Jones estrella del Rock. Y lo mismo con sus amigos. En cambio para ellas eran cuatro mitos, en mayor o menos medida, algo que consideras hasta un punto inalcanzable. Asumes que como mucho, si te lo curras, conseguirás “salir” de fiesta con ellos, pero nunca contemplas, de una forma seria y realista, la posibilidad de hacer un viaje en su autobús.

Por eso preferí matar mi curiosidad y dejarlas que disfrutaran de ese momento, o al menos por el momento. Solo esperaba que llegase un día en el que me lo contaran, si realmente hubiera pasado algo raro.

Cuando terminamos de comer nos fuimos a donde estaban haciendo cola. Había mucha gente, todos los que iban al concierto ya estaban allí o estaban llegado. Era bonito algo así. Me sentía un poco fuera de lugar. Vale que fuera mi estilo musical, mi estilo de grupo, pero ser quien era no ayudaba a la hora de relacionarme con la gente. Intenté relajarme y dejarme llevar. Pensé en entrar a Vistalegre a verles ensayar y dejar a las chicas con sus amigas, pero realmente las echaba de menos y a ellos les tenía muy vistos.

Era emotivo verlas encontrarse con la gente que hacía mucho que no veían, o gente que conocían de SC o de twitter y finalmente conocían en persona. Era fácil encontrarlas, una llevaba el pelo rojo y otra morado, llamaban la atención. Dieron abrazos, gritos y todas esas cosas que harías en la cola del concierto de tu grupo favorito. Unas parecían más amigas que otras.

Hubo un par de niñas que me impresionaron, más que nada por ver como las miraba María, había mucho cariño. Eran un poco más mayores que la media de la cola, que rondaba los 15. Eran una locura de chicas, hacían cosas fuera de lo común, cosas que asustaban. Cosas que me decía Danny que le daban miedo.

Ana e Iris se llamaban. Empezaré con Ana, aunque podría igual empezar con Iris. Me dejó impresionada desde el primer momento que hablamos. Teníamos muchas cosas en común, era una persona idealista, alegre, llena de vida. Transmitía cariño cuando te miraba con esos ojos oscuros. Transmitía amor. Tenía 17 años por aquel entonces, amante de la música, como muchas otras por aquel entonces. Aunque ella siempre tuvo algo especial, se comportaba conmigo de una forma que no era normal. Menos cuando era la novia de su ídolo y no me conocía de nada. Leal y protectora, muy leal.

Era una buena amiga de María y Laura, se conocieron en una quedada de McFly hacía ya unos meses, y se habían llegado a tener mucho cariño. Esa tarde que se conocieron en el centro de Madrid, finalmente tras muchas conversaciones por twitter, conocieron a Iris.

Iris, como se puede describir a esta niña. De la misma edad que Ana, amiga y compañera del colegio. Ella también se sentía un poco fuera de lugar, sobre toda esa tarde lluviosa en Madrid. No era fan de McFly, no al menos hasta después del concierto, pero esa tarde las tres se ocuparon de que Iris fuera a verles en directo. Ella siempre agradeció ese acoso y derribo, ya que descubrió a un gran grupo de músicos pero aún más importante, llegó a conocer a gente maravillosa gracias a ese concierto.

Aun así todavía buscaba su lugar dentro de las Galaxy Defenders. Era una chica protectora, protegía a todo aquel que era importante en su vida. Graciosa, idolatraba a DaVinci y la Guerra de las Galaxias. Amante de Friends, bueno amante es poco. Activa, deportista y una de las personas más maravillosas que conocí en ese mundillo. Era un ídolo para mí.

  • Esta es Raquel, mi amiga de Londres. – las dijo María con una sonrisa.

Nos dimos dos besos.
  • Encantada. Tienes que saber que María habla mucho de ti. – dijo Ana con una sonrisa.
  • Dios que vergüenza. Seguro que no es verdad ni la mitad de las cosas que os ha contado. – dije riendo.
  • No creo. – dijo Iris. – Aunque nos dijo que no venias al concierto. – dijo extrañada.
  • Ya, es que no lo sabía nadie. Era una pequeña sorpresa. – sonreí.
  • ¿Tú también eres una fan loca como ellas? – pregunto curiosa Iris.

Mire a María extrañada, parecía que no sabían nada.
  • ¿No se lo has contado? – le pregunté extrañada.
  • Sabes que respeto tu opinión de no hacer publicidad sobre tu relación, así que les hablé de mi amiga Raquel nada más. – dijo con una mirada cómplice.
  • Espero que estéis cuidando bien a esta niña, porque os puedo asegurar que es la mejor amiga que podréis tener nunca. – dije con una gran sonrisa.

Ella respondió con otra y se puso roja.
  • Si, claro que la estamos cuidando. – contestó Ana.
  • Pues sobre ser fan loca, realmente soy fan desde hace muy poco, pero si no fuera porque soy la novia de Danny seguramente sería una de las mayores fan loca. No la locura de enseñar tetas, pero sí de querer ser grupie. – y esperé su reacción a la información dada.
  • Ya decía yo que me sonaba tu cara. – dijo Ana flipando.
  • ¿Qué eres la novia de Danny? ¿Cuál de ellos es Danny? – Iris sí que estaba flipando.
  • Esa es la mejor pregunta nunca formulada. – rió Bárbara.
  • El cantante, el de las pecas. – la dijo Laura.
  • Ah vale, ya sé quién es. ¿Sales con ese tío? Eres mi ídola. ¿Y qué haces aquí? – estaba un poco perdida.
  • Pues venir a ver un concierto con mis amigas. - la contesté riendo.
  • ¿Pero si tenéis pases vips no? ¿Vais a ver el concierto en el mogollón? – seguía sin comprender nada.
  • Iris deja de hacer tantas preguntas. – dijo Ana algo avergonzada.
  • No te preocupes, que pregunte todo lo que quiera. – la dije para que se relajara.
  • ¿El pene de Danny también tiene pecas? – preguntó Cris muy seria.

Bárbara se dio la vuelta para mirarla, no creía que hubiera preguntado eso. Nos dejó heladas a todas. Yo empecé a reír, me dió un ataque de risa.

  • ¿Qué clase de pregunta es esa? Además si le habéis visto desnudo más veces que yo. Tienen un problema con eso de desnudarse. – no podía parar de reírme.
  • Ya claro más que tú. De todas formas le hemos visto todo menos el pene. – contesto Laura.
  • Bueno, algo tenía que tener yo en exclusiva, dentro de la cantidad de tías que se lo han visto en la intimidad.
  • Ósea que no vas a contestar a la pregunta. Eso no está bien, si dices que preguntemos cualquier cosa, es cualquier cosa. – dijo Cris haciéndose la ofendida.
  • Se lo decía a Iris, no a ti salidorra.
  • Oye sobre el concierto, ya que llevamos durmiendo aquí desde el martes y esas cosas, podíamos entrar con los Pionners. Y ver el concierto en las primeras filas. – propuso Bárbara.
  • Vale, pero no soy Pionner. – contesté.
  • Si eres Pionner Raquel, cuando hiciste el estudio te dieron un usuario. – dijo María.
  • Ya, pero no tengo nada que lo acredite.
  • Como que no, tienes un pase vip para entrar, no creo que tengas problemas. – dijo Laura.
  • Vale, vale. Lo intentaremos. Total os tiene que revisar la identidad ¿no? Pues veremos si puedo pasar por esa cola, porque además no tengo entrada.
  • Sería muy raro que no pudieras entrar siendo quien eres. – dijo Iris.
  • Ya, pero yo entro por otro lado. Pero vamos ¿vosotras también sois Pionner? – las pregunté.
  • No, pero entramos antes por un concurso de Orange que hemos ganado. – dijo Ana orgullosa.

Nos despedimos y quedamos en vernos dentro. Porque sí, el concierto dio mucho juego.

sábado, 6 de agosto de 2011

Capítulo 56

Bueno ya queda menos para el final, espero que os esté gustando. Este capitulo se lo quería dedicar a Monica, y decirla que la echo de menos por twitter estos días. Se que no está teniendo sus mejores días así que espero que esté bien. Te lo mereces preciosa.

Un chico joven, de la organización, salió a buscarnos. Me había enfadado el hombre de seguridad, como se podía ser tan gilipollas pensé. De verdad algunas veces nos pasaban cosas que no eran del todo normales. Cosas que se podían escribir en un libro de ficción y quedarían camufladas ya que no parecen en ningún caso reales. Siempre me gustaron esas historias.

Pasamos por unos cuantos pasillos y llegamos a los vestuarios. Los chicos medio desnudos hacían el payaso, cosa demasiado normal para ellos. Me había perdido la entrada en los vestuarios gracias a ese amable puerta, de verdad me mosqueé demasiado.

Cuando entramos en la habitación y nos vieron, comenzaron los saludos, presentaciones, abrazos y toda clase de bromas y risas. Cuando había saludado a todos, Danny me llamó con la mano para que me acercara hasta él.

No paraba de sonreír, se le veía feliz, cosa que hizo que se me pegara y fuera yo la que ahora no podía parar de sonreír. Me acerqué lentamente y sin dejar de mirarle a los ojos. Nos abrazamos, nos mantuvimos así unos cuantos segundos, luego me separé para poder mirarle.

Se acercó lentamente a mis labios y dijo antes de depositar un dulce beso.
  • Eres una loca.

Lo dijo tan bajito que me hizo estremecer. Me acerque más a él y fui yo la que le besé.
  • Seguramente, pero eres demasiado buen músico para desaprovechar conciertos.

Me sonrió y me acercó a su pecho. Esos brazos trasmitían seguridad, como si todo fuera bien cuando estabas rodeada, protegida por ellos.
  • Mira qué bonita pareja hacen Dougie y Mery. ¿De verdad no podemos hacer nada para que pase algo entre ellos? – preguntó Danny.
  • No, esas cosas nunca salen bien. Aunque creo que solo se quedará en nuestra imaginación, Mery se está empezando a pillar por Derek, vamos llevan un mes sin parar de hablar. – dije un poco defraudada.
  • ¿Derek y Mery? ¿De verdad? Por eso Derek se ha venido con nosotros. Ya me extrañaba a mí, en todos estos años lo único era vernos en Wembley.
  • ¿Derek ha venido con vosotros? – dije totalmente sorprendida.
  • Si, está en el baño.

Nos giramos inconscientemente para poder mirar la puerta del baño. Unos minutos después salía Derek, sorprendido al ver a tanta gente como había en esa sala.

Mery seguía hablando con Dougie en un tono gracioso y relajado. Se ponían al día de la semana y de las cosas que ya sabían porque hablaban a menudo por internet. Cuando Derek salió del baño y Mery le vio plantado delante de la puerta no podía creérselo. Una sonrisa partida se puso en los labios de ambos, sorprendidos los dos por la presencia del otro en esa sala. Ninguno se esperaba la presencia del otro. Mery se levantó, dejando a Dougie hablando solo, y corrió a abrazar a Derek.

La cara de Dougie cambió, no parecía muy contento de lo que acababa de pasar. Se levantó a por una cerveza y volvió a sentarse donde estaba con cara de pocos amigos.

Danny y yo seguíamos abrazados en un lado de la sala, observando todo lo que estaba pasando. No me gustó nada lo que acababa de pasar.
  • Oye, ¿no le gustará Mery a Dougie? – pregunté preocupada.
  • Que nosotros sepamos no, vamos le preguntamos y nos dice que no, que es una buena amiga, que es un gran apoyo, pero que todo se queda ahí.
  • Joder, pues no entiendo a qué viene su cara de ahora mismo. Ya verás cómo se lie la historia. – dije preocupada.

Harry pasó a nuestro lado con una cerveza.
  • Oye me parece estupendo que os queráis y esas cosas, pero vamos os podéis separar no se, lleváis así como 5 minutos. – dijo con tono de burla.

Danny alargo el brazo y le intentó dar una colleja, pero Harry fue más rápido y se alejó.
  • Jones, Jones, Jones… respeta a tus mayores y a los maestros del kunfú.
  • ¿Maestro del kunfú? Vamos Judd a mí no me vendas motos. Demasiados años juntos, todos sabemos que aquí gano yo. – dijo Danny
  • Vamos a ver, la única forma es un combate a muerte. Es la única opción de solucionarlo. – retó Harry.
  • De acuerdo. – acepto Danny.
  • Dios esto cada vez es mejor, ahora combate a muerte. – dijo Laura sentándose al lado de Dougie. – Rubio alegra esa cara que vamos a ver sangre. – dijo dándole un codazo.

Dougie sonrió ante el amor de Laura por las peleas y la muerte. Tom se acercó y tomo el papel del árbitro del combate.
  • Bueno, hemos estado hablado y ya que habéis venido en coche y no podéis venir las 5 en el bus de camino a Madrid, y ya que Rachel tiene muy visto todo lo que tiene que ver con nosotros, el que pierda el combate será el acompañante de Rachel en la vuelta de Valencia a Madrid. Uno de los dos hará de copiloto esta noche y se quedará sin la maravillosa fiesta en el Jumbo Bus.
  • Danny… - le llamé.
  • Lo siento princesa, vas a tener que volver con Harry esta noche. Es un tío guapo y gracioso, vas a pasar una noche divertida.
  • No te preocupes Rach que no va a poder conmigo. – dijo Harry desafiante.
  • Vale, Danny hazlo sin compasión, luego le llevo escuchando a los Jonas Brothers toda la noche. – dije divertida.
  • Vale, entonces el ganador decide si va en el coche de Rach escuchando los Jonas Brothers o se viene de fiesta en el Jumbo Bus.
  • Oye que mi coche también mola eh. – dije ofendida.
  • No te preocupes cariño, sino da igual, hazle sufrir. – dijo Danny divertido.

Y empezaron la lucha. Esto no era serio, se reían ellos más que todos nosotros. Sigo pensando que Harry le dejó ganar esa noche, todos sabíamos que Harry era mucho más fuerte que Danny, incluso mucho más listo. Pero fue Danny quien se proclamó vencedor en esa pelea. Fue él el que eligió como quería llegar hasta Madrid.
  • Bueno, sintiéndolo mucho, ME PIDO EL JUMBO BUS. – dijo demasiado alto.
  • PERDONA. – dije sorprendida.

Un silencio se hizo en la sala. Mi cara transmitía odio por el pecoso en ese momento.
  • Tranquila que era una broma. Como te voy a dejar volver con Harry, pobre. – dijo conteniendo la risa.

Un ohhh generalizado se escuchó en la habitación.
  • Muy bien Jones, nos vemos mañana en el concierto. Pasar una buena noche. – dije dirigiéndome a la salida.
  • Pequeña vamos, si sabes que solo te estoy vacilando. Sabías que iba a volver contigo. – dijo agarrándome de la muñeca.

Me giré y le di en el brazo.
  • Payaso. Ya me puedes llevar a algún lugar bonito a cenar ahora mismo antes de conducir media noche. – dije mientras cruzaba mis brazos.
  • De acuerdo, déjame cambiarme de ropa y nos vamos. – dijo mientras me daba un beso en la mejilla.

La cena y el viaje fueron tranquilos. Danny durmió parte del camino, cosa que era normal estaba agotado y necesitaba descansar para el día siguiente. Mucho trabajo en tres días.

Cenamos en el puerto, en un lugar algo cutre, pequeño y entre barcos casi. Eso si la comida era excelente.

Cuando quisimos salir de Valencia era un poco tarde, nos habíamos entretenido demasiado. El viaje no se me hizo largo, aunque tampoco fue muy divertido. Sin saber cómo Danny se quedó dormido poco después de subirnos en el coche. Lo mejor es que fue durante mi concierto privado. Se reía de mí mientras cantaba. No os aconsejo cantar delante de un tío que te da mil vueltas en el tema. Pero vamos no es muy difícil cantar mejor que yo.

De vez en cuando le miraba, estaba tan precioso dormido. De vez en cuando se despertaba, me miraba con una sonrisa y volvía a dormir. Cuando llegamos a Madrid estaba amaneciendo. Estaba un poco cansada, pero no me apetecía irme a dormir.

  • Danny despierta, ya hemos llegado. – dije dándole besitos en la mejilla.
  • Mmmmmm. Llévame tú hasta la cama. – dijo todavía dormido.
  • No vamos a la cama todavía, quiero que veas una cosa. – y me bajé del coche.


Tardó unos minutos en bajar, se estiró y me busco con la mirada. No sabía dónde estábamos. Le cogí de la mano y comencé a andar. Caminaba cansado detrás de mí, más bien iba tirando de él.

  • ¿A dónde me llevas? No quiero pasear. – se quejó como un niño pequeño.
  • No seas quejica, te voy a llevar a un sitio precioso. De las mejores vistas que hay en Madrid. – dije tirando de él.
  • No, claramente las vistas más bonitas de Madrid las tengo delante cada mañana que te despiertas a mi lado. – dijo con un poco de vergüenza en la voz.
  • Daniel Alan David Jones eres el hombre más maravilloso del mundo.

Dejé de caminar, rodee su cuello con mis brazos y le besé. Noté como sonreía debajo de ese beso. Me agarro por la cintura y me juntó a él. Y continuó besándome.
  • ¿Qué me querías enseñar princesa? – dijo cogiéndome en volandas y caminando conmigo.
  • Dios eres tan bobo. – me agarra a su cuello y escondí la cabeza.
  • Sí, pero dime hacia donde camino, ya que te estoy haciendo de taxi humano. – dijo riendo.
  • Mmmm llévame al hotel y disfrutemos de buen sexo mañanero.
  • Ahh no, ahora me enseñas lo que me querías enseñar. – dijo con tono digno.
  • Vaya, me quedo sin pillar. – dije triste.
  • ¿Pero tú que eres un hombre? Yo no he dicho eso, pero antes quiero ver el sitio joder. – dijo divertido.
  • A bueno, entonces arre caballito. En esa dirección. – le señale con el dedo.
  • Oye trátame con amor eh, que no soy tu esclavo. A ver si te voy a tirar del caballito.
  • Sabes que no lo harías, porque me podrías tirar con fuerza y yo morir aplastada en la acera y te sentirías tan culpable que morirías de pena. Y sé que no quieres morir. Así que ya sabes. – y le dedique una sonrisa.
  • De verdad dedícate a la invención de historias o yo que sé. No puedes abrir la boca y decir tantas tonterías seguidas.
  • Sí, es posible, soy graciosa. Tú lo sabes, yo lo sé, todos lo saben.
  • Venga ahora con el verbo mentir.
  • No me vaciles Jones vale, que sino esta noche te la lio en el concierto.
  • No me das miedo rubia.

Me miró con ojos amenazantes. Me incitaba a ello. No dije nada, le miré divertida y le besé, cosa que le pilló desprevenido, no esperaba una reacción como esa. Estábamos ya en el templo de Debod. Le hice un gesto para que me bajara.
  • ¿Me has traído a un museo en la calle? – dijo poco convencido.
  • Eres imbécil.- no le hice mucho caso.- La primera vez que vine aquí, o al menos la que recuerdo, fue con mi prima. La admiraba tanto. Nos contó un chiste sobre Bin Laden que nunca llegué a recordar, pero que me hizo mucha gracia. – dije con añoranza.
  • Cuéntamelo anda.
  • Vamos a ver, tu no me escuchas creo yo. QUE NO ME ACUERDO DEL CHISTE. – era superior a mí.
  • Vale perdóname. – dijo riéndose.

Le ignoré y comencé a caminar hasta el mirador. Me acerqué hasta la barandilla y me quedé mirando las vistas. Hacia tanto que no venía por aquí. Danny me tiró una piedrecita que choco contra mi gemelo. Me di la vuelta y le vi sentado en el césped. Me llamó para que me acercara aunque yo me tome mi tiempo. Ese lugar me había traído muchos recuerdos.

  • Tienes suerte, esto suele estar plagado de gente. No a estas horas, pero si durante el día. – dije sentándome entre sus brazos.
  • Es un sitio bonito y romántico, es normal. – dijo apoyando su cabeza sobre mi hombro.
  • Un poco típico para por el día. – y vinieron imágenes de antiguos amores a mi cabeza.
  • Así que me traes a donde te traían tus novios.
  • Algo así. Pero lo bonito de esto es ver las vistas y nunca he visto el amanecer. – dije sonriendo.
  • Podrías poner música. – me susurro.
  • ¿Por qué? – pregunté extrañada.
  • Porque así cuando escuche esa canción podre poner cara de bobo y recordarte. Pase lo que pase, cuando escuche esa canción me recordará a ti eternamente.
  • ¿Qué eres una nena? – dije imitándole.
  • Payasa. Anda pon una canción.
  • Vale, pero déjame tu iPhone. Veremos cuál es la canción que nos depara el destino.

Me dio el iPhone y busqué la música.
  • Veamos. Uno, dos y tres.

Simple Plan puso en la pantalla. Summer Paradise. http://www.youtube.com/watch?v=4SqRYpQKakg Creo que nunca había escuchado esa canción hasta esa madrugada. Puse el reproductor en repetición y me recosté sobre su pecho. Él me agarró fuerte y besó mi cabeza. Media hora estuvimos al menos ahí sentado, escuchando una y otra vez la canción y viendo como el sol aparecía entre los edificios de Madrid. De vez en cuando mi cuerpo se estremecía, no sé si de frio o de lo que sentía ese momento. Pero cuando Danny lo notaba me acercaba más a su pecho y me susurraba partes de la canción al oído.

Seguramente me durmiera algunos minutos, estaba muy cansada y demasiado cómoda. Cuando terminó de amanecer nos fuimos hacia el hotel. Los demás no habían llegado aún. Demasiadas cosas pasaron entre esas cuatro paredes, muchas que ni siquiera 20 años después sabemos del todo. Muchos silencios y caras raras vimos horas después.