martes, 20 de diciembre de 2011

Capítulo 9


Esa noche llegó a su fin y con ella llegó la mañana. Y la mañana trajo consecuencias, más de las que esperaba.

Mi relación con Danny pasó de ser dolorosa a casi inexistente toda esa semana. No sabía muy bien si por mi actitud o por la suya. Encontré una nota que coló por debajo de la puerta, como aquellas veces que discutíamos y terminaba expresando mi frustración con un portazo. Pero esta vez notaba distancia en vez de cariño en ella. Decía:

Lo siento, pero es la mejor opción. Nuestra única opción.

Cogí la nota y la arrugué con rabia. La tiré a la basura, intentando no darle vueltas a todo, a nosotros, a nada.

No fue un gran día, mis amigas volvían a casa, no me hablaba con Danny. Sabía que no podía esperar más de nuestra relación pero no parecía real el no hablarnos. Después de todo puede que fuera lo mejor.

Me despedí de las chicas y prometí viajar pronto a verlas. Tenía ganas de ver a la familia, se lo había prometido a mi padre, hacía más de 6 meses que no les veía. Si os preguntáis por All Time Low, siguieron su camino por UK de concierto en concierto y alguna cosa más, pero eso es adelantarse.

Nosotros también continuamos con nuestros compromisos laborales, viendo a niñas que les amaban en secreto, aunque no eran solo ellas.

Sin darnos cuenta volvíamos a Londres, lo que significaba que mi colaboración con ellos llegaba a su fin. Los meets de España no estaban fijados y no sabía que iba a pasar con mi trabajo después de ese día.

Unos días antes de llegar a Londres, Adam me había llamado para confirmar nuestra “cita”, por llamarlo de alguna forma. No tenía ganas pero un trato era un trato. Quedamos la noche siguiente de nuestra vuelta a Londres, dijo que pasaría a buscarme. No estaba muy de acuerdo con eso tampoco, pero por mucho que insistí en encontrarnos en algún sitio no pude convencerle de lo contrario.

La mañana de trabajo en Londres fue movidita, sin tiempo ni siquiera para pensar, en semanas como esas, realmente se agradecía. Cuando terminamos decidimos ir a cenar todos juntos, para celebrar el trabajo bien hecho.

Tenía un par de días libres y luego volvería a reunirme con Nathan para ver cual sería mi siguiente trabajo.

Cenamos en un restaurante italiano cerca de Piccadelly. Reímos contando historias del viaje, de otros viajes. Y sin saber muy bien como, ni de quien fue la idea, terminamos los cinco en el bar de Joe, viendo tocar a Kate. La voz de esa chica me emocionaba tanto, la pasión se notaba en su mirada, cuando tocaba, cuando cantaba era inmensamente feliz, no paraba de sonreír.

En cambio sus canciones, en su mayoría, transmitían dolor, llegando a hacerte llorar en exceso. Quitando Dougie, que ya la había escuchado, los demás alucinaron con ella. Tom llegó a decir que quería producir su cd, vamos que lo iba a pagar el de su bolsillo, hasta le sacó la tarjeta a Joe para que se cobrara.

Poco después se produjo uno de los momentos más críticos de la noche, uno de los tantos, porque Kate volvió a tocar Not Alone. Era normal, teniendo en cuenta que la cantaba casi al nivel de Danny. A partir del primer acorde todo pareció paralizarse a mi alrededor, como si se parar el tiempo y todo comenzó a ir muy lento. Me sentía observada, primero por Dougie, luego por Dougie y Harry, Harry y Tom. Danny no podía creer que cantara su canción de esa forma.

Las lágrimas no tardaron en llegar, como era normal en mí y en esa canción. Esta vez el llanto fue controlado, derramaba pequeñas lágrimas mientras tarareaba la canción. Y me vio, el autor de la canción, el que sufrió, vivió y dijo que no estaba solo. Se levantó de su taburete y se acercó a mí. Pasó su brazo por mis hombros y me acercó hasta su pecho.

Tras una semana sin hablarnos y otra y medía muy difícil, no puede contener el llanto. Era difícil sentirle tan cerca y a la vez saber que estaba tan lejos. Me sentí tan ridícula y vulnerable en ese momento que tuve la necesidad de huir de sus brazos. Y así hice, me levanté y me fui hacia la sala.

  •    Lo siento, esto es demasiado. – le dije antes de irme.

Abrí la puerta y me tumbé en el sofá marrón, casi con un ataque de ansiedad y sin parar de llorar. Lloré todo lo que no había llorado esas dos semanas y media. Eso que me había guardado por ser profesional pero que ahora se hacía real. ¿Por qué me estaba pasando esto? Estaba tan concentrada en tranquilizarme que ni siquiera me di cuenta cuando entró Kate.

Se sentó en el suelo, al lado del sofá y me repitió una y otra vez que me tranquilizara, que todo iba a salir bien. ¿Por qué todos me mentían? Nada iba a salir bien. Me incorporé en el sofá para que pudiera sentarse. Parecía que dejaba de llorar y que mi respiración se normalizaba.

  •    Que sepas que voy a tener que matarte ¿cómo traes a McFly aquí y no me avisas? ¿Has visto mis pintas? – dijo divertida.
  •    Es que no tengo tu teléfono, lo siento. – me justifiqué.
  •    A pues habrá que solucionarlo. – me cogió el móvil y apuntó su teléfono. - ¿Puedo preguntar qué ha pasado para que estés aquí así? – parecía preocupada.

Casi no nos conocíamos ¿Por qué se comportaba así conmigo?
  •    Todo ha sido tu culpa, cantas excesivamente bien su canción. – la culpé.
Rió por el alago.
  •    El otro día no lloraste tanto. – apuntó.
  •    El otro día no estaba Danny. – confesé.
  •    Entiendo, supongo que pasar ti la canción puede afectarte más por las cosas que te ha contado sobre…
  •    Shhh – la hice callar. – no sé cuando, ni porque compuso esa canción. Sé que es de antes de McFly, vamos que la compuso él, pero no quiero saber más. No lo quise entonces y mucho menos ahora. – no podía seguir así.
  •    ¿Te han dicho alguna vez qué eres muy complicada? – y sonrió como lo hacía encima del escenario.
  •    Sí, me lo han dicho muchas veces, demasiadas diría yo. Pero todo tiene su explicación, antes y ahora. El primer recuerdo que tengo de Danny es esa canción, y me acerque a hablar porque esa canción me condujo hasta él. Cuando la escuché entera me enamoré perdidamente y la relacioné con vivencias personales. Quiero seguir pensando en esas cosas cuando escuche la canción pero se que si me cuenta la historia solo podré verle y nunca más veré lo que veo ahora. Aun así siempre pienso en él cuando la escucho, aunque hacia mucho que no lo hacía y es mi canción favorita.

Meditó un largo rato, tragó saliva y me contestó.
  •    Dios, ahora no sé que decirte, aunque sigo sin entender como te emocionas tanto.
  •    No creo que vaya a contarte todo esto, pero supongo que a día de hoy me siento un poco perdida, sola en esta ciudad y tras cantar mi canción así te mereces mi respeto. Supongo que lo de emocionarte con una canción lo entenderás. Not alone es esa canción que al escuchar el primer acorde se te encoje el estómago y segundos después un escalofrió recorre tu espalda. Subiendo lentamente. Todo se ensombrece a tu alrededor, solo importa esa guitarra, la canción, su voz, ya sabes. Su voz es maravillosa. – me obligué a cambiar de tema, no podía hablar de su voz. – Nunca había escuchado esa canción a su lado de ese modo, si la escuchaba con él era porque la cantaba. Duele tanto tenerle cerca y saber que no es mío. Que no me va a besar cuando esté triste, no me mandará notitas por debajo de la puerta cuando discutamos, que no se ría de mi cuando voy borracha, que no me haga sonreír o me enseñe a tocar la guitarra. Le echo de menos. – dije al fin.

Era como soltar todo lo que llevaba negando todas esas semanas de viaje, guardándolo dentro por mi bien, por no joder el trabajo con el que había soñado tanto tiempo. Pero ese sentimiento estaba ahí, enterrado, luchando por salir y destrozando mi corazón a su paso.
  •    Eres fuerte al aguantar todo esto, yo no sé si aguantaría a su lado. – subió las piernas al sofá.
  •    No se yo si eso es verdad, casi muero hace diez minutos, he tenido que salir corriendo para no derrumbarme. Ahora no sé cómo volver sin que me miren preocupados, no quiero que me pregunte, pero debo presentarte.
  •    No, no lo estás diciendo enserio. – estaba nerviosa, más de lo que había imaginado.
  •    No sé cómo lo dudas algo así, de todas formas Danny querrá hablar contigo sobre la canción y Tom le ha pagado a Joe para poder producirte el cd. Vamos no me extrañaría que ligara contigo. – era tan divertido Tom bebido.
  •    ¿De verdad ha dicho eso Tom? – empezó a hiperventilar. - ¿A Danny le ha gustado? ¿Tú crees?
  •    Tranquila, más ataques de ansiedad no por dios. – intenté que se calmara. – Son cuatro tontos borrachos ahora mismo, olvídate de todo lo demás.

Tardamos cinco minutos en salir, cuando Kate consiguió tranquilizarse. Les presenté y como esperaba, Tom no dejó de tirarle fichas, era más gracioso ligando que borracho.

Joe nos invitó a unas copas para celebrar la actuación de Kate y el final de la gira de Meets de McFly. Lo que pasó después no puedo explicarlo, mi cerebro ha borrado imágenes de esa noche. Cuando me di cuenta estaba montada en un taxi, camino a ninguna parte, al lado de Danny, cuando mi móvil sonó.
  •    ¿Dónde se supone que estás? ¿Estás con Danny? – gritó Dougie al otro lado.
  •    Dios, no me grites. Si, estoy con Danny, de camino a casa – mentí. – no te preocupes que estoy bien. – no tenía ni idea donde íbamos.
  •    Que te deje en casa y que el vuelva a la suya. – estaba molesto.
  •    Vale, mañana hablamos. – y colgué sin dejar que contestara.

Danny estaba mirando, no me gustaba su mirada, como si fuera a reprocharme algo.
  •    Se preocupa mucho Dougie de ti últimamente. – sí, estaba molesto.
  •    Vamos, ya lo último que me faltaba. Pase que no confíes en mí, pero que creas que Dougie haría algo así. Puedes estar tranquilo, según Dougie “soy tuya”, no me puede tocar. – dije con retintín.
  •    Parece que te molesta que piense eso. ¿Te gusta? – tanteó.
  •    ¿De verdad tú y yo salimos? ¿Me conoces un poco? Eres idiota, además  ¿por qué coño hablamos? Se supone que no hablamos “es nuestra única opción” – y volví a poner ese tono de subnormal.
  •    Eres un cielo. – dijo con cara de pocos amigos.
  •    Lo sé, todo me lo enseñaste tú. – y le sonreí.
  •    ¿Tienes sueño? – preguntó.

Esa pregunta no me la esperaba, me tomé unos segundos para responder, no entendía nada.
  •    Eres raro.
  •    Vale gracias, pero contesta a mi pregunta.
  •    No, no tengo sueño. – dije subiendo el tono de voz.
  •    Vale.

Se acercó al taxista y le dio una nueva dirección que no conocía. ¿A dónde se suponía que íbamos?
  •    ¿A dónde me llevas? – no me gustaba esto.
  •    A cantar. – y se recostó en el asiento.
  •    Yo no canto y lo sabes. Nunca. No se hacerlo. – me quejé.
  •    Te enseño, no te preocupes. – me sonrió de medio lado.

Si creyera en la existencia de Dios plenamente diría que estaba riéndose de mí. ¿Por qué me tienen que pasar estas cosas? No quería hablar con él, ni verle cantar, ni estar con él un jueves a las dos de la mañana por Londres.
  •    Quiero irme a casa. – dije bajito y sin fuerza.
  •    No es cierto. Solo tienes miedo.
  •    Danny. – le imploré.
  •    Vale, tenemos que hablar, no podemos seguir así.
  •    ¿Por eso me has secuestrado? – intenté entender.
  •    Si, allí delante de la gente no se puede, nos conocemos todos demasiado bien.

Parecía preocupado realmente, no quería verle así pero no encontraba posible que pudiéramos hablar, vamos no veía de que o como iba eso a solucionar nada.

Llegamos a un bar en medio de la ciudad, aunque no sabía en que parte estábamos.
  •    ¿No decías que ibas a cantar? - pregunté extrañada.
  •    Claro, tiene karaoke dentro, no te preocupes que vamos a cantar.

Comenzó a andar hacia el fondo del bar y yo le seguí poco convencida de cantar en ningún lado. Al menos esperaba que la noche sirviera de algo. Pidió dos cervezas, cosa que no creí posible, iba perjudicado ya.
  •    ¿Estás intentando emborracharme Jones? – dije de broma.
  •    No especialmente, y menos con cerveza. Se cuáles son tus debilidades.

Una vocecita en mi cabeza me repetía una y otra vez que me fuera a casa. Pero mis pies no se movían.
  •    Querías hablar, pues hablemos. – estaba aterrorizada.
  •    Siento lo que has tenido que pasar estas dos semanas con Emma. Es una buena chica, de verdad. – la justificó. – Solamente se siente juzgada y observada por todos vosotros.
  •    Pareceré insensible, pero no me sirven tus disculpas, es ella la que ha estado jodiéndome todo el tiempo, y yo no la he hecho nada. – solo faltaba que quedara como una víctima.
  •    No lo entiendes ¿no? Se siente presionada por ti, por el listón que has dejado. Tenías el apoyo de los chicos. Sois tan diferentes. – y bebió.
  •    ¿Qué tenía el apoyo de los chicos? Te recuerdo que Tom me juzgo el primer día de oportunista y Dougie casi me pega un bofetón tras llamarme puta y tratarme como una mierda toda la noche. Vamos a ella no la han tratado así, no es que yo lo tuviera muy fácil. A decir verdad me costó ganármelos. – protesté.

Parecía que no se esperaba esa respuesta y cambió de tema rápidamente. La pregunta que hizo fue como si llevara dándole vueltas demasiado tiempo.
  •    ¿Por qué tú nunca viniste de viaje con nosotros? – me dejó helada.
  • No entendía nada.
  •    Pues… no sé muy bien a que te refieres con esa pregunta, pero no era mi sitio. Es tu trabajo y debes centrarte en ello y en estar con los chicos. Una cosa era ir a verte a los conciertos y otra cosa acompañarte en las giras. Excesivo. – dije con sinceridad.
  •    ¿No tuviste celos o miedo de lo podía hacer durante esos días? – intentó leerme antes de que contestara.
  •    A ver Danny siempre quedaba algo, no es la mejor sensación del mundo escuchar o ver lo que dicen las fans, pero confiaba en ti, más de lo que crees. Además ya tenía suficiente con el hecho de que fueras famoso como para preocuparme por eso también. Era confiar en ti o volverme loca. Solo espero que esa no fuera una de las causas por las que rompimos. – eso hubiera sido tan doloroso que no quería ni pensarlo.
  •    No, - dijo rápidamente. – nunca te hubiera hecho algo así. Te quería, aunque ahora te cueste creerlo. – dijo con pesar en su voz.
  •    Nunca he dudado que me quisieras, solo que a veces no funciona como la gente espera.
  •    Ya, una putada, eres tan compleja Raquel. Es como si nunca actuaras como yo creo que lo harías.
  •    ¿Eso es malo? – dije frunciendo el cejo.
  •    No, no lo es, pero a veces trae consecuencias que no esperas. Como te dije esas navidades en la casa de Gales, sentí que iba a casarme contigo. – y se quedó en silencio.
  • No, otra vez eso no.
  •    Supongo que no era nuestro destino, aunque hubiera un tiempo que lo pareciera. – no sabía ni como seguir sin derrumbarme.
  •    Ya, pero yo pensaba que el destino estaba de nuestra parte. – no podía terminar bien nada esta noche.
  •    Danny, no podemos seguir por este camino de destinos o no destinos – corté. – no puede salir nada bueno. Es duro.

Me miró durante unos segundos y me sonrió con dolor.
  •    ¿Sabes? Echo de menos reírme contigo, de verdad, era tan fácil ser feliz a tu lado, todo se volvía más fácil.
  •    Eso lo podemos arreglar fácilmente, ¿quieres cantar? – y le dedique una gran sonrisa.

Se le iluminaron los ojos en ese momento, lo necesitaba de verdad, los dos lo hacíamos. Me levanté y pedí una canción y él otra tras otra. Así reímos juntos, sobre todo él cuando yo cantaba.

Y otra vez, sin darme cuenta, volvíamos a estar en un taxi camino a ninguna parte. Pero esta vez ninguna parte era mi casa.

Se bajó del taxi y me acompañó hasta la puerta. Mientras caminábamos nuestras manos se entrelazaron inconscientemente, no nos miramos, era mejor así. Era como si el tiempo volviera hacía atrás. Nos paramos uno enfrente del otro, sin dejar de mirarnos, había demasiada tensión contenida en esa mirada. Aunque por primera vez en mucho tiempo habíamos vuelto a reír juntos. Un montón de imágenes se colaron en mi mente, su risa, su sonrisa una y otra vez. Y sonreí al verla tantas veces en mi cabeza.

  •    ¿Por qué sonríes? – me colocó un mechón de pelo detrás de la oreja.

­   Voy a parecer idiota, pero sonrío porque he vuelto a verte sonreír a mi lado. Hacía mucho tiempo que no lo hacías. – seguía sonriendo.
  •    No eres idiota.

Y me besó, sin dejarme tiempo para reaccionar, aunque tampoco creo que hubiera cambiado el hecho. Me dejé llevar, por su beso, por mis ganas, por todo aquello que habíamos guardado estos meses.

Me llevó contra la pared y un segundo después dejó de besarme. Había culpabilidad en sus ojos.

  •    No lo hagas Danny, no te vayas de nuevo. No me dejes. – le supliqué.
  •    No puedo, está mal. Lo siento. – me besó la frente y volvió a caminar hacia el taxi.

Me quedé paralizada con las llaves en la mano, deseando que no se fuera, que recapacitara y volviera a mi lado, a besarme de nuevo.
Cuando vi marcharse al taxi no lo podía creer, él seguía de pie en medio de la calle, esperando algo. No me había dado cuenta pero una lágrima caía por mi mejilla. Se fue acercando con miedo a lo que iba a pasar.
  •    No llores – me sonrió – I´m only me when I´m with you.

Y esta vez fui yo quien le besé.

martes, 29 de noviembre de 2011

Capítulo 8 - 3


Hablaría más tarde con Bárbara, estaba preocupada por Dougie. Salí en su busca, suponía que estaría fumando y no me equivocaba.

Se quedó algo sorprendido al verme, supongo que no esperaba que fuera a buscarle tan pronto.
  •    ¿Quieres que te cuente la historia verdad? – dijo dándole una calada al cigarro.
  •    No tienes ni que preguntarlo. – dije yo sentándome en la escalera de la puerta.
  •    Bueno, espero acordarme de todo, terminé un poco borracho.

POV Dougie.

Dios, pensé cuando terminamos de tocar. Al salir al escenario y ver a tan poca gente pensé que sería un concierto aburrido, pero fue uno de los mejores conciertos que dimos. O al menos uno de mis favoritos en la gira. Volvía a estar totalmente en forma, volvía a ver esa conexión con Danny, hacía mucho que no la teníamos, ni fuera ni encima del escenario.

Me alegró ver a las chicas allí, quitando quienes fueran, en los conciertos eran las mejores fans, se notaba que vivían la música de verdad. Al verlas solo pude pensar en una cosa, Derek. Quería a mi primo, pero siempre tuve … vamos mi primo siempre fue el guapo, el gracioso, al que querían todo. Yo en cambio solo era un niño delgado y frágil que hacía y jugaba con cosas raras. Él era el que se llevaba a las chicas, parecía que la cosa cambió algo cuando entré en el grupo, pero no cambió nada realmente, solo gustaba a las chicas por mi físico o por quien era en el grupo, cuando me abría y me mostraba como era realmente, huían. Pero con Mery había encontrado una amiga que me quería tal y como era, sin tener que esconder mis fricadas y mis rarezas. Y que mi primo anduviera detrás de su culo no me gustaba un pelo.

  •    Nos vamos ya, que tengo hambre y quiero llegar pronto a Madrid. – se quejaba Harry.

Llevábamos 1 hora dando vueltas por el camerino.
  •    ¿Qué nos vas a dar de cenar Harry? – preguntó Bárbara.
  •    Atún, ¿tú no eras fan nuestra? En este autobús solo hay atún y pan. – lo decía un poco de coña, pero casi era verdad.
  •    ¿Atún? Ni de coña, vamos a por unas pizzas y las comemos de camino. – se quejó Bárbara.

Esa chica me daba miedo, me miraba penetrantemente con sus ojos azules, estudiándome. Me hubiera gustado que hubieran venido en el bus Rach y Danny, hacían una gran pareja y más cuando estaban de fiesta. Eran muy cómicos juntos.
  •    ¿Sabéis donde hay una pizzería aquí cerca? – preguntó Tom.
  •    Pues no, somos de Madrid. No conocemos Valencia. – se quejó Laura.
  •    Pues entonces comeremos atún. – retó Harry.
  •    Vamos a ver, comedor de Ladrillos Judd, tenemos un iPhone que nos ayudará, Cris, busca una pizzería cerca. – ordenó Laura.

Cuando conseguimos las pizzas pusimos rumbo a Madrid. Nos esperaba una noche surrealista, ninguno nos imaginamos que la noche iba a terminar de esa forma.

Lo primero extraño que pasó, fue en la primera gasolinera que paramos, un grupo de fans estaban repostando y ya que Harry bajó a fumar, consiguieron una foto.

  •    ¿No piensas bajar a saludar? – me preguntó Mery algo molesta.
  •    No, estoy muy cansado. – dije mientras me tiraba al sofá.
  •    ¿Cómo puedes ser así? Que te costará bajar, hacerte una foto y volver a subir.
  •    ¿Tienes ganas de discutir? – no entendía porque me trataba así.
  •    No Dougie, pero se lo que se siente siendo esas chicas, y con lo poco que se conforman. Son apenas 5 minutos de tu tiempo, además tirado en un sofá.
  •    Vale, pero no voy a bajar. Lo siento.

Sabía que ella tenía razón, no me costaba nada bajar, pero algo dentro de mi hacia que le llevara la contraria. Mi comportamiento no gustó a las chicas, cosa que no me pareció justo, Tom tampoco bajó y nadie le miraba de ese modo. Me enfadé y subí a mi cama sin dar más explicaciones. Al rato vino Harry con un trozo de pizza.

  •    Toma enano, debes morirte de hambre. – tenía razón.
  •    Ya, pero me siento juzgado ahí abajo. – justifiqué mi ausencia.
  •    Por un lado tienen razón, pero son tus fans, tu carrera y tus decisiones. – dijo muy serio. – Solo espero que no actúes por cabezonería y dejes de hacer cosas que deberías por ganar una guerra que tú mismo has creado.

¿Por qué tenía que ser tan jodidamente listo este tío? Siempre se comportó como un padre, como debía comportarse uno real.
  •    Sabes que tengo razón, así que baja y enfréntate a tus decisiones como un hombre. – se bajó de la litera de un salto.
  •    Te odio. – le tiré la almohada.

Solo sonrió, con esa reacción le confirmé que estaba de acuerdo con todo lo que había dicho. Tenía tanta hambre que me comí mi orgullo y bajé a cenar. Mery me miró, me sonrió y me pasó comida. Le agradecí que no dijera nada y diera todo por zanjado.

Bebían cerveza así que me acerque a por una y me senté en el único hueco libre. No había más, estábamos al completo. Me recordó a los primeros años de gira, cuando nos llevábamos a alguna que otra fan de visita guiada. Aunque nunca hubo cuatro juntas, creo que ni siquiera cuando todos teníamos novia. Se echaba de menos a Danny, al menos yo lo hacía en momento así, pero éramos cuatro para cuatro, podía terminar muy mal la historia.

  •    ¿Tendréis alcohol suficiente para toda la noche verdad? – dijo Cris con miedo.
  •    Vamos a ver, ¿dónde te crees que estás? – contestó Tom ofendido.
  •    Nosotras no somos como las chicas inglesas, nosotras bebemos litros y litros de cerveza, nada de mariconadas de cocteles de colorines. – advirtió Bárbara.
  •    Estupendo, aunque seguir nuestro ritmo es peligroso, llevamos bebiendo litros y litros muchos años. – reí.
  •    Bueno, parece que hoy descubriremos grandes secretos de McFly. – se frotó Laura las manos.
  •    Hombre, nos falta uno, uno que tiene mucho que esconder. – rió Harry.
  •    Puede ser, pero ese que falta es el novio de mi mejor amiga, eso tendría que deciros todo. – la cara de superioridad de Mery era graciosa.
  •    Venga, confesar, ¿qué tal es Danny en la cama? – preguntó Tom sabiendo casi mejor la respuesta que ellas.
  •    Aquí preguntamos nosotras. – se quejó Bárbara.
  •    No, no, no, aquí o todos o la puta al rio. – luchó Harry.
  •    No me gusta este juego, no quiero tirar a Doug al río. – cortó Mery.

Derek escupió toda la cerveza contra el cristal, una carcajada generalizada se produjo en todo el bus. El ataque duró al menos 5 minutos, uno intentaba mantenerse serio, miraba a otro y otra vez a reír.
  •    Juguemos al Party. – propuso Tom intentando parar de reír.
  •    ¿Tenéis un Party? Cada día me gusta más este bus. – gritó Cris.
  •    Joder Rach tendría que estar ahora aquí, es una diosa pintando cosas. – dijo Laura sin preocuparse de contener la risa.

Pero no pudo ninguna de ellas, todas empezaron a reír.
  •    Me acabo de perder. – nos miraba Derek.
  •    No te creas, yo también. – no veía la gracia.
  •    Es que Rach es malísima dibujando. – decía Cris sin parar de reír.
  •    ¿Cómo de mala? – cada vez se la echaba más de menos en este autobús.
  •    Así de mala. – Laura cogió su móvil y se lo enseñó a Harry.
  •    ¿Qué se supone que es esto?
  •    Un pony. – contestó Laura muy roja de tanto reír.

Laura lloraba, Mery estaba roja, Bárbara daba golpes en la mesa y Cris se retorcía por el suelo. Nosotros nos mirábamos sin comprender nada, hasta que Harry nos enseñó la foto. Eso no era un pony, ni nada que se lo pareciese. Tom empezó a reír, no era normal ese dibujo.
  •    Si, debemos jugar con Rach en algún momento. – añadí. - ¿Por qué vinisteis en coche?
  •    Ninguna sabíamos nada del plan. Se suponía que Rach no venía a ninguno de los conciertos. – nos dijeron.
  •    Entonces jugamos al Party ¿no? – Tom estaba obsesionado con el Party últimamente.
  •    Eso no se pregunta más, nosotras amamos el Party. – se quejó Laura.

Tardamos más de diez minutos en decidir los equipos. Al final terminamos junando en parejas de chico y chica. Harry y Laura, Tom y Cris, Derek y Mery y Bárbara y yo. Los ataques de risa se fueron dando como dinámica general toda la noche. La prueba de leer los labios sin duda era la mejor, aunque para ellas era un suplicio. El juego era en inglés y aunque ellas hablaban bien, no eran inglesas.
  •    Vamos a ver Dougie, vocaliza bien que tú no eres de Bolton. – me gritaba.

Lo que hacía que me diera la risa y hacía más difícil el trabajo.
  •    ¿Pero qué coño dices? Eso no existe. – volvía a gritar.
  •    Creo que es hora de cambiar de juego, pensar tan profundamente es agotador. – se dejó caer Cris en el sofá.
  •    ¿Si? ¿Cómo se siente eso? – curioseó Harry.
  •    Tu imagínate vale, es complicado, porque los ingleses sois muy listos y no necesitáis saber ningún otro idioma. Es como si estuvieras leyendo algo sin parar y sin desconcentrarte en ningún momento.
  •    ¿Hablar inglés es como leer un libro? – preguntó sorprendido Tom.
  •    ¿Qué tipo de libro? ¿Por qué si es de dinosaurios yo me uno a eso de hablar inglés? – reí.
  •    Tú ya lo hablas, idiota. – me gritó Cris.

Y me dio la risa tonta.
  •    Pues enséñame español, ¿cómo se dice dinosaurio? Esa palabra no me la enseñan las fans. – todo empezaba a ponerse gracioso, o a mi todo me hacia gracia.
  •    Dinosaurio, se dice dinosaurio. – continuó Mery.
  •    Dinosaurrio. – intenté imitar su acento.
  •    BIENNN. – aplaudió Cris.
  •    ¿Y cómo se dice retrasado? – volví a preguntar.
  •    Cristina. – contestó Laura rápidamente.

Las risas volvieron al autobús. Cris como venganza le tiró uno de los dados.
  •    Eh, como osas, FUERA DEL GRUPO. – la dijo en español. – AUTOBUSERO CRIS SE BAJA. – no entendíamos nada.
  •    No puedo decir todo eso, vas muy rápido. – Laura era la leche cuando se enfadaba.
  •    Laura acaba de echar del grupo a Cris y le ha pedido al autobusero que la deje aquí. – tradujo Mery.
  •    ¿Lau, quieres que le diga que pare? – dijo Harry refiriéndose al conductor y con cara de temor.
  •    No, de momento no, pero ya sabéis, a la mínima fuera del grupo y del autobús.
  •    ¿Quién te ha dado tanto poder aquí? – se quejó Tom.
  •    Danny, me ha dado las tarjetas del poder.
  •    ¿Danny? ¿Pero quién se cree? – se metió Harry.
  •    Ehhhhh, que te sacó tarjeta. Nadie se puede meter con alguien que baila, canta y toca la guitarra de esa forma. – se subió sobre el sofá y empezó a mover los hombros como hacía Danny. – Un hombre que baila así delante del espejo es de admirar. – siguió imitando a Danny, cantando a Jason Derulo y poniendo las mismas caras que Danny.

Nos dio otro ataque de risa, aunque todo empeoró cuando Laura intentó dar una vuelta y cayó encima de la mesa. Ahí el ataque fue mayor y Laura volvió a llorar y esta vez yo con ella.
  •    ¿Podemos ver las tarjetas del poder? – preguntó Tom.
  •    Claro, mirar. – sacó una tarjeta del bolsillo, miró a Cris y repitió, fuera del grupo, pero esta vez en inglés.

Examinamos las tarjetas, no era real algo así.
  •    ¿Y esta frikada? – preguntó Harry.
  •    Raquel, hace cosas de estas, está loca. – negó Bárbara con la cabeza.
  •    ¿Tan legendaria es? – preguntó Derek.
  •    Vaya pregunta, debería sacarte tarjeta solo por dudar algo así. – dijo Laura.
  •    Si, lo es, es una tía especial, pero a la vez una de las mejores personas que conozco. – continuó Bárbara.
  •    Vaya… - siseó Derek.
  •    Aunque antes no era así, toda la culpa la tuvo ese hombre, esa bufanda de lunares infernal… - intentó mantenerse seria, eso intentó Mery mientras hablaba.
  •    ¿Qué hombre? ¿Qué la pasó? – preguntó Derek asustado.

Tenía miedo a la historia. Si era una historia sobre Rachel, no podía ser normal.
  •    Laura, cuenta la historia, haz el favor. – dijo Cris.
  •    No puedo, no puedo ni escucharla sin llorar, como piensas que puedo contarla. – se quejó.
  •    Es que nadie puede contarla como lo haría ella. – rió Bárbara.
  •    Solo os diremos: noche de invierno, bufanda de lunares y un hombre desfigurado… - terminó Mery.
  •    ¿Hombre desfigurado? – dijo Laura confundida. – No recuerdo eso.
  •    Ya, es que me lo acabo de inventar.
  •    Pues fuera del grupo por inventar detalles de historias inventadas.

No podían están tan locas, eran como nosotros pero en chicas. Les dio otro ataque, la cuenta no salía.
  •    Es hora de jugar a Beso, Verdad o Atrevimiento.
  •    Sisisisisisi. – dijo Cris demasiado emocionada.
  •    Pero ¿y la historia? – dijo Derek intrigado.
  •    No saben contarla bien, es mejor que le preguntes a Rach mañana. – le aconseje.

Aunque intuía que era inventada, muy típico de Rachel.
  •    Venga, vamos a jugar. Empiezo yo. – Bárbara cogió la botella y la hizo girar. – Mery ¿qué eliges?
  •    Verdad. – dijo sopesando las posibilidades.
  •    ¿Es verdad… que tienes un termo personalizable del Starbucks con millones de fotos de Dougie? – preguntó.

Miré a Mery y ella bajó rápidamente la mirada mientras se ponía roja.
  •    Oh, que adorable. – dijo Tom. – Quiero verlo.
  •    Ya no le tengo. – dijo muerta de vergüenza, miró a Bárbara con odio.
  •    Falso, bebe haciendo que lo haces en el termo, por mentir. – dijo Laura.

Demasiado bueno todo esto. Ese detalle me hizo sonreír, no es como si una fan cualquiera llevara eso, ella era adorable y estaba preciosa cuando se ponía roja. Borre rápidamente ese sentimiento de mi cerebro.
  •    Tom, te toca. ¿Qué quieres? – continuó Harry.
  •    Verdad. – dijo convencido.

La mirada de Harry no era buena, algo gordo tenía en mente.
  •    ¿Es verdad que una vez, de acampada, te tiraste un pedo de esos con regalo y manchaste todo el pijama?

Es verdad, recuerdo ese día perfectamente, y como martirizamos a Tom. Era raro que ninguno contara eso en ninguna entrevista. Tom pasó de reir, a mirar fatal a Harry, a poner rojo como un tomate.
  •    ¿Cómo eres tan hijo de puta? Se supone que era un secreto. – no le había sentado muy bien.
  •    ¿Vas a llorar cagón? – la pregunta de Laura nos sorprendió.

Tanto que Tom empezó a reír, el alcohol corría por nuestras venas.
  •    Dios Laura, tengo que decir que te quiero.

El bus se quedó en absoluto silencio, Laura estaba flipando.
  •    María, confírmame que Tom Fletcher acaba de decir que me quiero, porque me he reído de cuando se cagó encima. – la había paralizado.
  •    Sí, eso parece. – Mery no sabía si reír o no.
  •    Tom, eres muy raro. – le dijo Cris.
  •    Cris, otra vez fuera del grupo, por llamar a Tom Fletcher raro. – y los nervios la hicieron reír.

Tom se levantó y la dio un abrazo. Laura no podía parar de sonreír, no creo que hubiera nada sentimental, pero siempre fue uno de los ídolos de Laura y eso nunca cambia del todo.
  •    ¿A quién le toca? ¿Derek? – siguió Bárbara.
  •    Déjame a miiiiii – pidió Laura.

Derek hoy no me caía bien. ¿Qué hacía aquí? Con mis amigos, en otro país, cuando era un viaje de trabajo. Todo se resumía en Mery y no me gustaba un pelo. Beso escuche decir a Derek. NO pensé.
  •    Busca un bicho y bésale. – grité.

Me miraron extrañados, me miraron como solían hacerlo en el colegio, ya está el raro diciendo cosas raras.
  •    Vamos a ver, que es mi turno. – dijo Laura. – Y yo digo que bese a Mery.
  •    No entiendo esta parte del juego. ¿No tiene que elegir la botella? – Cris iba muy borracha.

Las chicas la miraron con mala cara y Tom se metió.
  •    No, en Inglaterra jugamos así. – inventó.
  •    ¿Pero qué dices? – me quejé.
  •    Aquí el juez soy yo, que para eso tengo las tarjetas del poder, y yo digo que bese a Mery o que se quite prenda.

No podía ser cierto. ¿Por qué ella? Había otras tres chicas allí, chicas interesantes y guapas. ¿Por qué tenía que ser ella y por qué me molestaba? Me empezaba a poner nervioso, no sabía qué hacer ni que pensar. Tenía que salir de allí. Cogí mi copa y me la tiré encima. Necesitaba una excusa y estaba demasiado borracho para preparar algo. Me disculpé y les dije que continuaran, no quería verlo.

Me cogí otra copa antes de irme al baño y me escondí, pero que realmente así lo sentía. No sé cuánto tiempo estuve solo pero alguien llamó a la puerta.
  •    ¿Dougie estás bien? – era Bárbara.
  •    Sí, es que voy muy borracho.
  •    Anda ábreme.

No sé si era buena idea, pero supongo que necesitaba sacarlo de mi cabeza o iba a volverme loco. Ella entró y se sentó sobre el lavabo, no es que fuera muy grande el sitio. Le conté todo, bueno no sé lo que la conté exactamente o lo que ella contestó. Solo recuerdo sus labios sobre los míos, como quemaba la ropa en nuestros cuerpos, como crecían las ganas de tocarnos, de sentirnos cada vez más cerca. Puedo decir a día de hoy que fue de los mejores polvos de mi vida.

Después de escuchar la historia y quedarme anonadada, tenía que preguntar a Bárbara.
  •    ¿Estás bien? – dije acariciando su brazo.
  •    No es mi noche. – continuó fumando.
  •    Ya veo. Discutes con Mery, con Bárbara. ¿Por dónde quieres empezar?
  •    ¿Es necesario? ¿Tengo que seguir hablando después de lo que te he contado? – no tenía ganas de hablar.
  •    Claro que lo es. Voy a ser clara y rápida. ¿Te gusta Mery? – se quedó mudo, no esperaba algo así.
  •    No, no me gusta Mery. – dijo convencido.
  •    ¿Seguro? Porque sino no entiendo para nada tu comportamiento últimamente.
  •    Joder, pues no lo sé, es raro lo que siento por ella. No me gusta que salga con mi primo, no me gusta para nada. – estaba confuso.
  •    ¿Por qué no se lo dices?
  •    Se lo he dicho, pero dice que … - eligió sus palabras. – vamos que no soy nadie para decirla con quien salir y con quién no.
  •    Vais a terminar casados, verás. – reí.
  •    Deja de decir tonterías. – apagó el cigarro en el suelo mojado.
  •    Lo que tú digas. ¿Y Bárbara? ¿Ella si te gusta?

Dougie fue siempre tan raro a la hora de expresar sus sentimientos.
  •    A ver, te intentaré explicar lo que siento. Ella era algo que estaba ahí. Si nos apetecía, sentía que podíamos pasarlo bien, pero parece que ha cambiado de bajista. Y vuelvo a estar solo. No sé de que me sorprendo. – estaba jodido.
  •    Vamos a ver Dougie, no estás solo, me tienes a mí. Tienes a los chicos. – intenté animarle.
  •    Ojala fuera suficiente, de verdad. – se compadeció de si mismo.
  •    Niños – comenté – Creo que merece la pena mucho más tenernos que tener una novia, pero es mi humilde opinión. – le dediqué una sonrisa.
  • Y él me la devolvió.
  •    Bueno creo que es hora de irse a casa, al menos para Danny y para ti. Así que entra e iros por favor. Y cuídale por mí. Vamos cuidaros él uno al otro. – dije con el corazón en un puño.
  •    No me gusta nada lo vuestro, que lo sepas. ¿Tú vas a irte con el batería? – no lo aprobaba.
  •    No sé yo si Harry querrá algo conmigo, pero con un tío tan sexy como él voy a decir que no. – bromee.
  •    Eres idiota. Sabes que no me refería a Harry. Vamos lo que nos faltaba, si alguno de nosotros se acuesta contigo se puede liar muy gorda. Siempre serás suya.

Esa frase no me gustó un pelo.
  •    No soy suya, ya no lo soy. Y sobre Rian no sé lo que pasará, nunca se sabe lo que puede deparar la noche. Ya lo dijo Ted Mosby, nada bueno pasa a partir de las 2 de la madrugada.