martes, 29 de noviembre de 2011

Capítulo 8 - 3


Hablaría más tarde con Bárbara, estaba preocupada por Dougie. Salí en su busca, suponía que estaría fumando y no me equivocaba.

Se quedó algo sorprendido al verme, supongo que no esperaba que fuera a buscarle tan pronto.
  •    ¿Quieres que te cuente la historia verdad? – dijo dándole una calada al cigarro.
  •    No tienes ni que preguntarlo. – dije yo sentándome en la escalera de la puerta.
  •    Bueno, espero acordarme de todo, terminé un poco borracho.

POV Dougie.

Dios, pensé cuando terminamos de tocar. Al salir al escenario y ver a tan poca gente pensé que sería un concierto aburrido, pero fue uno de los mejores conciertos que dimos. O al menos uno de mis favoritos en la gira. Volvía a estar totalmente en forma, volvía a ver esa conexión con Danny, hacía mucho que no la teníamos, ni fuera ni encima del escenario.

Me alegró ver a las chicas allí, quitando quienes fueran, en los conciertos eran las mejores fans, se notaba que vivían la música de verdad. Al verlas solo pude pensar en una cosa, Derek. Quería a mi primo, pero siempre tuve … vamos mi primo siempre fue el guapo, el gracioso, al que querían todo. Yo en cambio solo era un niño delgado y frágil que hacía y jugaba con cosas raras. Él era el que se llevaba a las chicas, parecía que la cosa cambió algo cuando entré en el grupo, pero no cambió nada realmente, solo gustaba a las chicas por mi físico o por quien era en el grupo, cuando me abría y me mostraba como era realmente, huían. Pero con Mery había encontrado una amiga que me quería tal y como era, sin tener que esconder mis fricadas y mis rarezas. Y que mi primo anduviera detrás de su culo no me gustaba un pelo.

  •    Nos vamos ya, que tengo hambre y quiero llegar pronto a Madrid. – se quejaba Harry.

Llevábamos 1 hora dando vueltas por el camerino.
  •    ¿Qué nos vas a dar de cenar Harry? – preguntó Bárbara.
  •    Atún, ¿tú no eras fan nuestra? En este autobús solo hay atún y pan. – lo decía un poco de coña, pero casi era verdad.
  •    ¿Atún? Ni de coña, vamos a por unas pizzas y las comemos de camino. – se quejó Bárbara.

Esa chica me daba miedo, me miraba penetrantemente con sus ojos azules, estudiándome. Me hubiera gustado que hubieran venido en el bus Rach y Danny, hacían una gran pareja y más cuando estaban de fiesta. Eran muy cómicos juntos.
  •    ¿Sabéis donde hay una pizzería aquí cerca? – preguntó Tom.
  •    Pues no, somos de Madrid. No conocemos Valencia. – se quejó Laura.
  •    Pues entonces comeremos atún. – retó Harry.
  •    Vamos a ver, comedor de Ladrillos Judd, tenemos un iPhone que nos ayudará, Cris, busca una pizzería cerca. – ordenó Laura.

Cuando conseguimos las pizzas pusimos rumbo a Madrid. Nos esperaba una noche surrealista, ninguno nos imaginamos que la noche iba a terminar de esa forma.

Lo primero extraño que pasó, fue en la primera gasolinera que paramos, un grupo de fans estaban repostando y ya que Harry bajó a fumar, consiguieron una foto.

  •    ¿No piensas bajar a saludar? – me preguntó Mery algo molesta.
  •    No, estoy muy cansado. – dije mientras me tiraba al sofá.
  •    ¿Cómo puedes ser así? Que te costará bajar, hacerte una foto y volver a subir.
  •    ¿Tienes ganas de discutir? – no entendía porque me trataba así.
  •    No Dougie, pero se lo que se siente siendo esas chicas, y con lo poco que se conforman. Son apenas 5 minutos de tu tiempo, además tirado en un sofá.
  •    Vale, pero no voy a bajar. Lo siento.

Sabía que ella tenía razón, no me costaba nada bajar, pero algo dentro de mi hacia que le llevara la contraria. Mi comportamiento no gustó a las chicas, cosa que no me pareció justo, Tom tampoco bajó y nadie le miraba de ese modo. Me enfadé y subí a mi cama sin dar más explicaciones. Al rato vino Harry con un trozo de pizza.

  •    Toma enano, debes morirte de hambre. – tenía razón.
  •    Ya, pero me siento juzgado ahí abajo. – justifiqué mi ausencia.
  •    Por un lado tienen razón, pero son tus fans, tu carrera y tus decisiones. – dijo muy serio. – Solo espero que no actúes por cabezonería y dejes de hacer cosas que deberías por ganar una guerra que tú mismo has creado.

¿Por qué tenía que ser tan jodidamente listo este tío? Siempre se comportó como un padre, como debía comportarse uno real.
  •    Sabes que tengo razón, así que baja y enfréntate a tus decisiones como un hombre. – se bajó de la litera de un salto.
  •    Te odio. – le tiré la almohada.

Solo sonrió, con esa reacción le confirmé que estaba de acuerdo con todo lo que había dicho. Tenía tanta hambre que me comí mi orgullo y bajé a cenar. Mery me miró, me sonrió y me pasó comida. Le agradecí que no dijera nada y diera todo por zanjado.

Bebían cerveza así que me acerque a por una y me senté en el único hueco libre. No había más, estábamos al completo. Me recordó a los primeros años de gira, cuando nos llevábamos a alguna que otra fan de visita guiada. Aunque nunca hubo cuatro juntas, creo que ni siquiera cuando todos teníamos novia. Se echaba de menos a Danny, al menos yo lo hacía en momento así, pero éramos cuatro para cuatro, podía terminar muy mal la historia.

  •    ¿Tendréis alcohol suficiente para toda la noche verdad? – dijo Cris con miedo.
  •    Vamos a ver, ¿dónde te crees que estás? – contestó Tom ofendido.
  •    Nosotras no somos como las chicas inglesas, nosotras bebemos litros y litros de cerveza, nada de mariconadas de cocteles de colorines. – advirtió Bárbara.
  •    Estupendo, aunque seguir nuestro ritmo es peligroso, llevamos bebiendo litros y litros muchos años. – reí.
  •    Bueno, parece que hoy descubriremos grandes secretos de McFly. – se frotó Laura las manos.
  •    Hombre, nos falta uno, uno que tiene mucho que esconder. – rió Harry.
  •    Puede ser, pero ese que falta es el novio de mi mejor amiga, eso tendría que deciros todo. – la cara de superioridad de Mery era graciosa.
  •    Venga, confesar, ¿qué tal es Danny en la cama? – preguntó Tom sabiendo casi mejor la respuesta que ellas.
  •    Aquí preguntamos nosotras. – se quejó Bárbara.
  •    No, no, no, aquí o todos o la puta al rio. – luchó Harry.
  •    No me gusta este juego, no quiero tirar a Doug al río. – cortó Mery.

Derek escupió toda la cerveza contra el cristal, una carcajada generalizada se produjo en todo el bus. El ataque duró al menos 5 minutos, uno intentaba mantenerse serio, miraba a otro y otra vez a reír.
  •    Juguemos al Party. – propuso Tom intentando parar de reír.
  •    ¿Tenéis un Party? Cada día me gusta más este bus. – gritó Cris.
  •    Joder Rach tendría que estar ahora aquí, es una diosa pintando cosas. – dijo Laura sin preocuparse de contener la risa.

Pero no pudo ninguna de ellas, todas empezaron a reír.
  •    Me acabo de perder. – nos miraba Derek.
  •    No te creas, yo también. – no veía la gracia.
  •    Es que Rach es malísima dibujando. – decía Cris sin parar de reír.
  •    ¿Cómo de mala? – cada vez se la echaba más de menos en este autobús.
  •    Así de mala. – Laura cogió su móvil y se lo enseñó a Harry.
  •    ¿Qué se supone que es esto?
  •    Un pony. – contestó Laura muy roja de tanto reír.

Laura lloraba, Mery estaba roja, Bárbara daba golpes en la mesa y Cris se retorcía por el suelo. Nosotros nos mirábamos sin comprender nada, hasta que Harry nos enseñó la foto. Eso no era un pony, ni nada que se lo pareciese. Tom empezó a reír, no era normal ese dibujo.
  •    Si, debemos jugar con Rach en algún momento. – añadí. - ¿Por qué vinisteis en coche?
  •    Ninguna sabíamos nada del plan. Se suponía que Rach no venía a ninguno de los conciertos. – nos dijeron.
  •    Entonces jugamos al Party ¿no? – Tom estaba obsesionado con el Party últimamente.
  •    Eso no se pregunta más, nosotras amamos el Party. – se quejó Laura.

Tardamos más de diez minutos en decidir los equipos. Al final terminamos junando en parejas de chico y chica. Harry y Laura, Tom y Cris, Derek y Mery y Bárbara y yo. Los ataques de risa se fueron dando como dinámica general toda la noche. La prueba de leer los labios sin duda era la mejor, aunque para ellas era un suplicio. El juego era en inglés y aunque ellas hablaban bien, no eran inglesas.
  •    Vamos a ver Dougie, vocaliza bien que tú no eres de Bolton. – me gritaba.

Lo que hacía que me diera la risa y hacía más difícil el trabajo.
  •    ¿Pero qué coño dices? Eso no existe. – volvía a gritar.
  •    Creo que es hora de cambiar de juego, pensar tan profundamente es agotador. – se dejó caer Cris en el sofá.
  •    ¿Si? ¿Cómo se siente eso? – curioseó Harry.
  •    Tu imagínate vale, es complicado, porque los ingleses sois muy listos y no necesitáis saber ningún otro idioma. Es como si estuvieras leyendo algo sin parar y sin desconcentrarte en ningún momento.
  •    ¿Hablar inglés es como leer un libro? – preguntó sorprendido Tom.
  •    ¿Qué tipo de libro? ¿Por qué si es de dinosaurios yo me uno a eso de hablar inglés? – reí.
  •    Tú ya lo hablas, idiota. – me gritó Cris.

Y me dio la risa tonta.
  •    Pues enséñame español, ¿cómo se dice dinosaurio? Esa palabra no me la enseñan las fans. – todo empezaba a ponerse gracioso, o a mi todo me hacia gracia.
  •    Dinosaurio, se dice dinosaurio. – continuó Mery.
  •    Dinosaurrio. – intenté imitar su acento.
  •    BIENNN. – aplaudió Cris.
  •    ¿Y cómo se dice retrasado? – volví a preguntar.
  •    Cristina. – contestó Laura rápidamente.

Las risas volvieron al autobús. Cris como venganza le tiró uno de los dados.
  •    Eh, como osas, FUERA DEL GRUPO. – la dijo en español. – AUTOBUSERO CRIS SE BAJA. – no entendíamos nada.
  •    No puedo decir todo eso, vas muy rápido. – Laura era la leche cuando se enfadaba.
  •    Laura acaba de echar del grupo a Cris y le ha pedido al autobusero que la deje aquí. – tradujo Mery.
  •    ¿Lau, quieres que le diga que pare? – dijo Harry refiriéndose al conductor y con cara de temor.
  •    No, de momento no, pero ya sabéis, a la mínima fuera del grupo y del autobús.
  •    ¿Quién te ha dado tanto poder aquí? – se quejó Tom.
  •    Danny, me ha dado las tarjetas del poder.
  •    ¿Danny? ¿Pero quién se cree? – se metió Harry.
  •    Ehhhhh, que te sacó tarjeta. Nadie se puede meter con alguien que baila, canta y toca la guitarra de esa forma. – se subió sobre el sofá y empezó a mover los hombros como hacía Danny. – Un hombre que baila así delante del espejo es de admirar. – siguió imitando a Danny, cantando a Jason Derulo y poniendo las mismas caras que Danny.

Nos dio otro ataque de risa, aunque todo empeoró cuando Laura intentó dar una vuelta y cayó encima de la mesa. Ahí el ataque fue mayor y Laura volvió a llorar y esta vez yo con ella.
  •    ¿Podemos ver las tarjetas del poder? – preguntó Tom.
  •    Claro, mirar. – sacó una tarjeta del bolsillo, miró a Cris y repitió, fuera del grupo, pero esta vez en inglés.

Examinamos las tarjetas, no era real algo así.
  •    ¿Y esta frikada? – preguntó Harry.
  •    Raquel, hace cosas de estas, está loca. – negó Bárbara con la cabeza.
  •    ¿Tan legendaria es? – preguntó Derek.
  •    Vaya pregunta, debería sacarte tarjeta solo por dudar algo así. – dijo Laura.
  •    Si, lo es, es una tía especial, pero a la vez una de las mejores personas que conozco. – continuó Bárbara.
  •    Vaya… - siseó Derek.
  •    Aunque antes no era así, toda la culpa la tuvo ese hombre, esa bufanda de lunares infernal… - intentó mantenerse seria, eso intentó Mery mientras hablaba.
  •    ¿Qué hombre? ¿Qué la pasó? – preguntó Derek asustado.

Tenía miedo a la historia. Si era una historia sobre Rachel, no podía ser normal.
  •    Laura, cuenta la historia, haz el favor. – dijo Cris.
  •    No puedo, no puedo ni escucharla sin llorar, como piensas que puedo contarla. – se quejó.
  •    Es que nadie puede contarla como lo haría ella. – rió Bárbara.
  •    Solo os diremos: noche de invierno, bufanda de lunares y un hombre desfigurado… - terminó Mery.
  •    ¿Hombre desfigurado? – dijo Laura confundida. – No recuerdo eso.
  •    Ya, es que me lo acabo de inventar.
  •    Pues fuera del grupo por inventar detalles de historias inventadas.

No podían están tan locas, eran como nosotros pero en chicas. Les dio otro ataque, la cuenta no salía.
  •    Es hora de jugar a Beso, Verdad o Atrevimiento.
  •    Sisisisisisi. – dijo Cris demasiado emocionada.
  •    Pero ¿y la historia? – dijo Derek intrigado.
  •    No saben contarla bien, es mejor que le preguntes a Rach mañana. – le aconseje.

Aunque intuía que era inventada, muy típico de Rachel.
  •    Venga, vamos a jugar. Empiezo yo. – Bárbara cogió la botella y la hizo girar. – Mery ¿qué eliges?
  •    Verdad. – dijo sopesando las posibilidades.
  •    ¿Es verdad… que tienes un termo personalizable del Starbucks con millones de fotos de Dougie? – preguntó.

Miré a Mery y ella bajó rápidamente la mirada mientras se ponía roja.
  •    Oh, que adorable. – dijo Tom. – Quiero verlo.
  •    Ya no le tengo. – dijo muerta de vergüenza, miró a Bárbara con odio.
  •    Falso, bebe haciendo que lo haces en el termo, por mentir. – dijo Laura.

Demasiado bueno todo esto. Ese detalle me hizo sonreír, no es como si una fan cualquiera llevara eso, ella era adorable y estaba preciosa cuando se ponía roja. Borre rápidamente ese sentimiento de mi cerebro.
  •    Tom, te toca. ¿Qué quieres? – continuó Harry.
  •    Verdad. – dijo convencido.

La mirada de Harry no era buena, algo gordo tenía en mente.
  •    ¿Es verdad que una vez, de acampada, te tiraste un pedo de esos con regalo y manchaste todo el pijama?

Es verdad, recuerdo ese día perfectamente, y como martirizamos a Tom. Era raro que ninguno contara eso en ninguna entrevista. Tom pasó de reir, a mirar fatal a Harry, a poner rojo como un tomate.
  •    ¿Cómo eres tan hijo de puta? Se supone que era un secreto. – no le había sentado muy bien.
  •    ¿Vas a llorar cagón? – la pregunta de Laura nos sorprendió.

Tanto que Tom empezó a reír, el alcohol corría por nuestras venas.
  •    Dios Laura, tengo que decir que te quiero.

El bus se quedó en absoluto silencio, Laura estaba flipando.
  •    María, confírmame que Tom Fletcher acaba de decir que me quiero, porque me he reído de cuando se cagó encima. – la había paralizado.
  •    Sí, eso parece. – Mery no sabía si reír o no.
  •    Tom, eres muy raro. – le dijo Cris.
  •    Cris, otra vez fuera del grupo, por llamar a Tom Fletcher raro. – y los nervios la hicieron reír.

Tom se levantó y la dio un abrazo. Laura no podía parar de sonreír, no creo que hubiera nada sentimental, pero siempre fue uno de los ídolos de Laura y eso nunca cambia del todo.
  •    ¿A quién le toca? ¿Derek? – siguió Bárbara.
  •    Déjame a miiiiii – pidió Laura.

Derek hoy no me caía bien. ¿Qué hacía aquí? Con mis amigos, en otro país, cuando era un viaje de trabajo. Todo se resumía en Mery y no me gustaba un pelo. Beso escuche decir a Derek. NO pensé.
  •    Busca un bicho y bésale. – grité.

Me miraron extrañados, me miraron como solían hacerlo en el colegio, ya está el raro diciendo cosas raras.
  •    Vamos a ver, que es mi turno. – dijo Laura. – Y yo digo que bese a Mery.
  •    No entiendo esta parte del juego. ¿No tiene que elegir la botella? – Cris iba muy borracha.

Las chicas la miraron con mala cara y Tom se metió.
  •    No, en Inglaterra jugamos así. – inventó.
  •    ¿Pero qué dices? – me quejé.
  •    Aquí el juez soy yo, que para eso tengo las tarjetas del poder, y yo digo que bese a Mery o que se quite prenda.

No podía ser cierto. ¿Por qué ella? Había otras tres chicas allí, chicas interesantes y guapas. ¿Por qué tenía que ser ella y por qué me molestaba? Me empezaba a poner nervioso, no sabía qué hacer ni que pensar. Tenía que salir de allí. Cogí mi copa y me la tiré encima. Necesitaba una excusa y estaba demasiado borracho para preparar algo. Me disculpé y les dije que continuaran, no quería verlo.

Me cogí otra copa antes de irme al baño y me escondí, pero que realmente así lo sentía. No sé cuánto tiempo estuve solo pero alguien llamó a la puerta.
  •    ¿Dougie estás bien? – era Bárbara.
  •    Sí, es que voy muy borracho.
  •    Anda ábreme.

No sé si era buena idea, pero supongo que necesitaba sacarlo de mi cabeza o iba a volverme loco. Ella entró y se sentó sobre el lavabo, no es que fuera muy grande el sitio. Le conté todo, bueno no sé lo que la conté exactamente o lo que ella contestó. Solo recuerdo sus labios sobre los míos, como quemaba la ropa en nuestros cuerpos, como crecían las ganas de tocarnos, de sentirnos cada vez más cerca. Puedo decir a día de hoy que fue de los mejores polvos de mi vida.

Después de escuchar la historia y quedarme anonadada, tenía que preguntar a Bárbara.
  •    ¿Estás bien? – dije acariciando su brazo.
  •    No es mi noche. – continuó fumando.
  •    Ya veo. Discutes con Mery, con Bárbara. ¿Por dónde quieres empezar?
  •    ¿Es necesario? ¿Tengo que seguir hablando después de lo que te he contado? – no tenía ganas de hablar.
  •    Claro que lo es. Voy a ser clara y rápida. ¿Te gusta Mery? – se quedó mudo, no esperaba algo así.
  •    No, no me gusta Mery. – dijo convencido.
  •    ¿Seguro? Porque sino no entiendo para nada tu comportamiento últimamente.
  •    Joder, pues no lo sé, es raro lo que siento por ella. No me gusta que salga con mi primo, no me gusta para nada. – estaba confuso.
  •    ¿Por qué no se lo dices?
  •    Se lo he dicho, pero dice que … - eligió sus palabras. – vamos que no soy nadie para decirla con quien salir y con quién no.
  •    Vais a terminar casados, verás. – reí.
  •    Deja de decir tonterías. – apagó el cigarro en el suelo mojado.
  •    Lo que tú digas. ¿Y Bárbara? ¿Ella si te gusta?

Dougie fue siempre tan raro a la hora de expresar sus sentimientos.
  •    A ver, te intentaré explicar lo que siento. Ella era algo que estaba ahí. Si nos apetecía, sentía que podíamos pasarlo bien, pero parece que ha cambiado de bajista. Y vuelvo a estar solo. No sé de que me sorprendo. – estaba jodido.
  •    Vamos a ver Dougie, no estás solo, me tienes a mí. Tienes a los chicos. – intenté animarle.
  •    Ojala fuera suficiente, de verdad. – se compadeció de si mismo.
  •    Niños – comenté – Creo que merece la pena mucho más tenernos que tener una novia, pero es mi humilde opinión. – le dediqué una sonrisa.
  • Y él me la devolvió.
  •    Bueno creo que es hora de irse a casa, al menos para Danny y para ti. Así que entra e iros por favor. Y cuídale por mí. Vamos cuidaros él uno al otro. – dije con el corazón en un puño.
  •    No me gusta nada lo vuestro, que lo sepas. ¿Tú vas a irte con el batería? – no lo aprobaba.
  •    No sé yo si Harry querrá algo conmigo, pero con un tío tan sexy como él voy a decir que no. – bromee.
  •    Eres idiota. Sabes que no me refería a Harry. Vamos lo que nos faltaba, si alguno de nosotros se acuesta contigo se puede liar muy gorda. Siempre serás suya.

Esa frase no me gustó un pelo.
  •    No soy suya, ya no lo soy. Y sobre Rian no sé lo que pasará, nunca se sabe lo que puede deparar la noche. Ya lo dijo Ted Mosby, nada bueno pasa a partir de las 2 de la madrugada. 

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Capítulo 8 - 2


El día siguiente se dio bien, la rutina de todas las mañanas viendo niñas y más niñas pasar. Eran adorables en su gran mayoría. Cuando terminamos el día salimos rápidamente para el hotel, nos preparamos y nos encaminamos para donde habíamos quedado con las chicas a tomar algo antes de entrar.
Se sorprendieron al ver que no pensábamos hacer cola, si supieran todos los conciertos que vimos ese verano, no estarían tan extrañados.

Esa tarde, en cambio, no nos libramos de Danny y Emma. Vamos Danny se podría haber venido y haber dejado a la novia en cualquier cuneta cercana o lejana, eso al gusto del consumidor.

Lo bueno de esto es que las chicas conocieron a Emma por fin, aunque hay que decir que no dijo casi nada en toda la tarde. Puede que estuviera un poco cortada con nuestra forma de ser o incluso de tratar a los chicos. Había mucha confianza y nosotras no teníamos vergüenza a nada y menos si pones delante de nosotros algo de alcohol, como estaba pasando en esa ocasión.

Debo remarcar de ese día la forma de saludarse Danny y María, había dolor en la forma de abrazarse, de mirarse. Ella como si estuviera defraudada y él como si se sintiera culpable. Suponía que había cambiado su relación, en esos meses no me había planteado como podía estar cambiando sus vidas, ni la de los chicos ni la de mis amigas. No quería que tuvieran que romper su relación por mí, me sentí mal al verles mirarse así, ella esperando una disculpa y él esperando que le perdonara.

Me destrozó a la vez ver a Emma con cara de pocos amigos al ver como se abrazaban, celosa incluso de eso. Me paré unos segundos antes de sentarme a su lado y la susurré.

  •    No te preocupes, no es el estilo de Mery, solo se tienen cariño. Además Mery no me haría algo así, así que no te preocupes por eso. – y me fui a sentar al lado de Bárbara.

La tarde se tornó graciosa, llena de risas como en los viejos tiempos. Alguna que otra vez Danny y yo nos mirábamos, en esos momentos que recordamos cosas del pasado, nuestras miradas se unían y se sonreían. Seguía habiendo algo entre nosotros, cierta conexión, de esas que no necesitas hablar, solo con mirarse funciona. Esas situaciones me llenaban de rabia, no sabía como podíamos haber terminado así cuando todavía quedaba eso, cuando todavía lo teníamos.

Preferí dejar de pensar y centrarme en pasarlo bien, en disfrutar de la tarde. Y a decir verdad no se hizo complicado. Una caja atacó a Laura, una sombrilla casi nos mata al caerse al lado nuestro. Si a todo esto le juntas cerveza, las historias se vuelen mucho más graciosas.

Cuando quedaban 10 minutos para que empezaran a tocar decidimos entrar. Nos habían conseguido entradas para nosotras y Tommy se había ocupado de conseguir entradas para los chicos y Emma. Aunque de esas cosas ellos no eran conscientes, no sabían nada de lo que había pasado ese verano en USA.

Entramos y nos colocamos al lado izquierdo, Cris tenía un amor por Jack que no era normal. No era amor real, sino que la ponía a mil. Nos pusimos en un sitio donde no había mucha gente y nos preparamos para que empezara el concierto.

Como María estaba cobrándose la apuesta que ganó esa primera vez que compartió cama con Dougie y Harry, les utilizaba para que nos hicieran de todo. Les hizo que nos trajeran bebidas y que por supuesto nos invitaran ellos. Se ponía cada vez más interesante la noche.

  •    Vamos a ver chicos, os vamos a contar los secretos de ver los conciertos como gente normal. Eso sí, una vez que lo probéis, no os vais a querer volver a perder un concierto con nosotras, incluido los vuestros. Bueno en los vuestros somos las mejores. Pero vamos al caso, pautas principales, vivir la música como si no hubiera un mañana. – les contaba María a los cuatro.
  •    Tenéis que gritar barbaridades a los músicos, es importante ese detalle. – continuó Bárbara.
  •    Callarte durante los 5 primeros segundos de la canción, descubrir cuál es y gritar de la emoción de que toquen esa canción. Si además tiene un significado para ti y tu amigo, hacer hincapié en el NO ME LO CREO TIA… y dar saltitos y gritos de emoción. – continué contando yo.
  •    Inventarte juegos de beber con canciones o palabras. Por ejemplo con McFly es muy fácil, Danny hace las P escupidas, muy escupidas, entonces cada vez que Danny canta una, nosotras bebemos un sorbito. – les explico Cris.
  •    Y lo más importante de todo, decir y analizar todas las tonterías que hacen encima del escenario y comentarlo con aquellos que están a tu alrededor. Además de hacer llamadas a los amigos que te piden canciones o porque te recuerden a alguien. Y ya como forma opcional hacer millones de fotos. – finalizó Laura.
  •    ¿Todo claro? – concluyó María.

Se quedaron flipando de todo lo que les estábamos diciendo, aunque sus caras eran graciosas, como si tuvieran ganas de vernos en acción.
  •    ¿Vamos a ser testigo de esos 5 puntos ahora mismo? – preguntó Tom.
  •    Hombre pues claro, no queremos que os asustéis, perdemos las formas en los conciertos con cierta facilidad. – nos justificó María.
  •    Vale, intentaremos no asustarnos y seguiros el ritmo. – rió Harry.
  •    Eso queremos ver, no esperamos menos de vosotros, veamos de que es capaz McFly. – reté.

No tardaron nada en empezar y nosotras no tardamos en perdernos en su música, en las vivencias de ese verano, amargo y perfecto en la misma medida. Tom, Harry y Dougie no perdieron el tiempo y saltaron y vivieron en nuestra misma intensidad. Reímos, bailamos y disfrutamos con esos cuatro chicos americanos subidos al escenario. Danny en cambio estuvo más pendiente de Emma que de disfrutar el concierto.

No parecía que Emma estuviera muy a gusto en ese ambiente, ni con la música que tocaban. Llego un momento del concierto que se sentó en el suelo, apartada de nosotros, jugando con su BlackBerry. Danny estaba confuso, no sabía si debía estar con ella, sacarla de allí aunque por cómo nos miraba tenía ganas de juntarse a nosotros y disfrutar como hacíamos. Estaba entre la espada y la pared.

Llego un momento en el concierto que el cantante, Alex, paró y le preguntó al batería, Rian, que era eso que quería decir. Todos esperábamos que fuera alguna tontería, lo más lógico en ese tipo de conciertos, pero lo que dijo nos hizo enloquecer más aun y abrió la caja de pandora de todos los acontecimientos de esa noche.

  •    Bueno es que tenemos una canción que nunca hemos tocado en concierto, vamos es de nuestro último álbum y sabemos que hay un grupo de chicas en el público que la adoran. Queríamos dedicársela esta noche a nuestras Stalkers personales, además de ayudar a pagar la hipoteca del bus de gira han conseguido el record Guinnes en conciertos de All Time Low. Por vosotras Stalkers.

Nos miramos las unas a las otras, negando con la cabeza, sin saber qué hacer, como actuar y sin esperar la canción. Pero todo se desató en el momento que empezó la música. No lo podíamos creer, estaban tocando Get Down On Your Knees And Tell Me You Love Me y no solo eso, la tocaban para nosotras.

Nunca habíamos vivido tanto el punto de remarcar el NO ME LO CREO TIA que en ese concierto y con esa canción. Bailamos y reímos como nunca antes, nunca nos habían dedicado una canción en un concierto de ese modo y grabamos la actuación en nuestra memoria a fuego, tanto que años después seguíamos recordando ese momento y riendo como si volviéramos a vivirlo. Los chicos alucinaron de lo que estaban viviendo, ellos no sabían que les conocíamos y menos que les conocíamos hasta el punto de que nos dedicaran canciones sobre el escenario.

Danny parecía ofendido, tanto del hecho como de nuestra reacción. Se acercó a mi cuando terminaron de tocar y me dijo al oído.
  •    Si yo hubiera hecho eso me hubieras matado. – estaba dolido.
  •    Nunca lo hiciste así que nunca lo sabremos. – y me alejé de él.

Lo que menos quería en ese momento era pensar en aquello, en esos días felices. Continuamos disfrutando de lo que quedaba de concierto y cuando terminaron estábamos tan agotadas que casi no podíamos movernos.

Nos sentamos en el suelo, esperando que el recinto se vaciara o que recuperásemos la energía, cosa que era complicado después de todo lo que saltamos durante esa hora y media. Tom, Harry y Dougie nos acompañaron, estaban igual de cansados que nosotras, parecía que lo habían pasado bien. En cambio Danny y Emma habían desaparecido, no les veíamos por ningún lado.

Mi mente volvió a esa frase que me había dicho Danny después de escuchar la dedicatoria de Rian, parecía que no le había gustado, tenía rencor en su voz. Me sentí culpable, de toda nuestra relación, de que todo se hubiera terminado por mi culpa, cosa que llevaba pensando desde esa noche, o al menos durante ese primer mes en Nueva York cuando casi no salía de casa.

Y sentí dolor, mucho dolor. Tuve ganas de correr y pedirle disculpas, creyendo que así podríamos solucionarlo y volver a estar juntos. Pero en vez de eso, en vez de armarme de valor y preguntarle sobre esa noche, me levanté y les llevé al camerino. Como ya hice en agosto me refugié en los brazos de Rian de nuevo.

Cuanto más nos acercábamos al camerino más escuchábamos la música del fondo. Igual que Danny y Emma desaparecieron, volvieron a aparecer. Pero ya no me importaba nada él, ni ella y menos aun lo que pensara de mí. O eso quise creer.

Todo se convirtió en locura cuando cruzamos el umbral de ese camerino. Ellos gritaron, nosotras gritamos y corrimos a saludarnos entre carcajadas. Tanta fue la emoción que Cris terminó saludando a Jack con un morreo. Esta chica no perdía nunca el tiempo y menos si se trataba de Jack, ya quedo demostrado ese verano.

Cuando llegué hasta Rian no podía creerlo, me abrió los brazos y me sonrió con su inmensa sonrisa. Ese verano descubrí a un buen amigo, cierto que nos acostamos más de una vez, pero ambos sabíamos que no iba a llegar a nada. Fue fácil apoyarse en él, incluso serle sincera con la historia de Danny. Y sin entender cómo, supo que algo iba mal, que yo estaba mal. Me dio un dulce beso en los labios, un beso que no duró más de dos segundos y luego me abrazo. Al hacerlo me derrumbé, sentí morir por unos segundo, aunque no me dejó hacerlo. Me susurró al oído.

  •    No lo hagas, no permitas que te vea así. No se lo merece.

Y siguió abrazándome fuerte, para que no me derrumbara. Funcionó en parte. Nos separamos y volví la vista. Busque a Dougie, Tom y Harry, me había olvidado totalmente de ellos. Dougie me miró preocupado, debía hablar con él, aunque ahora no era el momento, debía presentarles.

Algo raro se instaló en esa sala, una tensión que no era normal, como si McFly se sintiera traicionado, vendido por nosotras. Aunque nuestra relación no fuera para nada parecida, al menos en lo que a mi respectaba. Es cierto que ese verano cogí mucho cariño a esos cuatro, pero no podían competir con lo que sentía por Danny, por sus tres hermanos, en parte porque ellos eran los que estaban a mi lado los días que más dolían aunque fuera a la vez su recuerdo el que hacia esos días insoportable.

Tras las presentaciones y explicaciones de parte de las historias de nosotras con ambos grupos, pareció que las tensiones disminuyeron. Aunque la cara de Danny no cambió, se notaba algo de odio al mirar a Rian o al mirarme a mí. Esto no podía salir bien.

Decidimos continuar la fiesta en un local cercano que le habían recomendado a Zach. Tanto ATL como McFly tenían el día libre, así que no había excusa para no salir a celebrar el reencuentro. Aunque no todos estaban de acuerdo en salir a celebrar nada. Entre ellos Emma, se empeñó en que quería irse a dormir, que ya era tarde y había pasado un día agotador. Danny la acercó al hotel, sin embargo algo sucedió de camino, porque Danny se volvió a unir a nosotros una hora después con una cara larga y con la mirada al suelo.

En ese momento a mi estómago le dio un vuelco, no me gustaba verle así de destrozado y tuve la necesidad de ir tras él. Rian vio mis intenciones y se acercó más a mí.
  •    No lo hagas. – pidió más que exigió.
  •    Lo se, pero no puedo dejarle así. Independientemente de todo sigue siendo mi amigo. O algo así. – intenté justificarme.
  •    Si sigues así no vas a superarlo nunca. Trabajas con él, haces de psicóloga. No seas imbécil, está con la morena esa. – dijo enfadado.
  •    ¿Y qué hago? ¿Me vuelvo a acostar contigo? La última vez que lo hicimos no funcionó.
  •    Puede ser, pero al menos lo pasamos bien. -  rió de forma picara.
  •    Eso no te lo negaré nunca, pero una cosa no quita la otra. Puedo ir a hablar con Danny y luego acostarme contigo. Ni que al hablar con él fuera a pedirme salir de nuevo. – suspiré.

Sonrío y me acarició la cara. Era demasiado sexy y adorable a la vez, pero no había eso que debía haber entre nosotros, era un amigo con beneficio, un gran amigo. Nos dimos otro dulce beso y decidí acercarme a Danny a ver que tal estaba. Cosa que definitivamente no debí hacer. Aunque era cierto que lo deseaba con todas mis fuerzas y que me destrozaba verle así. Mientras me acercaba recordé una conversación que tuvimos una de las primeras veces que dormí en su casa, conversación que me hizo recordar viejos tiempos y que juntados con el alcohol no terminaron en buen puerto.

Estaba sentado en un sofá apartado de la discoteca, apartado del mogollón tomando una cerveza. Me senté a su lado, me miró y suspiró. Vi dolor en su mirada, además de rencor. No lo pude remediar y le deposité un dulce beso en sus labios, corto y sin casi tiempo para pensarlo.

  •    Espero que tengas una explicación lógica a esto. Joder estás loca. -  no sabía que pensar en ese momento.
  •    Ya te lo dije una vez, cuando te viera triste te besaría, fueras mi novio o no lo fuera. Para demostrarte que sigo aquí.
  •    ¿Y qué le parece a tu polvo tirita? – iba a hacer daño.
  •    No voy a hablar contigo de ese tema, no te incumbe, no estamos juntos ni lo estábamos cuando le conocí.
  •    ¿Pero esperas que hable contigo sobre mi tristeza? Cuando el problema eres tú y ese gilipollas. A ver si comprendes que no podemos ser amigos o al menos eso me has dado a entender tu misma.
  •    Eres un puto gilipollas y obviamente tú y no Rian. No puedes tratar así a las personas que se preocupan por ti. Siento ser el motivo de tu tristeza pero aquí estamos jugando los dos al mismo juego, así que no comprendo para nada tu actitud ahora mismo conmigo. Cuando yo debería ser la que te trate así, ya que eres tú el que estás dando por culo todo el día con tu escultural novia y es ella la que se dedica a joderme la vida. Así que querido Daniel que te la pique un pato un rato.

Me enfadó la forma en la que me había hablado, iba con la mejor intención y encima me trataba como si tuviera la culpa de todo. Si, le había besado, era lo peor. Me levanté y me fui a la barra en busca de una cerveza o al menos en busca de una excusa para no estar sentado a su lado.

Al fondo estaban los demás bailando, Rian se había unido al grupo pero no era todo tan bonito como cabía esperar. María y Dougie parecían discutir un poco retirados del grupo. Ella mostraba desafío e incredulidad ante las palabras de él. Él en cambio estaba defraudado por los argumentos que ella le daba. No sabía de qué hablaban, no era normal que se llevaran tan mal últimamente. Volvieron a juntarse con el grupo, separados el uno del otro, y empezaron a pasarlo bien. Al menos María, ya que Dougie continuaba con la misma cara de tristeza.

Cris disfrutaba con Jack. Reían, cantaban, bailaban y se besaban de vez en cuando. Era gracioso verles así, me hizo recordar el verano, ella fue la que empezó la gira de las Stalkers por USA. Ella y su obsesión por Jack. Cosa que al final consiguió, bajándole de los altares de músico inalcanzable a hombre americano que me pone en una discoteca. Base “fundamental” en toda relación con un famoso.

Mientras les observaba, Danny se acercó a la barra, se sentó en un taburete al lado mío y esperó a que le mirara.
  •    Lo siento. – pude leer en sus labios.

Se agradecía algo así después de todo.
  •    No tendría que haberte besado.
  •    No, no deberías. Con haberme preguntado que me pasaba era suficiente. – seguía serio.
  •    Me gustaría tanto que las cosas volvieran a estar bien entre nosotros. No me refiero sentimentalmente – que también pensé – sino que fuera fácil estar a tu lado.
  •    Llevo un mes sintiendo que la gente piensa que yo no quiero eso. Como si a mí me gustara toda esta situación.
  •    No creo que sea así, o eso espero. – dije con esperanza.
  •    ¿No crees que preferiría no estar así contigo? ¿Qué no me gustaría poder tomarme ahora mismo una cerveza contigo riéndonos de las tonterías del día sin que al mirarnos haya dolor en nuestros ojos?

Sentía todo lo que decía, quería que sus palabras fueran posibles, aunque todos sabíamos que no era así de simple.
  •    ¿Y por qué no podemos? Tomemos tequila en vez de cerveza. – dije con ilusiones vacías.
  •    Al menos todavía me haces sonreír. Sabes que me encantaría, pero hay demasiado dolor, demasiada mierda. – y fue perdiendo su preciosa sonrisa.
  •    A lo mejor es hora de limpiarla. Vamos Danny compórtate como un adulto, comportémonos como tal. – intenté que reaccionara. - ¿No queda nada por lo que luchar debajo de tanta mierda?
  •    No lo hagas más difícil de lo que es Raquel, suficiente he tenido esta noche. – estaba molesto.
  •    Eres un cobarde Danny, un puto cobarde. - me levanté y me acerqué violentamente a él. – Llevas celoso toda la noche, no soportas que nadie me toque – continué dándole con el dedo en su pecho - ¿Cuándo piensas reaccionar? ¿Cuándo tenga novio? Ten claro que no te voy a estar esperando. – comencé a gritar.
  •    Me dejaste muy claro el día de mi cumpleaños que no era más que el pasado. ¿Y ahora me pides que reaccione? ¿Qué cojones tienes en la cabeza joder? – se levantó él y su voz.

Nos miramos fijamente sin movernos cuando apareció Dougie.
  •    ¿Otra vez? Me tenéis hasta las pelotas. No pienso permitir que os sigáis destruyendo el uno al otro. Uno es mi hermano y la otra una de las personas que más me ayudaron en el peor momento de mi vida. Así que hasta que no os comportéis como personas civilizadas no os habléis. – respiró profundamente. – Voy a llevar a Rach con Bárbara y ahora vuelvo a por ti.  – me cogió del brazo y me llevó por toda la discoteca.

No tenía ni idea de donde estaba Bárbara, solo sabía que estaba llena de rabia. Puñetero Danny Jones.

Llegamos a uno de los reservados que había y lo que vimos al otro lado fue gracioso, al menos para mí. Dougie no tenía el mismo parecer que yo sobre el tema. Zach y Bárbara se besaban en uno de los sofás. No se dieron cuenta que estábamos ahí hasta que Dougie abrió la boca.

  •    Joder, si que va bien tu estudio de me tiro a bajistas de grupos. – se dio la vuelta y se fue. – Joder.- y dio una patada a una papelera.

Bárbara y Zach dejaron lo que hacían. Nosotras nos miramos, había remordimiento en sus ojos. No podía ser verdad. Me tape la boca con las manos y negué con la cabeza. No podía ser real, Dougie y Bárbara, ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué?

CONTINUARÁ