Los meses siguientes fueron una
locura, no recuerdo haber trabajado tanto nunca en mi vida. Después de esa
noche, a la mañana siguiente, me reuní con Lucas y Nathan. Las noticias fueron
fabulosas. Lucas quería trabajar con Kate y grabar un cd en USA.
Kate estaba muy agradecida y nos
invito a Tom, Dougie y a mi a cenar para celebrarlo. Kate y Dougie celebraron
de más esa noche y terminaron en la cama, aunque después de unas cuantas
celebraciones privadas la cosa terminó.
Todo coincidió con el traslado de
Mery a Inglaterra tras encontrar trabajo en un laboratorio de un pueblecito de
la costa, a un par de horas de Londres. También tuvo lugar al mismo tiempo la
adquisición de un coche por parte de Dougie. ¿Casualidad?
Un par de meses después de eso
comenzaron a salir formalmente. Aunque siempre pensamos que todo empezó con la
compra del coche.
No solo celebré con ellos el nuevo
trabajo, Adam llamó ese jueves como había prometido. Siguió utilizando la
excusa del destino, argumento totalmente valido para mi, ya que siempre creí en
el. Aunque no estaba nada segura de que esa relación tuviera que ver con dicha
cosa. Pero era lo que necesitaba después de tanto tiempo hundida.
Adam me hizo sonreír de nuevo,
salíamos de vez en cuando a cenar y me trataba como una princesa. Me llevaba en
coche a todos lados, me abría las puertas, me regalaba flores y joyas. Lo planeaba
todo, controlaba todos los detalles posibles. Íbamos al cine, al teatro.
Viajábamos por Inglaterra. Todo era serio y profundo.
Aunque no tenía demasiado tiempo para
plantearme nuestra relación, no tenía tiempo más que para Kate. Sobre todo en
los meses en los que estuvo en Londres, aunque la distancio lo complico todo
mucho más. Tenía que terminar la carrera antes de irme a US, así que Kate viajó
un par de meses antes.
Si os preguntáis por McFly, bueno, a
Danny casi no le vi en esos meses. Únicamente en algún evento publico o alguna
fiesta imposible de eludir, pero intentábamos no cruzarnos lo más mínimo. En
cambio a los otros tres les veía con cierta frecuencia. Entre mis nuevos
hobbies se encontraba el futbol inglés, así que cada vez que había un buen
partido en Londres llamaba a Harry y me unía a sus amigos.
Dougie no me dejaba alejarme mucho,
una vez a la semana cenábamos en mi casa. Comida china en cantidades
industriales y buenas sesiones de cine. Sentía que era su deber cuidarme, y eso
lo agradeceré siempre.
Fueron un gran apoyo para Kate, sobre
todo Tom que se metió de lleno en la composición de las canciones.
Las chicas viajaron un par de veces a
verme. Bárbara seguía con la carrera y de flor en flor. Siempre fue un espíritu
libre.
Cris decidió finalmente que no podía
seguir en casa y se mudó a Madrid. Se matriculó en criminología, su sueño hecho
realidad.
Laura se mudó a Praga en enero, para
trabajar en uno de los mejores hoteles de la ciudad. Conoció a un australiano alto
y con ojos claros que fue la comidilla de todas durante un buen tiempo, era tan
sexy ese chico.
Todo parecía estar encalma, aunque no
duró demasiado. La primavera no ayudó a ello.
Me desperté sobresaltada sin saber
muy bien el porque. No recordaba nada de lo que había soñado pero tenia una
sensación extraña en el corazón, como si algo se avecinara.
Miré a Adam que dormía a mi lado.
Tenía el semblante serio, pero dormía relajado. Todavía no entendía como
siempre terminábamos en su piso. Espontaneidad no era una palabra que describiera
nuestra relación. Tenía que pensar en algo o estaba abocada al fracaso.
Me levanté y me preparé para ir a
trabajar. Kate ya estaba en EEUU, había ido a grabar el cd y luego se vería si
volvía a Londres o no. Todavía no había decidido cuando me incorporaría al
trabajo allí, de momento no era necesaria, así que seguía trabajando desde
Londres. Semanalmente o incluso más, hablábamos por Skype para ponernos al día.
Me ponía canciones, me tocaba la guitarra y me contaba como iba la grabación.
Salí de casa de Adam sin despedirme,
no quise despertarle, seguía con una sensación extraña en el pecho, no quería
descubrir cual era el motivo, si él lo era.
Me encaminé hacia la discográfica,
cogí el coche y puse música tranquila. Cuando el sonido estridente de mi móvil
me sobresalto, no recordaba que tenia esa melodía, hacía mucho tiempo que no
sonaba. En el último mes habíamos tenido más relación, nos parábamos cuando nos
veíamos y nos contábamos que tal estábamos. Pequeños acercamientos sin
demasiado avance. Pero el tono de llamada me hizo sonreír y contesté como si
fuera mi mejor colega.
- Buenos
días Jones. ¿A qué se debe el placer de su llamada? – dije riendo.
- Buena
canción tu tono de llamada. Es fácil hacerte reír. – dijo Danny al otro lado.
- No
recordaba que tuviera puesto ese tono de llamada, casi me da un infarto. – y
recordé el momento en el que me cambió la canción.
Nos quedamos en silencio unos segundos. Un silencio duro y
doloroso al recordar esa noche.
- Bueno
me has llamado tu ¿Qué quieres? – dije
mucho más seria.
- Si,
era a ver si me podías ayudar. ¿Recuerdas el restaurante encima del rio en el
que cenamos la noche que empezamos a salir? – mi tono se le contagió.
Medité unos segundos sin saber muy bien porque me llamaba
para algo así.
- Claro
¿por? – no entendía la llamada.
- Es
que quería llevar a Emma esta noche y no recuerdo en nombre. – dijo perdiendo
fuerza a lo largo de la frase.
- ¿Vas
a llevarla allí? – salió de mi boca sin pensar.
Mi pregunta le descolocó.
- Lo
siento, no debería haberte llamado para esto. – dijo arrepentido.
- No
te preocupes, si ya lo hemos superado. Ya ves, salimos con otras personas,
hemos pasado página. ¿Por qué iba a molestarme? – no me creía ni yo mis propias
palabras. – Cuando llegue a la discográfica te hago una foto de la tarjeta que
tengo y te la envío, que voy conduciendo. – dije sin convicción.
- No
te preocupes, paso yo a por ella en un momento. Tengo reunión en la
discográfica. ¿Vienes a la reunión? – dijo con un extraño tono de esperanza en
su voz.
Vale que Danny no tenia fama de ser una mente brillante, pero
esto no era normal.
- No,
no voy a trabajar para vosotros de momento. Tengo mucho trabajo con Kate. –
aunque ese fuera un motivo, no era el más importante.
- Vale,
bueno pues me paso luego a por la tarjeta. – estaba totalmente descolocado.
- De
acuerdo. Que tengas un buen día.
- Igualmente.
– y colgó sin más.
Estuve toda la mañana dándole vueltas al porque de la
llamada, a ese tono de normalidad después de todo lo que había pasado y después
de estar tantos meses sin casi hablarnos.
Me levanté a por una taza de café y cuando volví a mi mesa
tenia un email de Adam.
No hagas planes para
esta noche, tengo una sorpresa. Te recojo en casa las 8. Ponte guapa.
Xx Adam.
Me hizo sonreír y mi mente empezó a pensar que podría ser la
sorpresa.
Tras dejar cerrados un montón de detalles, llamé a Kate para
contárselos. Mientras hablábamos apareció Danny. Llamó al marco de la puerta y
esperó a que le mirara. Preguntó sin hablar si era un buen momento.
- Un
segundo Kate, que está aquí Danny que necesita una cosa. – dije mientras le
hacia entrar.
- Vaya,
el señor Danny Jones. – dijo Kate con tono de burla.
Danny entró y se puso detrás de mí para que Kate pudiera
verle.
- Señorita
Kate, un día de estos tendrás que explicarme porque has rechazado ser nuestra
telonera. – dijo Jones con desaprobación.
- Ya
sabes, cosas de negocios. Además me encanta América.
- Espera
un momento ¿Qué has rechazado que? – pregunté incrédula.
- ¿No
sabías nada? – dijo Danny sorprendido.
- No,
parce que Kate y yo tenemos mucho de que hablar. – dije molesta.
- Bueno,
entonces os dejo. – dijo separándose ante mi enfado. – Gracias por la tarjeta.
– y deposito un beso sobre mi mejilla.
No tardó nada en salir de la habitación.
- ¿Cómo
no me habías contado eso?
- Escúchame
antes de que te de un ataque. Hay varios motivos, primero es que me encanta US
y tengo un par de grupos que me quieren. Las giras aquí son más larga, ya
sabes. Y segundo es que quiero que te vengas de gira conmigo y no voy a hacer
que tengas que ir con ellos también.
- No
me gusta la segunda razón. Trabajo para ti, por así decirlo. Tienes que mirar
lo mejor para tu carrera, sin tener en cuenta mis relaciones personales con
otros músicos. – dije preocupada.
- Vale,
como has dicho, trabajas para mí, así que yo decido. Tranquila que haré lo
mejor para mi, pero si además podemos ahorrarnos sufrimiento pues mejor.
- Bueno,
pero que conste que ya he superando esa etapa. – dije seria.
- Claro
que si, ha quedado totalmente claro cuando te ha besado en la mejilla. – dijo
Kate desafiante.
- ¿Podemos
seguir con el trabajo por favor? – no quería hablar de ese tema ni en ese
momento ni nunca más.
Así pasó el día. Sin parar de trabajar, cosa que agradecí ya
que cada vez que me tomaba un descanso volvía a mi mente. Esa primera cita, esa
naturalidad, la espontaneidad. Hacia mucho tiempo que no disfrutaba de algo
así, de esa locura que se supone que debe de haber.
“No es justo” – pensé. Me obligue a dejar de pensar en el
tema, tenía que volver a casa y prepararme para la sorpresa de Adam.
Cuando llegue a casa encontré un precioso vestido rojo sobre
la cama. Sencillo y elegante, con unos zapatos a juego. Era precioso y parecía
tan caro. Absurdo gastar tanto dinero en un vestido, pero no tenia fuerzas para
discutir con nadie y menos por dinero. Y a decir verdad era tan bonito.
Mi cerebro siguió trabajando de más ese día, pero esta vez
pensando sobre la sorpresa que tendría Adam, sobre que habría preparado.
A las 20h, puntual como un reloj, Adam llamó a mi puerta.
Traía una rosa blanca. Me sonrió y se acercó a darme un beso en la mejilla.
Como siempre hacia.
- Buenas
noches. – dije sonriendo.
- ¿Estás
lista? – me preguntó tendiéndome la mano.
Yo la acepté y bajamos hasta la calle. Intenté poner la
música pero me paró.
- Ya
sabes que no voy del todo concentrado si pones esa música que te gusta. – dijo
dedicándome una sonrisa.
- No
entiendo como puedes vivir casi sin música. – dije algo decaída.
- Y
yo no puede creer todavía porque es tan importante para ti. – de verdad no me
entendía.
- Supongo
que la música me ha dado demasiadas cosas. He vivido y sobrevivido gracias a
ella. La música es un arte. – dije con ilusión en los ojos.
Llegamos al restaurante poco después. Se me iluminaron los
ojos al verlo, era precioso. Algo antiguo y no muy recargado. Tranquilo e
intimo. Además olía de maravilla. Nos sentaron en una mesa apartada. Cenamos a
la luz de las velas, hablando de negocios, cine y viajes. Con el postre
trajeron una botella de champan, cosa que me extraño, ya que Adam solo tomaba
cuando había algo que celebrar.
- ¿Qué
es lo que celebraos? – pregunté curiosa.
- Bueno,
en principio una cosa, aunque después del postre espero celebrar dos. –
respondió mirándome a los ojos.
- Dios,
me tienes intrigada, ¿qué es lo primero que celebramos? – no podía más de la
curiosidad.
- Estás
delante del nuevo director internacional en Inglaterra. Ahora dirijo el área
financiera de todo el país. – dijo orgullo de si mismo.
- Dios,
no me lo puedo creer, enhorabuena. Es genial. Por tu ascenso. – dije levantando
la copa para brindar.
Chocaron haciendo un corto tintineo.
- Pero
no solo quería celebrar esto. El amento supone una estabilidad, un sueldo
mayor. Es una señal para que empiece a sentar la cabeza y me gustaría que lo
hicieras conmigo. Que lo hiciéramos juntos. – sacó una pequeña caja del
bolsillo y lo puso sobre la mesa.
Cuando abrió la cajita y pude ver lo que contenía no me lo
podía creer. Era el pedrusco más grande del mundo, nunca había visto una cosa
así. Seguramente no lo fuera, pero me quedé en estado de shock.
- ¿Quieres
casarte conmigo? – dijo sonriendo mientras me acercaba el anillo.
No me podía estar proponiendo matrimonio, no era posible. No
estaba pasando. Había comprado un diamante enorme. Me había quedado helada, no
sabia como reacciona. Y sin saber porque la respuesta vino a mi, en los ojos de
Danny. Diciendo que no lo hiciera que no era el momento, que no era el
adecuado.
Y en ese momento le odié como nunca había hecho. Le odie por
no poder decirle que si a Adam. Por no ser él el que me lo propusiera. Danny
nunca me hubiera comprado un diamante.
Adam me miraba expectante, esperando una respuesta.
- Lo
siento mucho Adam, pero no puedo aceptar el anillo. No me gustan los diamantes.
– me excusé.
- ¿No
te gusta el anillo? – preguntó defraudado.
- El
anillo es precioso, me encanta. Pero no podría llevarlo puesto, al mirarlo solo
vería pobreza y muerte. No puedo ver eso en mi anillo de compromiso. Además no
creo que pueda casarme contigo. Te quiero muchísimo Adam, pero…
- No
soy él. – estaba decepcionado.
Millones de imágenes llegaron a mi mente en ese momento.
Risas, abrazos, caricias. Quería volver a sentir esas cosas otra vez, y con
Adam las cosas eran serias, demasiado serias.
- Es
cierto, no eres él. Pero no es por él por lo que no puedo casarme contigo.
Cuando llegue el momento de casarme será con alguien que consiga hacerme
sentir, hacerme estremecer como Danny lo hizo en su día.
- Cosa
que yo no he conseguido. – dijo con algo de dolor en la mirada.
- Lo
siento. – dije con lagrimas en los ojos. – no quise hacerte daño en ningún
momento.
- Lo
se. En el fondo sabía que esto no iba a durar para siempre. Pero tenia que
jugármela. – dijo con una sonrisa triste.
Se la devolví y le pasé el anillo por encima de la mesa.
- Guárdalo
para la adecuada, es un anillo precioso. Tu mujer ideal sabrá apreciarlo. –
dije creyendo mis palabras.
Me cogió de la mano y me dio un beso en ella. Me acercó a
casa y nos despedimos con un abrazo.
Conscientes de que no volveríamos a vernos. Al menos no en
mucho tiempo.
Cuando entré en casa y cerré la puerta no podía creer lo que
acababa de vivir. No podía seguir así, intentando rehacer mi vida, sintiendo su
sombra sobre mis hombros. Pensando que podría haber pasado si no hubiera ido a
Nueva York ese verano, creyendo en cuentos de príncipes y princesas.
Tenía que salir de Londres, salir y a poder ser no volver
nunca. Tenía que avanzar y la única forma era volver a dejar mi vida de lado y
comenzar una nueva en otro país, en otra ciudad.
Me quité el vestido y me puse algo cómodo. Cogí una maleta y
metí unas cuantas cosas básicas. Algo de ropa, elementos de aseo y la guitarra.
Lo metí todo en el maletero y me monté en el coche, no sabia
donde ir, aunque si sabia lo que tenia que hacer antes de desaparecer. Me
encamine hacia casa de Danny, muy enfadada para reflexionar sobre el tema.
Podría complicar mucho las cosas.
Aparque delante de la puerta de su casa, entré y comencé a
aporrear la puerta de entrada. Emma abrió, con una extraña sonrisa que se
desvaneció nada más verme.
- No
son horas de venir de visita. – no le gustaba mi presencia allí.
- Estupendo
maja, dile a Daniel que estoy aquí.
- No
creo que vengas a mi casa exigiendo nada.
- Vaya
princesa, creo que tienes un poco de lio en esa cabecita tuya. Es su casa y si
eres tan amable de llamarle te lo agradecería enormemente.
- ¿Y
sino? – me dijo con prepotencia, creyéndose la dueña de la situación.
- Le
llamo yo. DANIEL SAL AHORA MISMO. – grité desde la calle. – No quería llegar a
esto, pero no me has dejado alternativa.
- ¿Qué
es lo que pasa aquí? – dijo Danny asustado al verme.
- Tu
ex está loca. – dijo abrazándole por la cintura.
- Por
eso me dejó. Ahora morena si nos permites, tengo que gritarle unas cuantas
cosas en privado.
Emma me miró poco convencida y luego miró a Danny que
intentaba descifrar mi mirada.
- Cariño,
déjanos un momento solos. Todo está bien, solo la gusta exagerar, quiere ser la
reina del drama.
Emma acepto sus palabras y entró.
- ¿Qué
coño te pasa Rach? No puedes venir a mi casa así a estas horas.
- Primero
de todo, odio que me llames Rachel. No me llames así, estoy hasta los huevos de
ti y tus nombres para alejarme.
- No
creo que solo vengas para decirme que no te gusta que te llame Rachel. – no
entendía nada, estaba perdido.
- Claro
que no Dan, vengo a despedirme. Me voy y no es probable que vuelva nunca. Vamos
lo que creo es que no vamos a volver a vernos. – tenía tanta rabia y dolor
dentro de mi.
- ¿A
dónde cojones te vas? ¿Qué ha pasado? – intentaba llegar a entender mi visita y
esta despedida.
- Paste
tu, Jones, tu. Pasó que me dejaste, me destrozaste y no puedo superarlo en esta
ciudad, sintiéndote a cada paso que doy.
- Según
tus propias palabras de esta mañana, estaba todo superado, somos felices con
nuevos novios. Nueva vida. ¿Qué va a pasar con Adam si te vas? – cada vez
estaba más asustado.
- Ah
eso, ya, puede que te mintiera. Quizás no te haya olvidado. – dije subiendo el
tono. – Pero no me voy a quedar aquí más tiempo viendo como rehaces tu vida con
una morena superficial, pija y estúpida que la gusta más tu fama que tu como
persona. Sobre Adam me ha propuesto matrimonio, esta noche, con un anillo de
diamantes. Un enorme y maravilloso pedrusco. – casi no podía respirar, me
faltaba el aire a cada palabra que salía por mi boca.
- ¿Te
ha propuesto matrimonio? – dijo con tristeza. – Un diamante, puto rico
pringado. Sabes, creo que Adam no te conviene, es un poco estirado para ti. Si
te ha regalado un diamante es que no te conoce ni un poco. Espero que tu
respuesta haya sido un no. ¿Verdad? – su tono pasó de tristeza a indignación.
Pero su tono de enfado solo hizo que yo me enfadara más.
- Eres
subnormal, más que eso. Dios mio no sabes cuanto te odio en este momento
Daniel. ¿Sabes lo que me vino a la cabeza cuando me dio el anillo? Tus putos
ojos, me acordé de ti. Tu tenias que ser el, teníamos que estar juntos. Esta
tendría que ser mi casa y la petición de matrimonio sería con un diamante
tatuado en tu brazo en vez de una puta piedra en mi dedo. – empezaba a
hiperventilar.
- Tranquilízate,
estas muy nervioso. – dijo preocupado.
- Claro
que estoy muy nerviosa, no sabes lo que he sentido hoy cuando me has dicho que
la ibas a llevar a ese restaurante. – después de tanto tiempo sin expresar con
palabras todo ese dolor que sentía. – Era nuestro restaurante, donde salimos a
celebrar nuestro romance publico. No puedo soportar imaginarte con ella
haciendo las cosas que hacíamos juntos. Cenas, viajes, comidas encima del coche
viendo las estrellas. Incluso llevándola a la casa de la montaña. – dije
dolida.
La cara de Danny cambió, cambió la preocupación por la
decepción. No le había gustado nada lo que acababa de decir.
- Ese
día te prometí que esa sería nuestra casa, solo nuestra. Para siempre. – dijo
con más dolor de lo que esperaba.
- Ya
bueno, también prometiste que nos casaríamos allí y que no me dejarías, que si
te entregaba mi corazón lo cuidarías y veo que esas palabras se las llevó el
viento.
- Estoy
cansado de ser el malo, que me mires a los ojos y que solo vea reproches y
dolor. Que los chicos se preocupen más por tu dolor que por el mio. Te recuerdo
que la que se fue a Nueva York fuiste tú y no te importó lo que yo sentí en ese
momento.
- Claro
que no, tenías que haber confiando en mí, en que volvería después del verano.
Tenias que haber confiado en lo nuestro. – siempre le reprocharía eso.
- Te
equivocas, yo si confiaba en ti. Eras the one, eras la elegida, siempre sentí
que tenías que ser tú. – era la primera vez que hablábamos de esa pelea.
- Pues
vaya Danny, me vendiste muy rápido, al a primera adversidad me dejaste marchar,
para ser la elegida tardaste poco en dejarme ir.
- No
sabes, no te puedes imaginar lo que sentí dentro de mi corazón cuando te
marchaste. Aunque fue aun peor verte volver a mi vida sin estar a mi lado.
Esto no era justo, no valía, ahora no.
- No
hace falta que me mientas a estas alturas Danny, te puedo asegurar que se lo
que duele algo así. Estuve un mes en shock intentado asimilarlo. Y la vuelta a
casa fue igual o peor. Pero sabes si fuera verdad todo eso que ahora dices,
después de lo que paso en Londres esa noche… después de eso podríamos haberlo
arreglado todo. Pero volviste a los brazos de Emma sin ni siquiera hablar
conmigo del tema.
- Eso…
- eligió bien sus palabras, parecía molesto. – Ahí si que no tienes ni puta
idea. Yo iba a dejar a Emma esa noche, pero te vi con Adam, esa misma noche
saliste con él. Estabas feliz, hacia semanas que no te veía sonreír de ese
modo. Lo peor de ese viaje fue verte sufrir, ver esa tristeza en tus ojos. Yo
tenia la culpa y no podía seguir sintiéndome así de culpable.
No podía creer lo que me estaba diciendo, había vuelto con
Emma por esa cena, esa maldita cena en la que no dejé de pensar en el en ningún
momento.
- Este
es el claro ejemplo de que las primeras impresiones engañan. Esa cena con Adam
era una deuda por dejarnos el Hard Rock para el meet. Él iba a pagar más y nos
íbamos a quedar tirados, era lo que tenia que hacer para mantener y hacer bien
mi trabajo. Y si estaba tan contenta era por ti. Te había echado tanto de
menos, no te lo puedes creer. Tus besos, tus abrazos, poder salir y reírme a tu
lado. Por eso me viste así, deberías haberlo sabido, deberías saber que él
único que podía hacerme feliz eras tu. Pero supongo que eso se acabó. – dije
sabiendo que ya no había vuelta atrás, que esta era nuestra despedida.
- Esto
no puede ser el final, no puedes dejarme solo. No puedes irte. – suplico.
- Claro
que si, es lo justo. Tú me dejaste sola, rota y sola. Ahora me toca a mi irme
para poder reconstruirme del todo. Aunque me destroce irme debo irme, es la
única forma de sobrevivir. Lo siento. – las lágrimas corrían por mis mejillas.
No quería irme, quería quedarme a su lado para siempre.
- No
se que decirte, no puedo dejarte ir.
- Supongo
que si de verdad quisieras que me quedara sabrías que decir. Dime que me deseas
lo mejor y que todo me irá bien. – intenté contener mis lágrimas, nunca creo
que haya hecho algo tan duro como decirle adiós.
- Todo
te irá bien princesa, tienes algo tan grande en ti, algo que no puedo explicar.
– contenía las lágrimas y sentía que intentaba mantener las distancias.
- Gracias.
– dije en un sollozo mientras me acercaba a él.
Las lágrimas resbalaban por mis mejillas. Me agarró la mano y
con la otra limpió mi cara. Sus ojos estaban rotos. No podía dejar de mirarle.
Quería quedarme, quería que me gritara que me quedara, que luchara por mi, que
me pidiera matrimonio. Cualquier cosa que hiciera que todo volviera a ser como
antes, que hiciera que volviéramos a estar juntos.
Pero no iba a pasar. Me acerqué a sus labios lentamente y le
besé con dolor. El no tardo en devolvérmelo. Una lágrima se deslizo por su
mejilla y eso acentuó mi llanto. El beso trasmitía dolor, era nuestro fin.
Me separé lentamente y comencé a caminar hacia el coche.
- Cuídate
mucho Danny Jones, no olvides dedicarme alguna canción del nuevo CD. Y deja a
Emma, te mereces algo mejor.
Danny sonrió y dijo adiós con la mirada, la mirada más rota
que nunca vi en esos preciosos ojos azules.