miércoles, 28 de marzo de 2012

Capítulo 12


La estancia en Madrid duro menos de lo que necesitaba, intentaba encontrar motivos por lo que volver, motivos por los que me ilusionara, pero no encontraba nada lo suficientemente fuerte como para que me mantuviera a flote.

Una de esas mañanas que pasé en casa Bárbara encontró por mi esa razón por la que luchar, por la que volver a Londres. Kate.

Había escuchado el cd con sus canciones y se preguntaba que había pasado conmigo, porque no había hecho algo por esa chica. Estaban tan concentrada en él, en no caer devastada que había dejado a un lado cosas que en otros momentos de mi vida hubiera luchado con uñas y dientes.

Pero ahí estaba Bárbara, como muchas otras veces, dándome empujones para que despertase, recogiendo los trocitos que perdía por el camino.

La vuelta a Londres fue dura, me fui de esa casa huyendo de lo que había pasado esa noche, sin pararme a pensar nada, solo cogí una maleta y metí lo primero que encontré. Dejando de lado todo, volviendo a guardarlo en cajas como ya había hecho meses atrás cuando pasé el verano en Nueva York.

Pero era hora de avanzar, de coger todo el dolor y meterlo en la lavadora junto con esas sabanas impregnadas de olor a todo y a nada, a sonrisas convertidas en lágrimas. No recuerdo cuantas lavadoras puse, pero si recuerdo el dolor de brazos de tanto tender. Cambié los muebles de sitio, guardé lo que me recordaba a él, lo que dolía de él y comencé una nueva etapa, un nuevo capitulo en mi vida, me centré en hacer algo bueno por Kate, por su música, por conseguirla esa oportunidad de cambiar la vida de alguien con sus canciones. Como hicieron tantas y tantas canciones a lo largo de mi vida.

La semana siguiente la pasé colgada al teléfono, explotando posibilidades y viendo como podría ayudar. Entre llamada y llamada recordé que había quedado con Nathan para hablar de mi nuevo trabajo. Así que me pasé por la discográfica.

Iba distraída por los pasillos, intentando no pensar, centrándome en lo que iba a depararme la reunión con Nathan. Llame a su puerta y al entrar grité al ver quien estaba en el despacho.

  •    Lucas, ¿qué haces aquí? – dije lanzándome a sus brazos.
  •    Española tenia que ser. – dijo Lucas devolviéndome el abrazo y en tono divertido.

Reí con él. Le había echado de menos. Sentí que todo podía ser posible con Lucas allí, como si la carrera de Kate estuviera más cerca. Era el momento de hablarles de ella, aunque más que hablarles de ella debía mostrársela.

  •    Nathan, sobre mi nuevo trabajo, creo que he encontrado yo uno perfecto para mí.

Lucas me miró asustado y divertido en la misma medida.
  •    ¿Quieres ser cantante? – probó suerte.
  •    Si, yo cantante. No, pero se de uno que fliparía con una noticia así después de mi gran aversión a la fama. – dije con una sonrisa amarga.
  •    Entonces tiene un novio que tiene un grupo y quiere ser como Kurt Cobain. – probó Lucas esta vez.
  •    No creo que vuelva a salir con un músico nunca más. – confesé sin más. – Es algo mejor, ¿qué tenéis que hacer esta noche?

Salí de ese despacho sin ser consciente de que había forzado una reunión, una audición sin ni siquiera contar con la cantante.
Bajé corriendo a mi coche, respiré profundamente y llamé a Kate.
  •    Kate. – dije nerviosa.
  •    ¿Qué pasa Rach? ¿Ya has vuelto a Londres? – estaba animada.
  •    Si, volví ayer. ¿Tienes planes para esta noche?

Estaba acelerada, mil ideas corrían por mi cabeza y no tenia tiempo para asimilarlas todas. Llegué al bar de Joe a la hora del vermú, hora zulú española. Llamé exageradamente a la puerta, solo esperaba que Joe estuviera.
  •    Se que me has echado de menos en España, pero no hace falta que tires abajo el bar. – salió con su gran sonrisa ha abrirme.
  •    Joe, necesito usar el bar esta noche. – rogué.
  •    No abrimos los lunes, Rachel, deberías saberlo.
  •    Creo que hoy deberías hacer una excepción y hacer un favor a una gran amiga.

El camino se me hizo eterno, como si algo dentro de mí supiera que no era buena idea pasear por esos barrios. Pero debía ir, les necesitaba, necesitaba su ayuda y su consejo.

Llamé a la puerta y espere nerviosa por lo que podía haber al otro lado. Cuando abrió dije la primera tontería que me vino a la mente.
  •    OMG, Tom Fletcher. ¿Me puedes dar un autógrafo? – dije con voz de pito.
  •    No me lo puedo creer. ¿Qué haces tú por estos barrios? – y me dio un dulce abrazo.
  •    Ya sabes, lo típico que se dice, pasaba por aquí y se me ocurrió pasar a contaros una cosa muy emocionante.
  •    Pues adelante, nunca le cerraré la puerta a ninguna mujer que traiga cotilleos frescos. Además Dougie me puede matar si no te invito a pasar. Ese chico está muy preocupado por ti. ¿Tiene motivos?
  •    Ya sabes, la rubia es muy nenaza, y tranquilo, no pasa nada que no se pueda curar con cuantos chupitos de tequila.
  •    Que bien, vamos a tener un montón de canciones sobre el alcoholismo y rehabilitación en nuestro próximo disco. Esto huele a Brit.
  •    Que poco ambicioso, yo pensaría en un Grammy como mínimo.
  •    Ilusa, somos McFly, eso está por encima de nuestras posibilidades. – sonrió quitándole peso al asunto, aunque sabia que le dolía un poco esa verdad.

Entramos riendo en la cocina cuando Dougie nos vio. Al reconocerme tiró la lata de coca-cola que bebía.
  •    Doug amor, no soy ningún fantasma. – dije en tono jocoso.
  •    ¿Estás bien? – se acercó hasta mi y me abrazo como si fuera a romperme. – Siento lo que te dije la última vez que hablamos.

Se sentía arrepentido. Le alejé de mi he hice que me mirara a los ojos.
  •    Lo voy a decir hoy por última vez, y no quiero volver a ver que me miráis de este modo.
  •    ¿De que modo? – interrumpió Tom.
  •    Si, como si fuera a sentarme a llorar en una esquina. Voy a estar bien. Dougie quien ha decidido que se mude a su casa es él y no tú. Él es el que debería sentirse fatal y aun así está follando por las esquinas con esa furcia. Así que seamos felices y punto. Te prohíbo que te sientas mal por algo que ha hecho tu amigo.
  •    ¿Ha que habías venido? – cortó Tom. Cosa que agradecí de corazón.
  •    ¿Qué tal si me invitáis a almorzar y os lo cuento?

El día pasó mucho antes de lo que debería, había muchas cosas que hacer antes de esa noche.

Estaba nerviosa, no podía fallar nada o sino el futuro de Kate podía torcerse. Había preparado una actuación en menos de doce horas, aunque gracias a Dios tenía mucha ayuda.

Quedé con Kate a media tarde para trabajar en la actuación, he hice que Dougie y Tom se vinieran conmigo para dar su opinión profesional. Llamamos a los amigos, se twitteo a los fans de McFly e intentamos que hubiera mucha gente para apoyarla.

Las horas antes del concierto fueron horribles, llenas de tensión y nerviosismo. Aunque la cosa empeoró cuando Dougie me llevó al almacén.
­   Tengo que decirte algo, para que no te pille de sorpresa. – dijo poniéndose muy serio.

  •    ¿Qué pasa Doug? Me estas asustando.
  •    Sé que es duro, pero creo que para Kate es bueno. – y volvió a callarse.
  •    Arranca ya por favor, que me estas poniendo muy nerviosa.
  •    Va a venir Danny esta noche. – me agarro la mano.


No supe como reaccionar, no quería verle, era demasiado pronto. Todavía no había llegado a superar lo que había pasado esa noche. Y sin saber como, me descubrí hablando de más.
  •    Nos acostamos hace una semana.

La cara de Dougie se desencajó.
  •    ¿Perdona? ¿Cuándo os acostasteis dices?
  •    La noche que salimos, cuando me llevo a casa. Creía que después de eso todo cambiaria, aunque parece que el cambio fue que ella terminó mudándose a su casa. – dije demasiado rápido.
  •    Os acostasteis. Os acostasteis. – repitió de forma mecánica y con la mirada perdida.
  •    Si … - no pude decir nada más.
  •    Este tío es gilipollas, no entiendo a que está jugando. Tengo que ir a matarle, ¿pero no se da cuenta de que no va a ningún lado con ella? – su tono de voz subió mucho.

Caminó hacia la salido pero antes de que saliera por la puerta le agarré del brazo.
  •    Dougie, párate por favor.
  •    Déjame Rachel, alguien tiene que decirle que está equivocado.
  •    No Dougie, realmente no está equivocado, lo incorrecto fue acostarnos o pensar que Danny podría salir con alguien como yo. No soy su estilo de mujer, es mejor así. – en lo más profundo de mi corazón lo creía así y eso hizo que empezara a ver las cosas de otra manera.


Tuve que convencerle para que no hiciera nada que estropeara su relación con Danny, por mucho que le molestara, era su hermano, su amigo y compañero. Por mucho que deseara que se pusiera de mi parte y le matara, no era correcto.

Y eso fue lo que siempre me limitó, hacer lo correcto por las personas que me importaban, aunque no fuera lo mejor para mí.

La gente empezó a llenar el bar, parecía que habíamos conseguido hacer un buen trabajo. Alguna fan algo loca llegó también, pero Tom se ocupo de ellas y aprovecho para ligar al mismo tiempo.

No vi entrar a Danny, pero si le vi poco después sentado en la barra junto a Emma. Un sentimiento de odio se apoderó de mí y sin saber muy bien como, escribí a Adam para que viniera al concierto. No esperaba que fuera a venir, pero ya estaba cansada de sufrir y apiadarme de mi misma.

Si todo salía bien, después de esa noche, tendría un trabajo nuevo, más que eso, tendría el trabajo de mis sueños.

La actuación de Kate fue alucinante, cantó un montón de canciones suyas y también alguna cover. Fue una noche de sorpresas, incluido para mi.

  •    Me ha pedido Danny que te diga si te importa que cante una canción con Kate. Cree que la puede venir bien algo así. – hizo Dougie de recadero.
  •    Vale, por mi no hay problema. – era una idea genial.
  •    Entonces voy a avisarles. – y se alejó.
  •    Dougie. – le grité. – Diles que toquen Too Close.

Me sonrió con aprobación por la elección de canción y continuó su camino. La canción les quedó perfecta, las fans se emocionaron, la gente aplaudió y yo agradecí que no tocaran Not Alone.

La noche iba a mejor, la gente estaba encantada con ella y vi algo en los ojos de Lucas y Nathan que me gustó.

Cuando terminó el concierto la gente tardó poco en irse, era lunes, así que no me sorprendió. Lucas y Nathan  se acercaron a despedirse, quedamos a la mañana siguiente para hablar del tema.

Me senté en la barra a imaginar las cosas que podían cambiar, en sueños hechos realidad, metas por las que luchar y algo por lo que soñar. No me di cuenta de su presencia hasta que carraspeo para llamar mi atención.

  •    ¿Qué haces aquí? – estaba sorprendida.
  •    Pues creo que ver un concierto. Alguien me escribió y no andaba muy lejos, así que pensé que estaría bien acercarme. – dijo Adam sonriendo.

Me hizo sonreír a mi también.
  •    ¿Qué te ha parecido? – dije curiosa.
  •    Tiene una voz muy bonita ¿trabajas para ella?
  •    De momento no, aunque espero que a partir de mañana las cosas cambien. – lo deseaba con toda mi alma.
  •    Bueno, entonces tendremos que celebrarlo.
  •    ¿Cómo vamos a celebrar algo que ni siquiera se si pasará? Eso seria gafarlo.
  •    Entonces lo celebraremos el viernes, con una cena. – propuso muy convencido de si mismo.

Medité unos segundos la idea, no estaba segura de nada.
  •    ¿Me acompañas al coche y así te doy tiempo para que te inventes una buena excusa? – propuso Adam ante mi silencio.

Era demasiado listo y directo, eso me encantaba en los hombres.
  •    No es eso. – dije mientras andábamos hasta la calle. – Es que no se si es buena idea.
  •    Pero eso no lo sabrás hasta que no lo pruebes ¿no crees? – también tenia razón en eso.
  •    Vale, pero lo dejaremos en manos del destino.
  •    Sabes que esto ya es cosa del destino ¿verdad? – dijo manteniendo su mirada.
  •    Bueno, ahora parece que todo es cosa del destino, Serendipity ha hecho mucho mal a la sociedad.
  •    ¿Entonces que propones? – no iba a aceptar un no.
  •    Llámame el jueves, si hay algo que celebrar cenaremos, sino tomaremos ello como una señal de que no debemos volver a vernos. – puse mis ideas sobre la mesa.
  •    Solo acepto parte de lo que has dicho, pero no prometo eso de no volver a vernos, no soy el tipo de hombre que acepta lo que le dicen las fuerzas cósmicas.
  •    Bueno tendremos que esperar hasta el jueves para salir de dudas. – dije con una sonrisa. Me divertía por primera vez en la última semana.
  •    Bueno y por si el destino nos separa para siempre – me agarró suavemente la cara y me besó lentamente durante unos segundos. – ha sido un placer conocerte.

Me quedé paralizada, no me esperaba nada parecido. Le vi marcharse en su coche y apenas pude decirle adiós con la mano. De forma automática me encaminé hacia el bar de nuevo pero una voz interrumpió mi camino.

  •    Interesante ¿nuevo novio? – parecía molesto.
  •    Creo que has perdido el derecho de hablar conmigo o sobre mi. – dije dándome la vuelta.

Al verle se me paró el corazón, era la primera vez que nos veíamos y hablábamos desde que nos acostamos. Era como mirar a la realidad a la cara, él volvía a ganar y yo a tener el corazón destrozado.
  •    ¿Qué tal Emma? ¿Sabe lo que pasó la otra noche entre nosotros? ¿Por eso se ha mudado contigo, para controlarte cuando entras y sales? – dije duramente.

La rabia empezó a inundar la cara de Danny.
  •    No hay nada que contar, fue un error, estaba demasiado borracho. – esas palabras volvieron a destrozarme, aun más, si algo así era posible.
  •    Pues ya que soy un error de borrachera no vuelva a hablarme jamás en tu puñetera vida grandísimo hijo de puta. – me acerqué y le di un pequeño empujón. – Haz como si no me conocieras y disfruta de tu nueva vida. Pero que no se te olvide, ella nunca seré yo.

Me di la vuelta y me dirigí de nuevo al bar. Pero no llegue muy lejos, sus palabras me hicieron detenerme.
  •    Gracias a Dios no lo es. – dijo casi en un susurro.

Estaba tan enfadada con él en ese momento y conmigo por haber consentido estos últimos meses que actué sin pensar. Volví en su dirección y le solté un bofetón. Suspiré y le miré a los ojos con odio y decepción.
  •    Uff, con esto me has ahorrado una semana de tirar dardos a tu foto. – y volví hacia el bar.

En el camino de vuelta me crucé con Emma, que parecía haber visto el bofetón. Se encaminó pidiendo explicaciones, aunque no le di la oportunidad de hablar.
  •    Me ha tocado el culo, yo le metería en cintura. Pero vamos, no es mi novio. – dije sin detenerme.

Por primera vez en meses me sentí liberada, como si al fin pudiera cerrar el capitulo y empezar de nuevo, un nuevo capitulo. 

lunes, 19 de marzo de 2012

Capítulo 11




Me desperté sin saber exactamente donde estaba y como había llegado hasta allí. Tardé menos de dos segundos en recodarlo todo, donde estaba, como había llegado hasta allí y con quien lo había hecho.

Recordé el beso, las lágrimas, como se arregló y destrozó de nuevo mi corazón, todo ello en menos de dos minutos. Solo él tenía la capacidad de lograr algo así.  Y me vinieron imágenes del beso que le di, y del que él me devolvió, esta vez sin salir corriendo. Como subimos corriendo las escaleras deseando volver a ser uno, como lo fuimos tantas veces antes.

Recordé como olvidamos esos gritos, ese dolor, esa soledad que, al menos yo, había sentido todo esos meses atrás. Y volvimos a compartir esas sabanas, esas ganas de besarnos, de tocarnos, de sentirnos. Volvió a recorrer por mi espalda toda esa electricidad que solo él sabía hacer, porque al igual que al principio, volví a sentir que era él, volví a sentir que el destino debía querernos juntos.

Pero esa mañana el ya no estaba allí y todo eso que creí esa noche volvió a ponerse en duda. Encontré una nota encima de su almohada. Medité un par de minutos antes de atreverme siquiera a tocarla. No estaba preparada para volver a sufrir ese vacío de nuevo, y menos después de haberle sentido dentro de nuevo. Pero tampoco podía mantener esta curiosidad, así que leí.

Mañana te llamo, lo juro. Solo necesito solucionar ciertas cosas antes. No me arrepiento de nada de lo que pasó anoche.
xxx Jack

Ese nombre. No escribió Danny, puso ese nombre, que significaba tanto, que lo era todo. Sonreí, sonreí en ese momento y durante todo el día.

Seguí durmiendo durante toda la mañana, almorcé y salí a comprar algo de ropa para esa noche, aunque nada parecía adecuado para esa cena.

A la hora exacta que Adam dijo que pasaría a buscarme, llamó al timbre. A decir verdad estaba algo nerviosa. Adam era esa clase de hombre que ya fuera por su belleza, por su mirada o por su semblante, hacía que la gente a su alrededor se pusiera nerviosa. Y sobre mí también producía eso.

No subió a buscarme, me esperaba a los pies de la escalera. Llevaba un traje gris, corbata y camisa rosa, aunque cada una tenía una tonalidad distinta. Si, esto si era un hombre. No pude remediarlo y lo comparé con Danny, en mi mente no había sitio para otra cosa que no fuera él. Me llevó hasta la puerta del coche, me la sostuvo y espero a que entrara. Y yo seguía pensando en que pasara el tiempo rápidamente para que llegara cuanto antes la mañana siguiente y que la noche fuera rápida y sencilla.

Me llevó a un restaurante lujoso, con aparcacoches en la puerta, algo pretencioso pensé. Y Danny volvió a mi mente, eran tan distintos, Adam transmitía sabiduría y sensatez y en cambio Danny de todo menos eso. Aun así sonreí como una idiota.

  •    Pareces distinta al día que nos conocimos. – afirmó mientras comíamos.
  •    Supongo que los incidentes de esa mañana me cambiaron. – mis palabras no acompañaban a mi tono de voz, era demasiado feliz.
  •    ¿Por qué algo que debería sonar a reprimenda suena a alegría? – intentaba entenderme.
  •    No tengo motivos para ser borde. – dije relajada y llevándome comida a la boca.
  •    Así que el trabajo al final salió bien.
  •    Sí, no me puedo quejar, ha sido un sueño hecho realidad. – y sonreí.
  •    ¿En qué consistía el trabajo? Era para un grupo de música ¿no?
  •    Sí, me ocupaba de llevar los meet and greet.

Me miró extrañado, como si no supiera de que estaba hablando.
  •    No tienes ni idea de lo que te estoy hablando. – afirmé.
  •    No, no la tengo. – confesó.

Le conté en que consistía el trabajo, cosas sobre el grupo, sobre su música. El escucho atentamente, aunque no expresó su opinión. Hablamos sobre negocios, bolsa, cine y viajes principalmente. La sensación con la que volví a casa fue mucho mejor de lo que había supuesto después del primer encuentro y a excepción de Dougie, era uno de los hombres más guapos que jamás haya conocido. Era dulce, pero a la vez no te daba la confianza de cercanía. ¿Sería cosa de guapos? Porque a Dougie le pasaba lo mismo, al menos a primera vista.

Después de mucho tiempo hablando de literatura, conversación que jamás tuve con Danny, me volvió a dejar a los pies de la escalera de la que me había recogido horas antes. Si hubiera salido a cenar esa noche con un buen amigo, no hubiera aparecido por casa antes de las 7. Tenía ganas de bailar, disfrutar. En cambio estaba en casa. Había algo que había echado de menos además de a Danny, su música. Abrí la caja con cuidado, sin fijarme demasiado en su contenido. No era el momento de remover el pasado, no antes de hablar con Danny. Cogí el pen-drive donde había guardado todo y me dormí escuchándolos de nuevo, con una gran sonrisa y con muchas ganas de que llegara la mañana siguiente.

Me desperté nerviosa, esperaba la llamada, visita o cualquier clase de noticia de Danny. No sucedió nada hasta después de comer y no fue Danny quien llamó.
  •    Sí. – contesté despreocupada.
  •    ¿Qué tal rubia? ¿Qué tal la vuelta a casa? – dijo Dougie exaltado.

Había algo raro en la llamada, aunque no sabía que podía ser.
  •    Pues bien, sin mucho que hacer. A decir verdad me aburro un poco. – no sabía si debía contarle lo ocurrido con Danny.
  •    Vamos a ir todos a cenar esta noche. ¿Te apuntas? – propuso.

Medité un poco antes de contestar.
  •    ¿Danny también va? ¿Has hablado con él? – estaba algo confundida.

Se supone que teníamos que hablar, no sabía nada de él y ahora me llamaba Dougie para preguntarme si iba a cenar. Nada de esto tenia sentido.
  •    Si, él y Emma. Supongo que deberías saberlo antes de venir a cenar. – cogió aire y continuó. – Danny le ha pedido que se vayan a vivir juntos, vamos que se  mude a la casa de Danny.

Como si fuera un bofetón, sus palabras me golpearon sin ni siquiera esperármelo. No podía ser real. No, repetí hasta la saciedad en esa pequeña fracción de tiempo. Tenia que estar bromeando Dougie. Me enfadé conmigo misma por creer en él, en nosotros de nuevo, en que todo volviera a ser como al principio. En cambio él había avanzado un paso más en su relación con Emma y una vez más se había llevado mi corazón en su bolsillo.
  •    No puedo ir a la cena, me voy a España toda la semana. – dije sorprendida.
  •    ¿Vas a casa? No me habías dicho nada. – su tono había cambiado.
  •    Ya, es que ha sido una cosa del momento. – y tanto. – Hace mucho que no veo a la familia, ya es hora de que vaya por allí. – contuve mis lágrimas.
  •    ¿Rach estás bien? Joder no tenía que haber dicho nada. – se sentía culpable.

­   Doug no te preocupes, estoy bien, ya es hora de que empiece una nueva etapa en mi vida. Está bien ver a la familia y a las chicas. Ya es hora de avanzar. – me autoconvencí.
  •    Lo siento tanto. – parecía que se sentía culpable por los actos de su amigo.

­   No te preocupes, ya se lo dije cuando empezó todo esto, no creo en los cuentos de hadas y ha quedado demostrado que estaba en lo cierto. Es hora de enterrar a Kate y Jack para siempre.

Tardé dos horas en coger el taxi que me llevaba al aeropuerto. Estaba loca, no tenía billete ni idea de cuánto tiempo tardaría en tener un hueco en uno. Cinco horas después estaba de camino a casa. Llena de rabia y resignación. No entendía como le había pedido a Emma que se mudara después de lo que pasó esa noche. Hijo de puta, me iba a volver loca. Me puse la música intentado dejar de pensar en todo, intentando que el volumen tan alto hiciera que mis ideas quedaran silenciadas, aunque era imposible dejar de pensar en él.

Llegué a casa bien entrada la noche. Cuando mi madre me vio entrar por la puerta se asustó. Le dije que era una sorpresa, que lo tenía todo planeado, pero que no se lo había contado a nadie para fuera más emocionante. Mentira. Puse mi mejor sonrisa y le conté todo sobre las tres últimas semanas. Pareció aliviada de que el viaje no fuera porque algo iba mal. A mi hermano en cambio no pude engañarle.

Tuve que contarle todo, incluso lo que pasó esa noche con Danny, fue imposible engañarle. Él también estaba un poco extrañado con el comportamiento de Danny, incluso amenazó con ir a matarle, cosa que sabíamos que nunca pasaría, ni siquiera ir a dejarle las cosas claras, pero hay que reconocer que me hizo sonreír.

El día siguiente lo pase durmiendo en su inmensa mayoría. Nadie sabía que estaba allí. Sabía que debía avisarlas cuanto antes o se enfadarían, pero no tenía fuerzas para contarles todo, dolía demasiado.

Pero mi hermano no pensaba igual que yo, y se ocupó de que se enteraran. No tardé en tener noticias suyas.

Nos vemos a las 19h en el Starbucks de Orense. Ten claro que si no estás ahí iremos a buscarte y sacarte de la cama. Te queremos.

No tenía duda de que lo harían si no aparecía. ¿Qué les habría contado Manuel? Por una parte se agradecía, así sería más fácil contar la historia, serían ellas las que llevarían la conversación, las que preguntarían.

Me preparé y salí con el tiempo justo como siempre. Quería verlas, era duro estar sin ellas y más en momentos como estos. Nuestra amistad empezó tan de sopetón y llego a ser estrecha tan rápido que a veces tenía miedo de que igual de rápido que empezó se esfumara.

Cuando llegue solo estaba Bárbara, me abrazó, cosa que no hacía muy a menudo. Eso hacía a sus abrazos perfectos, tenía el don de darlos en los momentos adecuados, cuando más necesarios eran, y ese día realmente lo hacía.

No preguntó nada hasta que llegaron María y Laura cosa que agradecí enormemente, no sabía si soportaría tener que contar dos veces seguidas la historia.

Aproveche la tardanza para que me contara ella novedades y para darla un cd con las canciones de Kate. Quería que la escuchara y me diera su opinión. Era fácil que la adorara, además que su brazo siempre fue una herramienta clave para la buena música. Solo necesitaba ver sus pelos del brazo erizados para saber que era bueno.

Mucho tiempo después, llegaron, aunque merecía la pena esperar.
  •    Me parece extremadamente fatal que me tenga que llamar Manuel para decirme que estas en Madrid. – María parecía enfadada.
  •    Lo sé, como se ha atrevido a llamarte. Esta noche le regaño por hacerlo. – tenía que quitarle hierro al asunto.
  •    ¿Por qué no me avisaste de que venias? – continuó María.
  •    Porque hasta anoche no lo sabía. – me defendí.
  •    ¿Qué ha pasado? – dijo Laura más preocupada de lo normal.

Les conté lo que había pasado esa noche con Danny. Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras lo contaba y cada lágrima dolía como si me arrancaran un trozo de corazón.

No quería volver a Londres, quería quedarme allí con ellas, quería poder salir a tomar café en vez de ir a clase o tirarnos todo el fin de semana tiradas en un sofá. Cuando terminé de contar lo sucedido esa noche me interrumpieron.
  •    Pero esas son buenas noticias. ¿No habrás huido asustada? – preguntó Laura.
  •    No, al menos no asustada. Ayer me llamó Dougie para decirme que Danny le había pedido a Emma que se mudara con él.
  •    ¿Perdona? – dijo María algo confusa.
  •    Hijo de puta. – susurró Bárbara.
  •    Pero si te lo tiraste. – gritó Laura.
  •    ¿Te ha llamado? – preguntó Bárbara de nuevo.
  •    No, no se nada de él desde esa noche, desde que se fue sin que ni siquiera me diera cuenta.
  •    Siempre fue un idiota. – Bárbara se dejó caer en la silla.
  •    ¿Estás bien? – María puso su mano sobre la mía.

Eso no ayudó a contener las lágrimas, no quería seguir así.
  •    Yo le mato, puto pecoso. ¿Quién sabe que os acostasteis? – Laura parecía enfadada.
  •    Vosotras y Manuel.
  •    ¿No se lo has contado a Dougie? – intervino María.
  •    No, no quiero que lo sepa. Lo último que necesito es que Danny me culpe de que meto a Dougie en nuestros problemas.
  •    Se lo merece, debería partirle la cara de mi parte. – Laura estaba enfadada de verdad.
  •    Vamos a ver, era lo que podía pasar. Fue un polvo de una noche borrachos, no sé porque…
  •    ¿Puedes dejar de culparte y protegerle? No tiene disculpa y como sigas pensando así esto no va a acabar nunca. – me gritó Bárbara.

Comencé a llorar de nuevo. Claro que tenía razón, demasiada, pero no podía dejar de sentirme culpable. Culpable por haber vuelto a confiar en nosotros, por haberle dejado entrar de nuevo a pisotear lo poco de corazón que me quedaba entero. Pero Bárbara tenía razón, era el momento de empezar a culpar a Danny, aunque iba a ser duro y difícil de conseguir.

lunes, 5 de marzo de 2012

Capítulo 10 parte 2


Unos años antes. POV Danny

Llevaba varios meses pensando en el tema, sabía que había llegado el momento de formalizar la relación. No es que no fuera formal, pero desde que Raquel tuvo el accidente y perdimos al bebe sentí que era el momento de hacer algo, era hora de empezar a formar nuestra familia.

Tarde en encontrar el momento y la forma perfecta, no era lo mío eso de organizar cosas, además los dos teníamos mucho trabajo y tenía que ser original, hablábamos de pedirle la mano a Raquel, algo normal no era suficiente.

Llevaba un mes de gira por UK y había llegado el día de volver a casa. Al día siguiente tocábamos e Londres, el momento para tocar delante de familiares y amigos. Por ello tocaba volver a dormir en casa, aunque no me hacía mucha ilusión a decir verdad, Raquel estaba de gira con Kate y se notaba la soledad. Después de tanto tiempo rodeado de gente se hacía raro estar solo, además la echaba de menos, llevábamos mucho tiempo separados.

Subí a la habitación y vi un montón de cajas de zapatos tiradas por la habitación, era un tremendo desastre. Tuve la necesidad de llamarla.
  •    ¿Te parece normal como tienes la habitación? – la dije cuando contestó.
  •    Hola amor. Lo sé, soy un desastre, es que no llegaba y claro yo no tengo la culpa de que vivamos en el culo del mundo. – siempre aprovechaba cualquier ocasión para quejarse de vivir en las afueras.
  •    Ya, yo tampoco tengo la culpa de que seas un desastre. – me reí.
  •    ¿Ya estás en casa? ¿Y te aburres? – si, así era.
  •    Si, hace mucho que no estaba solo y menos en un sitio tan grande y desordenado. – al menos comparado con el bus o las habitaciones de hotel.
  •    Bueno, es solo una noche, mañana me tienes ahí.
  •    ¿Entonces te dejo las cajas así para que las recojas? – pregunté.
  •    No, encima que te las he dejado para que te entretengas. Mira si soy consideradas.  – me contestó rápidamente.
  •    Voy a ignorarte. Porque además vuelves mañana pero no aguantas mucho en casa. – no quería que se fuera.
  •    Realmente me quedo hasta el lunes. – sabía que estaba sonriendo al otro lado, se notaba en su tono de voz.
  •    ¿Y eso? – dije sorprendido.
  •    Kate, se ha empeñado. Aunque no entiendo el porque. Es verdad que no me necesitas estos días, pero bueno. No me voy a quejar por unas vacaciones con mi cantante favorito. – eso me hizo sonreír a mi.
  •    ¿Quieres que vayamos a algún lado? – propuse.
  •    ¿Más viajes? Llevamos meses sin parar, me apetece no salir de la cama en todo el fin de semana.

No podía estar más de acuerdo con esa propuesta. Demasiado tiempo sin compartir cama con nadie y Dougie no valía como compañero de cama. Me costó conciliar el sueño, eso que estaba muy cansado, pero los nervios iban a matarme. Esa noche iba a ser crucial, no solo por el concierto, esa noche pediría matrimonio a Raquel.

Me despertó el teléfono, me había quedado dormido, me iban a matar.
  •    Danny abre la puerta que me muero de frio joder. – dijo Dougie al otro lado.

Salí corriendo escaleras abajo para abrirles, daba igual que pasaran los años, seguía siendo igual de desastre, creo que nunca dejaré de serlo.
  •    Te has vuelto a quedar dormido, eres lo peor. – dijo Tom dirigiéndose hacia la cocina.
  •    Joder, lo siento. Es que he dormido fatal. – me justifiqué.
  •    Estas nervioso ¿ehh? – rió Doug mientras me daba en el brazo.
  •    Esto es horrible, no va a salir bien. No va a llegar, me va a decir que no. – empezaba a hiperventilar.
  •    Deja de decir gilipolleces ¿cómo te va a decir qué no? Es tu mujer, sin necesidad de que lo ponga en un papel. – me tranquilizo Tom.
  •    Ya ves, Rach siempre ha estado loca por ti, cosa que no entiendo, mirala y mirate. – continuó Dougie.
  •    Cállate. – le tiró el gorro Tom.
  •    Oye que solo lo digo para que se ría y se tranquilice. Es tan sexy cuando sonríe. – y me guiñó el ojo.
  •    Idiota. – pero me hizo sonreír.
  •    Vete a duchar y nosotros preparamos el desayuno. Así le da tiempo a llegar a Harry, que está en un atasco. – sugirió Tom.

No protesté. Subí a ducharme y luego desayunamos los cuatro juntos. Era una tradición, el día del concierto de Londres desayunábamos juntos. Al principio en casa de Tom, pero con el tiempo, empezamos a rotar. La semana siguiente les iba a echar demasiado de menos.

Cuando terminamos de desayunar pusimos rumbo a Wembley. No podía estar tranquilo, tenía la sensación de que todo se iba a fastidiar. La prueba de sonido fue desastrosa, tanto que Harry terminó tirándome una baqueta a la cabeza.

Raquel llegaría justo a la hora de empezar el concierto, no la vería hasta después, mucho mejor, porque tenía la sensación de que si nos veíamos antes, terminaría desmayado a sus pies de los nervios.

Conseguí calmarme un poco para el concierto, cosa complicada, pero fue ella quien lo consiguió. No creo que fuera consciente del poder que siempre tuvo sobre mi estado de ánimo. Desde que la conocí, intentaba hablar con ella antes de salir al escenario, al hacerlo me sentía poderoso, como si pudiera subirme encima y todo fuera a salir bien. Esa noche no fue diferente y cuando leí su mensaje volví a sentirme igual que todas esas veces.

Hola mi amor. Ya estoy aquí deseando verte encima del escenario, ya lo echaba de menos. Espero que vayas muy sexy, aunque con las ganas que tengo de verte seguramente te vería follable con cualquier cosa. Disfruta y demuéstrales a todos de que es capaz Danny Jones. Te quiero.

Me hizo reír, como solía hacer en sus mensajes. Alguien la dijo una vez que la conseguía sacar al menos 10 sonrisas al día. En mi caso, eso se multiplicaba por 10.

Salimos y lo dimos todo. Esa era la mejor parte del trabajo, ven en directo como la gente se emocionaba, lloraba, vivía tu música. Esa música que era parte de tu alma, partes pequeñas de tu corazón.

Al terminar salí corriendo a prepararme para la sorpresa, volvía a ponerme nervioso. Estaba casi preparado cuando recibí una llamada de Tom.

  •    Date prisa, empieza a inquietarse y preguntar por qué no te ha visto todavía.
  •    Vale, dile que venga. Esta todo listo.

Corrí hacia el escenario, mientras llamaba para terminar los últimos detalles. Estuve sentado en esa silla cinco minutos eternos, repasando una y otra vez lo que llevaba planeando tantos meses, repasando todo lo que habíamos vivido juntos. La escuché quejarse y mi corazón se desbocó. Tuve miedo de que escuchara mi corazón, yo podía hacerlo. Cada vez estaba más cerca.
  •    ¿Danny donde huevos estas? No me gusta este juego. – contuve la risa para que no me escuchara.

Cuando llegó a la mitad del local, se encendieron unas luces moradas, colocadas en el suelo, formando un pasillo que llegaba hasta el escenario.
  •    OMG. – la escuché decir. – No puede ser verdad. – continuó caminando hasta llegar a la segunda marca.

Un foco me iluminó en el escenario. Se quedó paralizada y se tapó la boca con las manos. Pude escuchar un leve Daniel salir de sus labios lentamente. Los ojos le brillaban más que las lucecitas del suelo.
  •    Hola princesa – y sonreí al verla después de tantas semanas. – Vaya, si, parece que mi corazón va a salirse de su sitio. – respiré profundamente intentando tranquilizarlo. – se que no esperabas algo así pero creo que ha llegado el momento de que nuestra familia empiece a crecer.
  •    ¿Me traes aquí para decirme que estas embarazado? – note un poco de dolor al decirlo.

La sonreí, no podía para de pensar en lo preciosa que estaba.
  •    ¿Enserio vas a romper el momento más romántico que tendremos para decir bobadas? – intenté que dejara de pensar en nuestro bebe.
  •    Hombre, si cuentas lo de la casa de Gales, lo que pasó en Nueva York, a lo mejor…
  •    Cállate por favor o no podré terminar nunca.
  •    Perdón. – se disculpó.

La miré divertido, había conseguido tranquilizarme con tanta bobada.
  •    Como iba diciendo, creo que ha llegado el momento de que te pida matrimonio. – una sonrisa enorme se instalo en su cara. – Lo supe esa primera noche que te vi dormir, medio desnuda, a mi lado. La primera vez que te vi bailar mientras cocinabas. La primera vez que te vi llorar al verme tocar. Siempre supe que eras tú. – me miró de forma distinta, recordando ese año en el que todo fue tan mal entre nosotros. No la hice mucho caso y seguí.
  •    Pero mira que complicas las cosas que tengo que liarla para pedirte que te cases conmigo. Con lo fácil que sería comprarte un anillo y llevarte de cena. Pero también recuerdo el día que sentí que te perdía para siempre, el día que te vi marchar en ese coche. Recuerdo como me dijiste que tenía que haber sido yo quien te pidiera matrimonio, con un diamante tatuado y no con un anillo.

Puso sus manos sobre su corazón y negó con la cabeza.
  •    Pero según mis consejeras, parece muy de Bolton ese tatuaje, así que me he tatuado un símbolo de infinito encima de mi corazón – puse mi mano sobre mi pecho. – el corazón que es todo tuyo. Dentro se puede leer now and always. Porque esto es ahora y siempre. Tú eres mi luz, mi razón de vida. Cuando te veo siento que no puedo respirar. Me das la fuerza para seguir viviendo, para ser feliz, tú eres lo único que me hace feliz realmente. – un the end apareció en mi mente.

Ella seguía sonriendo, pero estaba paralizada, congelada. Empecé a ponerme nervioso. Necesitaba que me contestara. Mi pequeña parte de inseguridad creció y se hizo enorme.
  •    Dime algo por favor. – susurré.
  •    ¿Te has hecho un tatuaje? ¿Otro? – dijo sin dejar de mirarme.
  •    Si. – me sorprendió su pregunta, nunca me hubiera imaginado esa pregunta.
  •    Estás loco Jones, loco.  – y volvió a sonreír.
  •    Me estas poniendo muy nervioso. – confesé.
  •    No es mi intención. – se disculpó.- ¿Vas a usar la guitarra?

Volvió a descolocarme, me había olvidado totalmente de la guitarra, de la canción que había preparado. Se dio cuenta de lo confuso que estaba y volvió a hablar.
  •    No quiero romper tus planes, porque te puedo asegurar que como suba a ahí o empiece a hablar, no tocas la guitarra. – se defendió.
  •    Oh, es que no quiero tocarte la canción si me vas a decir que no.
  •    Eres idiota si piensas que puede existir esa posibilidad. – se acercó lentamente al escenario. – Cántala. – me pidió.

Mi mente intentó concentrarse, me había dicho que si, sin decir que si. Fuegos artificiales se activaron en mi cabeza. Y comencé a tocar, aunque no exactamente lo que quería.

Our song is the way you laugh
The first date "man, I didn't kiss her, and I should have"


¿Qué clase de broma era esa? ¿Por qué estaba tocando Taylor Swift? En cambió ella rió sorprendida.
  •    Taylor Swift. ¿De verdad? ¿Eso tenías preparado? Dios, pasas mucho tiempo conmigo.
  •    No puedes decirme que si y esperar que pueda cantar una canción que acabo de componer. – me justifiqué. – Ya te la canto si eso mañana.
  •    Yo no te he dicho que si exactamente, solo te he dicho que eres idiota si pesabas que diría que no. – y comenzó a subir al escenario.
  •    Es verdad que yo no soy muy listo, pero creo que entiendo el mensaje de tu frase. – me levanté y dejé la guitarra en el suelo. – ¿Entonces me vas a contestar ya?
  •    Aja. – y llegó hasta donde estaba yo. 

Rozó lentamente mi brazo y sentí un escalofrió recorrer todo mi cuerpo. Cogió mi camiseta y me la quitó, aunque se tomó su tiempo para hacerlo, la tiró al suelo y se acercó mucho más a mí. Después de tanto tiempo sin verla esto no iba a terminar bien, los técnicos me iban a matar. Esperé sonriendo, deseoso de saber cuál sería su siguiente movimiento. Localizó el tatuaje y lo dibujó con sus dedos, mi piel se erizó y ella sonrió al darse cuenta. Todavía estaba algo hinchado, hacía un par de días que me lo había hecho.
  •    Es precioso, parece que tendré que hacerme uno a juego si voy a casarme contigo. – y continuó recorriendo mi pecho con su dedo.
  •    Me encantaría. – fue lo único que pude articular.

Las ganas de besarla aumentaban poco a poco.
  •    ¿Y dónde crees que debería hacermelo? – se retiró levemente. – Creo que – se subió la camiseta hasta quitársela del todo. No iba a aguantar mucho más.
  •    Creo que aquí. – señaló su costado derecho. – O mejor aquí. – bajó su mano por su vientre, bajó su braguita y su pantalón y señaló.
  •    Como sigas así voy a terminar haciéndote el amor aquí mismo. – dije para que parara. Pero fue mucho peor.
  •    ¿Sería el detonante final que te dijera que no hay cosa que más desee en el mundo que casarme contigo para que me hicieras el amor encima de este escenario? – preguntó sin dejar de mirarme a los ojos.

No tuve mucho que meditar, y menos al ver a mi novia medio desnuda delante mío después de tres semanas sin sexo.
  •    Si me dijeras eso, te haría el amor encima de este escenario, en las gradas vips, en los baños o donde tú me dijeras.  – contesté

Dio unos pasos hacia atrás, poniendo distancia entre nosotros, algo se le estaba pasando por la cabeza, alguna locura. No me gustaba cuando sonreía de esa forma, realmente tenía miedo de lo que su mente pudiera idear. Y se volvió loca, empezó a saltar y gritar.
  •    Nos vamos a casar, OMG, nos casamos. – empecé a reír.

La agarré del brazo y la acerqué a mí, puse mi dedo sobre sus labios y la hice callar.
  •    Estas locas. – y la besé.

Paré, muy a mi pesar para hacerle la pregunta de nuevo.
  •    ¿Quieres casarte conmigo? – me miró, sonrió y dijo.
  •    Sí, quiero.